TEMPORADA 1 / EPISODIO 12 :UNA VIEJA ADMIRADORA

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Al final del día Mabel y Quincy habían charlado de muchas cosas y (para sorpresa del chico) el joven apuesto no parecía estar cansado de ella, al contrario, lucía bastante intrigado y divertido. Ambos platicaban con entusiasmo cuando el joven interrumpió su historia repentinamente, levantó la mirada y con atención se dispuso a escuchar.

– ¿Estás bien, Quinny? – preguntó Mabel

– Nos están siguiendo – respondió el joven, se levantó en cuestión de un parpadeo y dirigiéndose al área del conductor habló con el tío Stan (quien iba al volante en ese momento). – Necesito que me ayuden. La Voz de las Bestias nos está siguiendo. No se detengan por ningún motivo. Trataré de detenerlos, pero de ninguna manera interrumpan el rumbo ¿de acuerdo?

– ¿Estás seguro de eso chico? – preguntó el tío Stan – No quiero pagar el precio con tu madre si te llega a suceder algo.

– Mi trabajo es llevarlos a salvo hasta su destino. – respondió el chico abriendo una ventana – Si no cumplo seré yo quien pague el precio con mi madre. – Y sin más explicaciones escaló hasta el techo con destreza.

– Qué valiente – suspiró Mabel mientras su hermano se asomaba por la ventana para observar a los agresores.

Las arphinges habían regresado después de casi 2 semanas. Dipper no estaba muy seguro de si se trataba de las verdaderas o de las umbras que últimamente habían rondado la mansión. Algo inseguro fue en busca de su cámara deportiva, se la colocó en la frente (como una lámpara minera) y se asomó por la ventana para grabar toda la acción. Apenas se acercó una arphinge trató de sujetarle el brazo derecho a través de la ventana abierta. Como acto reflejo la cerró de golpe atrapando su muñeca, con sus largas y afiladas garras moviéndose sin parar.

La criatura trató de zafarse, dando tiempo a Dipper de observar una curiosa cicatriz que tenía en el brazo. Tenía la forma de una mano con un ojo abierto justo en la palma. La mano parecía humana, pero no tuvo tiempo de observar con detenimiento, pues la Arphinge logró liberarse en cuanto el joven se distrajo. Cayendo de espaldas observó a su hermana saltando por encima de él y cerró la ventana, colocando el pestillo de seguridad.

– ¡Acelere Señor Pines! – gritó el joven entrando por el quemacocos y cerrando la puertecilla. Traía los ojos completamente rojos y un par de colmillos sobresaliendo de su dentadura. No parecía herido, pero sí traía su vestimenta dañada. – ¡La Casa está a unos metros! – añadió acercándose a la cabina del conductor – Hay un campo de fuerza rodeando la propiedad. Deberíamos estar seguros en cuanto entremos.

Al frente una reja protectora estaba ligeramente abierta y sin pensarlo dos veces la forzaron con la velocidad el automóvil, derrapando en cuanto llegaron al patio delantero de una cabaña desvencijada para no estrellarse contra el pórtico.

– ¿Están todos bien? – preguntó Ford desabrochando el cinturón y volteando para buscar a sus sobrinos.

– Seeeee – respondieron ambos un poco doloridos tras el movimiento brusco del auto.

– Esto no está bien – comentó Quincy saliendo del vehículo – No salgan hasta que les indique – dijo – Algo anda mal – Y cerró la puerta del vehículo.

A través del parabrisas lo observaron acercarse a la puerta de entrada con precaución. El chico empujó la puerta mal cerrada con la pierna y de inmediato una arphinge salió volando con una caja metálica en las manos. Tras el sobresalto el joven entró rápidamente. Dentro nada estaba en orden. La Sala tenía los sillones desgarrados, las lámparas estaban rotas en el suelo, papeles y vidrios regados por toda la habitación, mesas volcadas, entre otras cosas. Pero lo que llamó la atención del joven fue un bulto de ropa que se encontraba al fondo. Parecía que un maniquí invisible se había colocado la vestimenta y ahora permanecía inerte en el suelo.

LAST SUMMER (TEMPORADA 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora