7.

8.9K 1.1K 783
                                    

Era sábado, Harry se encontraba en su departamento acompañado por Colin, ambos se encontraban recostados sobre el sofá mirando una película. Al haber crecido con muggles, los dos tenían más cosas en común de lo que creían y su relación había crecido exageradamente rápido. Durante la primera cita (dos semanas atrás) habían descubierto que a ambos les gustaba la misma música y las mismas películas, durante la segunda cita (dos días después de la primera) se dieron su primer beso y en la tercera (una semana atrás) habían tenido relaciones por primera vez.

Era sorprendente como podía avanzar una relación cuando ya conocías a la persona de tiempo atrás y lo mejor de todo, o eso pensaba Harry, era que ni si quiera se sentía como algo apresurado. Colin era un chico extraordinario, en eso Ron no se había equivocado, era extremadamente cariñoso, expresivo, muy dulce y tierno, era entregado y emocional, estaba dispuesto a hacer pequeños sacrificios por su pareja siempre que fuese necesario y eran tan comprensivo que Harry pensaba seriamente que aquella relación podía durar años y años.

El Gryffindor menor era todo lo que Potter siempre había buscado, una pareja estable que lo comprendiera, lo amara y sobre todo, no le importara que fuese Harry Potter, el salvador del mundo mágico. Él sexo con él era bueno, debía admitirlo, era una experiencia embriagadora y llena de amor que disfrutaba al momento, y sin embargo, al terminar y recostarse a meditar, se daba cuenta que le hacía falta algo, como si la llama que debía estar presente quemándole la piel simplemente no existiera.

No iba a negarlo, extrañaba la sensación que había experimentado cuando había estado con Draco, aquella de pasión pura, de fuego quemándole las entrañas, de sudor hirviente cubriendo su cuerpo, de saliva agridulce en su boca, pero también era cierto que poco a poco, y con ayuda de Creevey había comenzado a olvidarla por periodos largos de tiempo. Su nueva relación funcionaba igual que su trabajo, una mera distracción para no recordar lo bien que se sentía lo prohibido, aquello que nunca podría volver a tener.

Colin se removió contra él, se había quedado dormido a la mitad de la película preso del cansancio y la fatiga que le causaba su trabajo como fotógrafo. Harry había usado el encantamiento convocador para traer una manta con que cubrirlos a ambos, era bastante tarde y solo habían decido ver la película porque se sentían demasiado exhaustos para tener relaciones sexuales.

Potter miró a su novio y apartó un mechón de cabello de su rostro mientras se preguntaba como es que jamás se había dado cuenta de lo guapo que era. Colin no era precisamente un hombre varonil, era más bien del tipo tierno y bonito, cualidades que encendían en Harry su sentido de protección, Creevey parecía tan frágil, que sentía la necesidad de cuidar de él. Pero como siempre que observaba al castaño, Potter había terminado por compararlo con Malfoy.

Porque Malfoy no era tierno, ni bonito, no, Draco Malfoy era una varonil, sensual, ardiente y erótico, era del tipo que podía cuidarse solo, del tipo que te lanzaría una maldición si osabas cuestionar su fuerza y su poder, del tipo que si se acostaba a tu lado era para follar y no para ver una película, y Potter, pese a repetirse una y otra vez que no buscaba nada de eso, no podía dejar de pensar en que, si Malfoy le diese otra noche a cambio de su relación con Colin, probablemente aceptaría el trato sin titubear.

Por ello fue que, después de su primera noche con el castaño Harry tomó la decisión de dejar la misión que Robards le había encomendado, no sería él quién se involucrara con Draco Malfoy para sacarle información. En su lugar había recomendado a Ernie Macmillan, un Hufflepuff que conocía desde el colegio y que, según sabía, era tan neutral como él respecto al tema de los ex mortífagos. Definitivamente no necesitaba tener al pecado y la tentación andante frente él, incitándolo a abandonar su pequeño progreso como un individuo desintoxicado de la droga de su ser.

El arte del engaño y la seducción.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora