EL LIBRO DE LOS SUEÑOS: DE MARTE A LA TIERRA

Capítulo 27

Peter cayó en el césped, estaba un poco mareado, se frotó los ojos y se levantó. Por unos segundos no reconocía el lugar pero después se enteró de que era el parque de su ciudad.

—¡Regresé! —gritó con alegría.

Unas señoras que estaban sentadas en una banca se quedaron perplejas al ver que Peter cayó del cielo, pero el las ignoró.

Salió corriendo del parque y mientras corría hablaba solo.

—Ahora tengo que regresar a la casa de Madison para poder recuperar el libro.

Peter llegó a la casa de Madison, ella estaba parada en la puerta junto a su mamá.

—¿Dónde estabas? —preguntó Madison.

—Estaba orinando —mintió Peter.

—¿Para qué quieres quedarte en mi casa? —interrogó la madre de Madison.

—Para recuperar algo muy importante —balbuceó Peter.

—Está bien, pero solo una noche.
—sentenció la madre.

—Será menos de una noche —aclaró Peter.

—Este niño es raro —murmuró la señora.

Ya en la casa, Peter estaba sentado junto a la ventana, esperando el momento en que Alfonso saliera de su casa.

—¿Qué es lo que esperas? —preguntó Madison.

—Estoy esperando a que el intruso que está metido en mi casa se vaya.
—respondió Peter sin despegar la mirada de su casa.

—Está bien, lo que tú digas. —dijo Madison extrañada.

En la casa de Peter; Janette estaba tirada en el suelo llorando por la golpiza que le dió Alfonso.

—¡Eso es para que aprendas a respetarme! —gritó Alfonso mientras se acomodaba el cinturón —iré a buscar algo de comer, estoy hambriento.

Alfonso salió de la casa dejando a Janette retorciéndose en el suelo.

Peter logró ver la salida de Alfonso, esperó un momento para que se alejara y salió de la casa de Madison.

—¡Gracias Madi! —exclamó Peter yéndose.

—¡Cuando quieras! —se despidió Madison.

Peter entró a su casa encontrando a Janette en el suelo.

—Ayúdame Peter. —suplicó Janette.

—¿Qué te pasó? —preguntó Peter.

—Alfonso me golpeó, ayúdame.

Peter la ignoró, siguió caminando hacia su habitación, tomó El libro de los sueños, algo de ropa y se fue de la casa.

—Peteeeeeeer! —gritó Janette entre lágrimas.