Han pasado ya casi 6 años desde que Bill fue derrotado. Dipper y Mabel regresan para sus últimas vacaciones de verano antes de ingresar a la Universidad, pero un nuevo enemigo aparece en el pueblo, ligado aun importante descubrimiento realizado por...
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La semana pasó sin más eventualidades sobrenaturales de gravedad (una leve discusión con unos gnomos, el descubrimiento de dos fantasmas nivel tres que jugueteaban en la tienda de golosinas y el encuentro con un fauno del bosque). Ayudaron en la tienda, Mabel continuó organizando la boda y visitaron un par de veces a Tambry para saber cómo se encontraba. Dipper puso al corriente sus diarios y al terminar abrió su blog para actualizarlo, aunque fuera contenido básico. Sacó la cámara de su mochila y la conectó a su LapTop; cuando las imágenes terminaron de descargarse las revisó desde la más reciente hasta la más antigua y las acomodó en carpetas.
Todo lucía normal: fotos de sus aventuras, una que otra de Mabel y Soos, una de Wendy y, de pronto, un montón de imágenes de él cantando a todo pulmón junto a Mabel con poses comprometedoras aparecieron repentinamente. Dipper casi se ahoga con su refresco cuando vio aquello. A pesar de estar increíblemente bien tomadas (de hecho lo hacían lucir mucho mejor de lo que él habría imaginado que fuera posible) no tenía planeado compartirlas con nadie. Trató de hacer memoria y saber cómo habían llegado esas imágenes a su cámara (no pudo haber sido Mabel), pero antes del acontecimiento con las Arphinges, su mente era una laguna borrosa y llena de niebla. Comenzó a creer que Wendy había sido la culpable cuando la imagen de una chica (bastante parecida) con un cigarrillo en mano apareció en el historial.
La imagen era ligeramente oscura, pero nítida. La joven tenía una mirada indiferente y atractiva. Dipper se sonrojó y cuando se percató que llevaba más tiempo del normal viendo la fotografía, su corazón latía con fuerza, no respiraba, tenía la boca seca y sus manos estaban sudorosas. Cerró la computadora de golpe, la dejó a un lado y se levantó casi corriendo camino al baño para enjuagarse la cara. Bajó las escaleras tratando de calmarse cuando se encontró a Mabel de frente, saliendo del baño.
– ¡Ah! ¡Mabel! – gritó sorprendido
– ¡Ah! ¡Dipper! – le imitó su hermana entre risas – ¿Qué sucede hermano? ¿Por qué esa cara?
– Ah... – el chico desvió la mirada y el sonrojo aumentó con obviedad. – ...¿nada?
– Seguro... – dijo sin creerle ni una palabra – ¡Vamos! Puedes decírmelo – de pronto ahogó la respiración y exclamó con fuerza: – ¡No puede ser! – su mirada brillaba intensamente – ¡No he visto esa cara en ti desde hacía años!
– No... no sé de qué hablas – insistió Dipper dando un paso hacia atrás, pero huir ya no era una opción.
– El sonrojo – comenzó a señalar Mabel sin piedad – manos inquietas, desvío de la mirada... ¡TE GUSTA UNA CHICA! ¡Y TE GUSTA DE VERDAD!
– No, Maddie... digo, Mabel... eso no... – la chica ahogó un grito con mayor fuerza.
– ¡¡¡TE GUSTA MADDIE!!! – gritó con la emoción a su máxima expresión – ¡¡LO SABÍA!! ¡¡OH DIPPER!! ¡¡VEN, VAMOS A MI CUARTO Y CUÉNTAMELO TODO!!
