32. Nuestra primera vez.

237 11 2
                                    


── Quise encontrar algo tan hermoso parecido a ti.

── ¿y? ── Pregunte mirándolo justo a los ojos, determinando cada pestaña que los adornaban.

── ¿Porque me miras así? ── Pregunto juan P escondiendo sus pies debajo de la sabana.

── Porque te amo.

── Tengo miedo de morir, lo sabes verdad ── Dijo como si para mi fuera fácil escuchar eso.

Cada vez que pensaba en eso se me hacía un nudo en la garganta, pues era lógico que lo sabía aunque quería evitar ciertos pensamientos, volvían a mí una y otra vez.

── No pasara ── Le acaricie el cabello, el tomo mi mano de manera extraña y yo me ruborice.

── Nunca te lo confesé pero tu olor me trae loco ── Explico ── Porque cuando no lo siento me lo imagino en el aire.

── Lo se ── Le sonreí ── Tengo ese don.

── Solo quisiera saber... ── Se puso nervioso al decirme.

Aunque era más que evidente porque podía sentir su corazón latiendo fuerte.

── ¿Dilo? ── Le indique.

Sabía a donde iba todo esto. Tampoco era una santa. Mi sentido común de mujer me decían que nuestros roses generaban una sensación en el, y en mi también. Pero agradecía que el fuera el único que pueda ser delatado.

── Quiero estar contigo Gabi, me muero por hacerte ── Respiró profundo ── Me estas matando cada vez que sonríes y vienen a mi esos pensamientos de hombres; lo siento, pero es cierto. No puedo mentirte.

Quede muda mientras el rubor natural y una presión extraña en el pecho se apoderaban de mí. El sexo jamás estaba en mis planes. Le tenía miedo a este momento, para mis amigas era algo normal. Para mí no, siempre actuaba como si no me importase.

── No sé qué decir ── Murmure, mojando mis labios ── Eres precioso.

Y no porque fuese mi novio lo decía. Juan P tenía un olor suave. De esos que puedes olerlos durante mil horas y no te incomodan. Su cuerpo era delgado con algunas notas de mucha fibra. Sé que alguna vez pudo ser acreedor de un alto nivel de músculos. Esta situación me tenía nerviosa. Tan solo mis piernas rozaban las suyas y mis dedos le hacían círculos a su pecho.

── Dirás que soy un tonto, pero no quiero irme sin ── No podía articular palabra.

Entonces lo mire detenidamente, se me olvido por un momento que estábamos en su cuarto y si más ni menos ... me solté la cola de cabello que tenía , parecía toda una experta, pero lo real es que era mi primera vez y me sentía muy nerviosa... pero lo amaba. Y a decir verdad el momento pudo más conmigo.

Al verlo a él me fije en que se encontraba más nervioso que yo, porque pase mi mano suavemente por su cabello y podía ver como sus dedos temblaban.

── Quiero hacerlo ── Le dije.

Enseguida se puso tenso. Tal vez tuviera miedo de que esto fuera el fin. No quería suponer que esta pudiera ser la primera y última vez. Tan solo sería un momento mágico.

── ¿Segura? ── Me preguntó.

Simplemente asentí. Me quite la camisa de flores, era raro y muy especial, porque cada movimiento mío; hacían que él se pusiese más nervioso, creo que no sabía si tocarme o verme.

Mi Mayor RegaloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora