Vidas por separado

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El príncipe Roland II heredero al trono de Encantia, solía ser un hombre sabio y benevolente, pese a su corta edad se encontraba centrado en sus obligaciones como futuro rey.
Al terminar sus estudios en la academia real tomaría el lugar de su padre como rey de Encantia, ya que Roland I se encontraba postrado en cama debido a una enfermedad terminal.

El joven acudía a sus aposentos cada tarde esperando que su padre se recuperará de esta enfermedad, lamentablemente a un año de terminar sus estudios el rey de Encantia murió, siendo coronado con 19 años de edad.

Al principio todo parecía estar en su contra pero gracias a su mayordomo Balleywick aprendió a salir adelante llevando una gran estabilidad al pueblo de Encantia.

~Mi señor, el parlamento de Zumaria ha convocado a una reunión. Exclamó el mayordomo extendiendo una carta

~¿Cuál será la razón?

~Tal parece que debe tomar una esposa, el rey de Encantia debe tener una compañera de vida, necesitamos herederos fuertes y sanos para seguir con el linaje real.

Roland apretó los labios caminando hacia la ventana de su estudio.

~¿Y ellos piensan elegirla por mi?

~Me temo que si señor... A no ser que usted tenga una candidata.

~De hecho la tengo. Habló Roland mientras daba una sonrisa discreta.

~¡Magnífico! ¿De quién se trata?

~La princesa Lorelei de Belgrado.

~Es una decisión muy sabia, tengo entendido que es una princesa digna de su título, "La princesa adecuada" según dicen, si gusta puedo enviar de inmediato una carta al castillo de Belgrado para pedir cortejar a su hija mayor.

~Hazlo de inmediato, quiero saber su respuesta cuanto antes.

La familia real de Belgrado aceptó enseguida fijando un paseo para la pareja en el reino de Zatin.

Por otro lado una joven del pueblo buscaba trabajo sin éxito por todo Zatin. Miranda era una mujer de cabello castaño, ojos azul celeste y una belleza extraordinaria que la hacía ser aclamada por todos los hombres del pueblo.
A su corta edad había perdido a su familia en un desagradable accidente quedando al cuidado de su hermano mayor. Al cumplir 25 años este decidió ir a Freezenberg en busca de un mejor trabajo, desde ese momento Miranda no volvió a saber de él, teniendo que valerse por sí misma.

Después de un día agotador, una familia la aceptó en su casa para que hiciera el aseo a cambio de comida y techo. La vida era difícil pero no podía darse por vencida, las cosas tarde o temprano tomarían otro rumbo.

Una mañana, mientras llenaba unas cubetas del pozo, vió pasar a una pareja de aristócratas.

Inmediatamente hizo una reverencia notando una ligera sonrisa en el rostro de la joven. Enseguida Miranda quedo maravillada con ella, se veía tan elegante y refinada, todo lo contrario a ella que llevaba ropa sencilla con un par de parches en el delantal.

~Disculpa... ¿Puedes darme un poco de agua? Susurró deteniéndose frente a ella.

~Será un placer mi alteza.

~Soy la princesa Lorelei de Belgrado, ¿Cómo te llamas?

~Soy Miranda, solo una simple campesina, sonrió para después estrechar la mano de la joven.

~He venido porque me comprometeré pronto con el rey Roland de Encantia, hemos sido buenos amigos desde la infancia. Le dije que se adelante a saludar a la familia de Zatin ¡Necesito un poco de tiempo libre!, está cabalgata arruina mi vestido. Sonrió alisando su falda.

~Jamás he estado en un castillo, ¿Me pregunto cómo será? Qué placer estar frente a una futura reina, he escuchado mucho sobre Encantia, mi sueño es algún día mudarme a vivir a ese hermoso lugar.

~Cuando lo hagas no dudes en buscarme, te recibiré con los brazos abiertos. Ahora debo irme, seguro deben estar esperándome para comenzar con la ceremonia de compromiso.

~¡Les deseo mucha felicidad!, Sonrió Miranda, mientras observaba cómo aquella joven se alejaba rápidamente en su caballo.

Al regresar a su casa se topó con un joven de cabello negro y ojos azul verdosos, al verlo sintió un flechazo instantáneo. Lo que no se imaginaba era que aquel joven había sentido lo mismo.

La ceremonia de compromiso entre Lorelei y Roland se llevó a cabo sin problemas. La unión entre Encantia y Belgrado era la noticia más sonada entre los reinos vecinos.

Tan sólo unos meses después se llevó a cabo la ceremonia.
Roland se encontraba muy nervioso. A pesar de conocer lo suficiente a Lorelei había algo que lo mantenía intranquilo, como si la desgracia persiguiera su matrimonio.

Miranda por otra parte seguía contemplando desde lejos a aquel joven de cabello oscuro y ojos intensos. Sin saber su nombre, sin haber intercambiado si quiera una palabra. Pero sabía que si era parte de su vida el destino se encargaría de juntarlos.

Un buen día por fin se dió la oportunidad. El joven se acercó a ella con una voz tímida, regalandole un par de zapatos hechos por él.

Miranda se sonrojó y los tomó, notando inmediatamente que los que suyos estaban tan desgastados que se asomaban algunos dedos de sus pies.

Al darse cuenta de ésto soltó una risita nerviosa encontrándose nuevamente con la mirada del joven.

~Te lo agradezco, pero no debiste molestarte.

~Noté que te hacían falta, no es molestia para mí. Los hice especialmente para ti, espero que te gusten y si alguna vez necesitas algo, ¡Lo que sea! No dudes en pedírmelo.

El joven emprendió su camino y Miranda se abrazo rápidamente a los zapatos.

~¡Espera!, Gritó haciendo que el joven girará. ¡Aún no sé tu nombre!

~Soy Joseph, nos vemos luego Miranda sonrió para después seguir su camino.

~¿Y cómo sabe mi nombre? Pensó para después sonrojarse.

Un año pasó rápidamente. En el castillo de Encantia se daba un gran baile por la noticia del embarazo de la reina. Todos los nobles habían asistido para dar regalos y felicitaciones a la pareja.

~¡El pie me creció!, ¡Necesito nuevos zapatos! Gritó Lorelei haciendo que Roland se exaltara.

~¡Te compraremos nuevos zapatos!, las emociones fuertes no son buenas para el bebé, recuérdalo Lorelei.

~Quiero al mejor zapatero de todos los reinos.

~Ese sería Joseph de Zatin. Comentó Balleywick haciendo que la reina soltará una sonrisa.

~¡Traiganlo aquí!

La historia no contada de Roland y MirandaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora