Un paraíso desconocido

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Mi transferencia a ese pueblo fue inesperada, después de vivir casi toda mi vida en una gran ciudad, decir que la noticia me sorprendió es decir poco. Mi padre que es médico militar, lo cual implica movernos mucho, y movernos constantemente, a veces me avisa de un momento para otro así que ahora que soy mayor de edad sé que él se irá primero pues necesita presentarse en la base de inmediato, dejándome a mí para empacar algunas cosas que se han desempacado y otras que permanecen en cajas, tambien tengo que hacer el tramite de transferencia a la universidad más cercana.
Estudio el noveno semestre en la facultad de arquitectura, a pesar de ser una carrera cara y demandante, yo la he cursado muy bien gracias a la solvencia económica de mi familia.
Mi madre que es maestra se divorció de mi padre tras cansarse de las ausencias de este, pero antes de que me compadezcas, dejame decirte que mis padres se separaron en completa paz, siendo yo hijo único de ese matrimonio, Soy Teodoro Bravo Marín.

Veo regularmente a mi madre quien se volvio a casar hace unos cuatro años, su nuevo esposo es un buen amigo mío, con mi madre tengo una hermana pequeña con la que no me siento especilmente unido por causa de la brecha de la edad y ni mencionar la distancia y el poco tiempo que convivo con ellos, pues aunque sean visitas regulares, estas no duran mucho.

En fin, mi padre como les decía partió primero hasta el pueblito aquel, mientras en ese tiempo estuvo averiguando sobre las universidades con la misma carrera que la mía y para sorpresa nuestra resultó que ahí se encontraba el campus mas completo y cotizado de artes, diseño y arquitectura.
Mi padre no tuvo problemas para transferirme, solamente esperaríamos el final del semestre, ya que los sistemas escolares son mucho más flexibles con los hijos de militares, y no ponen trabas a la hora de tramitar las incoporaciones nuevas o las transferencias segun sea el caso.
Mi padre me dejó la opción también de que yo podía terminar la carera en mi facultad, pero estamos hablando del campus mejor preparado, ¡en medio del triángulo de las bermudas!, definitivamente yo quería estar ahí, así que aceptando me tranfiero en poco tiempo.

Lo primero que hice al llegar al pueblito, fue ubicar la universidad y de inmediato moví mi culo hasta ahípara conocer el lugar, para sorpresa mía el campus es muy bonito, es bastante grande y alberga a todas las carreras afines, y su población estudiantil es igual de diversa y ecléctica, lo que se esperaría ver en una ciudad grande, por favor no me odies por parecer clasista, te aseguro que soy un buen tipo pero, en verdad que es toda una sorpresa dada la ubicacion del campus.
La base militar da a mi padre un departamento para vivir de manera temporal, así que ahí estamos él y yo, aunque en realidad casi no nos vemos.

Las vacaciones las he pasado con mi madre y he regresado a casa en un hermoso convertible, la vida es buena conmigo, con padres que sé que me aman, con las oportunidades que tengo, y aunque por la carrera militar de mi padre podría parecer que guardo rencores o traumas, la verdad es que no es así, ellos se han esforzado por darme opciones y yo estoy agradecido por ello.
Es el primer día de clases y encuentro que hay vida en este pueblo ya que en realidad es bastante tranquilo, el campus universitario es un hervidero vibrante de gente joven.
Con la confianza de saberme inteligente, de muy buen aspecto físico y a demás con un lujoso carro, me estaciono en el casi vacío estacionamiento, logrando así ocupar uno de los mejores lugares del campus. Con calma de dirijo a control escolar para verificar mi inscripción y mis horarios, estoy a cinco minutos a pie de mi edificio, con tiempo de sobra, camino para llegar hasta ahí, observando las galerias improvisadas, producto de los estudiantes de artes.
Las miradas curiosas, los murmullos apreciativos y las expresiones lujuriosas sólo parecen confirmar el puto Adonis que soy.
Yo sonrío con la mejor de mis sonrisas, esa que sirve para robar la respiración de las mujeres, por desgracia los hombres me ven como lo que soy... Una amenaza.

—Disculpa, ¿podrias indicarme dónde queda el aula diez "A", la chica a la que me dirijo me devora con la mirada y sospecho que es la alfa de las porristas.
Buen culo, buenas tetas y hermosa cara.
Ella sonríe con la misma técnica que yo usé... Feromonas las huelo a distancia.
—Oh es en el pasillo de la izquierda, señala con su delgado dedo que deja ver unas manos muy bien cuidadas, con uñas elegantes y discretas.

—Gracias, le doy un guiño que solo provoca que sonría como una hiena, ella se acomoda la mochila y corre detrás mío.

—Soy Wendy, estoy en el aula diez "C" y este es mi número.

Yo tomo el papelito doblado, sonrió, le guiño un ojo y me dirijo hasta mi aula.

Una vez más estoy gratamente sorprendido, el aula está muy bien equipada con cómodas sillas, ventilación adecuada y ecológica, la luz entra bien proporcionada... Sí este es el alma mater de las mentes creativas, es el templo de artistas del diseño y las artes en todas sus ramas y expresiones.
Nunca me ha costado adapatarme, y nunca me ha dado trabajo hacer amigos, así que para cuando nos podemos retirar yo había guardado en mi iPhone doce números de chicas y ocho números de tipos que me invitaron a salir de copas y ver algunos partidos.

Al llegar al estacionamiento encuentro a Wendy hablando con un grupo de chicas, todas salidas de la revista playaboy, por un morboso momento sonrió y me abrazo mentalmente, sintiéndome el maldito Hugh Jodido Hefner cuando la celestial manada me voltea a ver.
La última en notarme es Wendy que sonríe coqueta y me saluda con la mano, sé que es un movimiento que las mujeres hacen para enviar un mensaje a las demás "alejense es mío, ya lo Lamí".
una vez más me encuentro guiñándole el ojo y las demás chicas me reconocen como un especimen bastante apetecible.
Yo asiento con la cabeza al sexy grupo, ajusto mi mochila y sigo mi camino mientras mis audifonos retumban con una excelente musica de fondo.


—¿Qué tal el primer día de escuela?, me pregunta mi padre mientras abre una lata de cerveza, yo engullo un plato de pasta, es de tarde y veo una serie.

—No me quejo, el campus es bonito, hice amigas y amigos, digo con aire triunfal, mis horarios son muy fáciles y la próxima semana escogeremos nuestras cedes para hacer nuestro servicio social.

Mi padre se veía orgulloso, —no me decepciones muchacho, la palmada en mi espalda me recuerda siempre de manera implícita que David Bravo es un militar poco expresivo, pero sé que ese gesto, es como decirme: "bien cabrón, tú siempre puedes".

—Sí señor, respondo mirándolo de frente.
Mi padre sonríe.

—Iré por un plato, yo asiento y sigo comiendo en silencio.

—Tú abuela fue muy esplendida en darte ese convertible.
Mi padre no capta que mi atención esta en la serie policiaca.
Yo frustrado dejo ir mi oportunidad de ver mi programa solo para seguir el hilo de la platica con mi padre, ese momento inoportuno de padre-hijo que no quieres explorar porque en la televisión te muestran realidades más apetitosas que la de entablar relaciones familiares con tu viejo.

—Sí, señor y manejarlo es una dulzura, doy un sorbo a mi té helado.
No soy de tomar y muy rara vez mi padre me ofrece.
Eso no quiere decir que en las salidas no tome, solo que no me gusta beber delante de mi padre.

—Ya lo creo, y veo que es bastante seguro, pero nunca vayas a ser estúpido de olvidar ponerte el cinturón.
Mi padre me mira con intensidad, con esa manera tan particular de asegurar que cada palabra suya, caiga donde debe caer.

Te convertí en gayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora