El arte del engaño y la seducción.

3.

Era viernes por la mañana y Potter se encontraba en su pequeño estudio tratando de acomodar el archivo de Malfoy para mandarlo a su jefe al día siguiente, antes de marcharse a la fiesta de caridad en donde su verdadera misión empezaría, ganarse la confianza de Draco Malfoy y averiguar si el chico estaba metiéndose en asuntos tenebrosos nuevamente.

Harry había descartado unos de los viejos informes de Michael Corner, el primer auror encargado del caso de Malfoy, pues muchos de ellos parecían opiniones meramente personales sobre el caso más que un informe objetivo y completamente ajeno a algo personal. Los había reemplazado con hechos que él había averiguado tras una semana de exhaustiva vigilancia al heredero de los Malfoy; las costumbres del joven, las personas con las que se juntaba, los lugares que frecuentaba, las horas en las que normalmente trabaja o en las que simplemente pasaba el rato. Detallaba de manera minuciosa la hora en que Malfoy empezaba con sus actividades, la hora en que terminaba de hacelas, incluso detallaba el clima del día, la ropa que vestía el rubio y el humor que aparentaba (indiferencia la mayor parte de las veces). Había aprendido en la academia de aurores que todos esos detalles eran importantes y él como buen auror no dejaba escapar absolutamente nada.

Aquella vigilancia constante solo había servido para que Harry se convenciera de que no había nada malo con Malfoy, era un chico normal que gustaba de salir con sus amigos, (Parkinson y Zabini principalmente) que gustaba hacer sus propios recados aún si eso significaba exponerse a una sociedad mágica que solo le toleraba porque su fortuna era importante para el desarrollo de su comunidad. Harry también había averiguado que Malfoy era un hijo muy dedicado, aunque una sola vez lo vio salir con Narcissa y comprendió que no lo hiciera a menudo, pues si Draco se llevaba insultos al ir por la calle, Narcissa se había llevado un par de avadas que Potter había podido interceptar.

En aquella ocasión no le había quedado de otra más que descubrirse y dar la cara, la gente no estaba muy contenta de que defendiera a los Malfoy y mucho menos que se viese obligado a arrestar al sujeto que se había atrevido a atacar a Narcissa, es decir, no era que el sujeto no se lo mereciera, nadie podía ir por ahí lanzando maldiciones asesinas, pero también entendía a aquel mago cuarentón, había perdido a toda su familia a manos de mortífagos y la ira ciega lo había empujado a actuar de aquella manera.

Había sido bastante extraño que Malfoy le diese las gracias después de que salvase a su madre, no había intercambiado una sola palabra con él desde la guerra, cuando había intentado entregarlo a Voldemort, y mucho menos había coincidido con él posteriormente. Su relación se basaba en Harry siguiendo a Malfoy en silencio a todas partes, así que cuando el joven Malfoy abrió la boca para decirle "Gracias, Potter", con una voz madura que no le conocía, solo atinó a decirle que era su deber y se largó de ahí. Era tan surreal un Draco Malfoy educado dándole las gracias y mirándolo a la cara después de tantos días, que no había sabido ser más educado o amistoso.

Terminó de acomodar sus propias notas dentro del informe, había agregado una foto mucho más reciente de Malfoy también, una que había tomado de un recorte de periódico donde anunciaba su gala benéfica del día siguiente, cuyos fondos irían directamente a Hogwarts para equipar mejor el aula de pociones y para las becas de los alumnos de bajos recursos que habían sido admitidos en el colegio.

Muy satisfecho con su trabajo, Harry cerró el archivo, notoriamente más delgado y arrojó los trozos de pergamino que había descartado al bote de basura para después prenderles fuego con su varita mágica. Agregó un par de notas en la parte delantera del archivo, los datos pendientes por agregar como el resultado de su encuentro con Malfoy en la fiesta y la corroboración de que el joven de verdad salía a mitad de la noche para ir a quien sabe dónde, pues, desde que Harry había empezado a seguirlo ni una sola vez lo había visto vagueando a mitad de la noche como Corner afirmaba.