51. Esperanzas rotas.

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Me sorprendía como funcionaba todo de rápido. Mi enfermera estrella extrajo sangre y la evaluaron en minutos. Ya estaba preparada o por lo menos eso era lo que decía el Especialista hablando con mis padres. Me cambie con un nuevo atuendo, intuía que era más reluciente que el que tenía.

Antes de ingresar al quirófano, mi padre me obsequio un abrazo tierno, mientras mi madre derramo algunas lágrimas sobre mi mientras me daba besitos en el rostro. Esto era de parte de ellos alguna manifestación de impotencia en no poder estar dentro de la cirugía. Al entrarme me acomodaron en una camilla demasiado confortante, algún destello de valentía se apoderaba cada vez más, reconozco que no tenía miedo; por lo menos no veía los instrumentos, ni las personas que estaban en el lugar. Pero si me sentía sola. Solo quería estar bien para él.

── Gabriela ── Dijo el doctor, su voz era dulce ── Sera muy rápido el proceso. Mientras duermes aremos el injerto.

Asentí, no conocía del tema. Mis padres eran los que estaban atentos a todo el contenido. El doctor me dijo que contara del diez al uno , mientras ponía la máscara con la anestesia sobre mí. Lo hice. Lo último que escuche fue los leves sonidos de los instrumentos. Luego me sumergí en el sueño.

Gracias a la anestesia tuve un sueño: Juan P me tomaba de la mano en un pequeño bote de madera. Apenas cabíamos los dos; pero estábamos en mitad de un hermoso rió, contemplando el reflejo semi-oscuro de las nubes. El agua era tan oscura que era imposible ver a través de ella. Me sonreía; juntos mirábamos como luchaba el sol por no ocultarse. Algún delfín de un color pastel salto muy cerca de nosotros. Era maravilloso el lugar. Me cantaba una hermosa canción. Quise quedarme por más tiempo allí pero era inminente el despertar.

                                                                  ♫♥♪♥♪♥♫ 

── Todo ha salido perfecto ── Susurro mi madre ── Llamare al doctor.

Empecé a parpadear rápidamente, intentando verificar los resultados. Pero todo seguía oscuro. Tenía un leve ardor en ellos, pero no era nada parecido al sufrimiento de antes. Tal vez no había valido la pena. Me roce el rostro, y tenía unos protectores demasiado grandes para mis ojos. Resople para mis adentros, alegrada de tener aún una esperanza.

── Son solo los protectores ── Dijo la voz del especialista, ni siquiera sabía si estaba en una habitación ── Bajaremos las persianas para verificar que todo allá salido bien.

── ¿Cómo estas hija? ── Pregunto mi padre.

Asentí sin ninguna respuesta. Me alegraba pensar que ellos habían estado todo el tiempo pendientes de mí. Siempre quise entender el significado de tener una buena familia. Pero no podemos hallar perfección en las cosas materiales. Debemos buscar en la nobleza de los corazones. Y estar era mi pequeña familia con altibajos pero era mía. Para siempre.

El doctor se posiciono frente a mí. Podía hasta escuchar la ansiedad que emanaba de los dedos mi madre, y los suspiros gigantes de mi padre. Los dedos del cirujano estaban fríos; se debía a los guantes. Mi nerviosismo era aún peor en cada segundo que pasaba. La ansiedad se apoderaba de mí pero mi control era más fuerte. Ya lo había enfrentado antes. El doctor retiro cada parche que sofocaba mis ojos. Inmediatamente abrí los ojos, pero a causa de una luminosidad turbia los volví a cerrar.

── Con calma ── Dijo el médico, Sujetando mi hombro ── Vamos paso a paso.

Continúe con el ejercicio unas dos veces más, pero la luminosidad me impedía abrir mis ojos completamente. Tenía una motivación más grande que todo esto así que retome el entusiasmo y abrí mis ojos completamente.

Mi Mayor RegaloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora