6.

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Harry no podía dormir, se encontraba rodando en la cama, enredándose sin querer en las suaves sábanas y gruñendo de impaciencia. ¿Cuánto tardaría la poción calmante en hacerle efecto? El frasco decía que quince minutos y él no llevaba mucho en aquel estado, tres minutos desde que se había tomado el vial con el líquido azul celeste, aquel que Hermione le había dado el día anterior.

Llevaba tres meses en ese estado, tres meses de insomnio, de sentir los nervios a flor de piel, tres meses de falta de concentración y genio de los mil demonios, tres meses no dejar de pensar en Draco Malfoy y en la maravillosa noche de sexo que, junto a Blaise Zabini le había ofrecido, una noche que había sido tan fugaz como su inicio.

Después de que los tres chicos se vistieran y Draco lo besase una vez más antes de marcharse y recordándole que, como invitado vip podía quedarse, Harry se quedó en un estado shock permanente y cuando aquel shock pasó y fue capaz de digerir lo que acababa de pasar, simplemente se dio cuenta que quería que se repitiera, que quería a Draco Malfoy en su cama una vez más, no solo lo quería, necesitaba que fuera así. Por eso, al día siguiente, cuando fue a entregar su reporte a Robards y le fue anunciado que Malfoy había salido esa misma mañana del país por negocios y que no volvería hasta dentro de tres meses, Potter comenzó a sentirse ansioso, en el mal sentido de la palabra.

Las sensaciones en su cuerpo eran las de un adicto que acababa de dejar una droga; depresión, irritabilidad, insomnio, cambios en el apetito, náuseas, letargia, enlentecimiento psicomotor, trastornos en el ritmo del sueño, hipersomnia y apatía. Los sentía por separado a lo largo del día o todos juntos durante las noches y, aunque se las había arreglado bastante para que nadie lo notase, su rendimiento como auror había menguado notablemente, por lo que Robards lo había relegado a puros trabajos de oficina.

Como un adicto, Harry había pedido que le dieran la vigilancia de Malfoy durante su estancia en Italia, que era donde se encontraba, pero Robards había alegado que los aurores italianos ya se encontraba al tanto de lo ocurrido y que habían dejado a uno de sus mejores hombres en el asunto. Su jefe le había asegurado que todo estaba bajo control, que Draco Malfoy no podría moverse libremente sin que los aurores lo supieran, pero a Potter ya le importaba un comino que el joven heredero de los Malfoy estuviese intentando revivir a Grindelwald y a Riddle al mismo tiempo, solo necesitaba verlo, necesitaba perderse en sus grises ojos una vez más, necesitaba saborear sus rosados labios de nuevo, necesitaba hacerlo suyo y aquello se volvió una obsesión tan enfermiza que hasta él comenzó a asustarse.

No había noche en que el moreno no soñara con aquella noche y despertara deseando más y más de aquel hombre, deseando que ésta vez Zabini no se interpusiera entre ellos, deseando tener a Draco sólo para él una noche, solo una noche. O al menos eso era lo que se decía para calmarse, aun sabiendo que seguramente jamás tendría suficiente del delgado y musculado cuerpo de Malfoy, de su suave y pálida piel, de sus platinados y sedosos cabellos, de su lengua, de sus labios, de sus manos sobre su cuerpo, quemándole como el fuego, de su enorme y rosado glande, de su culo y sus caderas, de sus largas y estilizadas piernas.

Estaba enfermo, lo sabía, sus síntomas eran una clara muestra de que algo estaba mal, terriblemente mal, pero cuando fue a hacerse un chequeo y comprendió que no estaba bajo los efectos de ningún filtro de amor, supo que estaba jodido, que se había enganchado del hombre equivocado por una simple felación. ¿Aquello era normal? Él sabía que no, sabía que era extraño, pero no atinaba a encontrar una razón lógica, Malfoy no habría podido lanzarle un encantamiento de amor, ni si quiera tenía su varita cerca cuando pasó aquello y de todas formas él lo habría sabido, no hubiese sido la primera vez que alguien lo hubiese intentado.

Fue por eso que, en cuanto le dijeron que el caso de Malfoy quedaría en pausa hasta que el susodicho regresara a Inglaterra, Potter comenzó a investigar a los ex amantes del objeto de su obsesión. No podía hablar con ninguno directamente por que aquello habría sido terriblemente extraño y de todas formas, más de la mitad de ellos se encontraban en el extranjero, chicos alemanes, españoles, americanos, rusos, búlgaros, franceses, italianos y latinos. Harry pronto se había percatado de que Malfoy se inclinaba más por el sexo masculino, pero entre su lista también se encontraban un montón de mujeres ricachonas y de buen ver.

El arte del engaño y la seducción.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora