Capítulo 23

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Afuera de la casa había un carruaje que Alfonso había rentado para llevarse a Peter.

—¡Traeme un costal! —gritó Alfonso a Janette.

—¿Para qué? —preguntó Janette, mordiéndose las uñas.

— ¡Solo tráelo estúpida! —bramó Alfonso.

Al instante Janette fue corriendo a buscar un costal. Tardó un poco.

—¿A qué horas? —preguntó Alfonso con ira.

—¡Aquí estoy!

Janette le dió el costal a Alfonso.

—Sostenlo. —pidió Alfonso, ya más calmado.

Janette sostenía el costal mientras Alfonso metía a Peter dentro.

Luego salieron de la casa y Alfonso tiró a Peter a la parte trasera del carruaje. Janette se quedó en la casa, estaba preocupada, pero no se atrevía a preguntar nada.

En el camino Peter despertó. Empezó a gritar y a tratar de romper el costal. En ese momento Alfonso escuchó los gritos, por lo que decidió manejar aún más rápido.

El costal era viejo, por lo que a Peter casi no le costó romperlo con los dientes y manos. Ya fuera del costal empezó a desatarse, lo que logró muy rápido.

—Este idiota ni siquiera sabe hacer buenos nudos. —dijo entre risas.

Ya desatado, Peter tragó fuerte y se tiró del carruaje.
Recibió golpes muy fuertes en la cabeza, brazos y piernas. Pero eso no le impedía susurrar entre una sonrisa:

—Me salvé.

Se paró lentamente, porque le dolía todo, pero empezó a correr entre constantes quejidos porque tenía miedo de que Alfonso se enterara y regresara.

Alfonso ya había llegado a su destino. Un puente. Donde planeaba tirar a Peter y terminar con su vida.

Se bajó del carruaje y fue a la parte trasera para buscar a Peter, pero para su desgracia no había nadie.

—¡Maldito sea ese niño, pero lo voy a matar, aunque sea lo último que haga en esta miserable vida lo haré, lo mataré! —gritó Alfonso espantando a todas las aves que volaban cerca.



~*~



Mientras Peter huía y Alfonso maldecía; Janette estaba muy preocupada.

—Dios, no se que diablos hacer, si Alfonso asecina a Peter es muy probable que yo termine en la cárcel, pero si no lo mata, seguirá siendo un obstáculo en mi vida —se dijo a si misma frente al espejo.

En la biblioteca:

Peter llegó casi arrastrándose por el dolor. Dimitri se sorprendió al ver su estado y lo llevó a que se arrecostara en un pequeño sofá.

—¿Qué te pasó hijo? —preguntó Dimitri mientras le curaba las heridas con alcohol.

—Eso no importa ahora señor, lo que yo quiero es ayuda, adopteme por favor, adopteme. —pidió Peter entre sollozos.




EL LIBRO DE LOS SUEÑOS: DE MARTE A LA TIERRA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora