Una linda niña.

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La fiebre de Sofía no bajaba, al contrario, iba en aumento.
Miranda se encontraba desgastada, pero no podía dormir hasta que su hija descansará. El dolor que sentía era indescriptible y totalmente normal, toda madre que amara a su hijo sentiría lo mismo.

El rey Roland permanecía a su lado apoyándola y ayudando en lo que necesitara, ¡No podía abandonarla en un momento tan delicado!

~¡No sé qué pasa! Sofía suele ser una niña muy sana.

~¡Tranquila Miranda! Ella se recuperará.

Balleywick entró de golpe a la habitación haciendo que se sobre saltaran.

~Su majestad, si me permite Cedric conoce una planta que podría curar a la niña.

~¿De verdad? Dile que la traiga de inmediato.

~El problema es que debe buscarla en las grutas espinosas y no suele ser un camino fácil.

~Por favor pídele a Cedric que lo haga, a este paso Sofía seguirá empeorando.

Balleywick asintió y tocó en la puerta descuidada que daba paso al taller del hechicero.

El hombre abrió con molestia, ¡Odiaba que se le interrumpirá mientras preparaba pociones nuevas!

~Señor Cedric, el rey me pidió que buscara la flor de la que me habló ayer.

~Estoy muy ocupado, iré después. Habló el hechicero moviendo sus manos despectivamente.

~Por favor... La pequeña que lo necesita está cada vez peor... Sus fiebres son altas.

El hechicero no se encontraba muy convencido, pero en el fondo era bueno y no podía soportar la idea de que una niña sufriera. Al fin y al cabo él tenía una sobrina por la que haría cualquier cosa.

A la mañana siguiente después de una noche llena de disputas y peligros
el hechicero llegó a la casa de Miranda con la poción.
Roland lo recibió con un abrazo y Cedric no pudo evitar ver a la pequeña niña que se encontraba recostada sobre la cama.

Era muy pequeña y frágil. Enseguida sintió ternura por ella, pero disimuló cambiando su rostro por uno de frialdad.

Miranda hizo que Sofía tomara la poción. Aunque se encontraba dormida tragó todo el líquido rápidamente.

El hechicero hizo una reverencia al rey y regresó al palacio.
Sofía abrió los ojos y sonrió débilmente a su mamá.
Miranda la llenó de besos y agradeció a todos por su ayuda.

~Roland te agradezco que te quedarás toda la noche cuidando a Sofía.

~No es nada Miranda, ella es como mi hija y daría lo que fuera porqué se encuentre mejor.

~¡Tengo algo para ti! Espera y lo verás. Salió corriendo a la cocina.

Roland la siguió quedando recargado en el marco de la puerta.
Miranda estaba tan agitada que ni siquiera notó su presencia y al intentar salir, chocó con él.
Roland la sostuvo de la cintura para evitar que se cayera.
En un momento ambos se miraron a los ojos y con un movimiento rápido la acercó a él para sumergirse en un largo beso.
Miranda dejó caer un pequeño vaso de porcelana que se encontraba en sus manos. A pesar del ruido que esto causo, la pareja seguía envuelta en la felicidad de estar juntos.
Lo único que podían pensar en ese momento era en estar entre los brazos de la persona amada y sentir sus labios tan suaves y delicados que daban la impresión de estar en el cielo.

Cuando el beso se dió por terminado, se quedaron viendo fijamente a los ojos como si nada más existiera en el mundo, pero un vidrio pisado hizo que Miranda volviera a la realidad.

~¡Qué torpe soy! Habló levantando los pequeños pedazos que se encontraban regados por todo el suelo.

~Te ayudaré Miranda.

~No te preocupes son solo unos cuantos vidrios y podrías cortarte.

~¡Oh por favor! He luchado contra criaturas mágicas, unos cuantos vidrios no serán nada para mí.

Roland comenzó a tomar los cristales con sus manos. Uno rasgó su mano, pero sonrió para demostrar que podía ser capaz de recogerlos sin ayuda.

~Rolly esto no es lo tuyo, yo debo hacerlo. Aunque intentes esconderlo sé que te has hecho daño.

~Ahora que lo sabes, ¿Podrías curarme? Chilló frotando su herida.

~¡Siento como si tuviera un hijo más!

Rolland le hizo una mirada tierna y la joven no pudo evitar darle un pequeño beso en los labios.

Después de desinfectar y curar su herida. Miranda llevó hasta él un pequeño panqué de moras. Roland sonrió emocionado y comenzó a comer.

~¡Nunca había comido nada igual!

~Oh por favor seguro los cocineros del palacio son mejores que yo.

~Nadie tiene ese toque hogareño que tienes tú. Gracias a ti he conocido cosas nuevas, me he dado cuenta que vivía en un mundo lleno de reglas dónde debo parecer perfecto y nadie piensa en mi, pero tú eres la única que se preocupa por lo que pienso y como me siento ¡Y eso me encanta! Podría estar toda mi vida a tu lado y conocer la otra cara de la vida.
Sé que al principio no te acostumbraras a vivir en el palacio, pero con el tiempo todo saldrá bien.

~Rolly.... ¿Qué intentas decir?

~Miranda... Quiero que te cases conmigo. Llevo planeando este momento desde que te conocí y lamento las circunstancias en las que te lo estoy pidiendo pero sé que estando a mi lado puedo protegerlas y quererlas como se merecen.

~Yo...Yo... Miranda recordó la propuesta de su querido Joseph y no pudo evitar derramar una lágrima. Pero enseguida llegó a su mente aquel sueño que tuvo unas semanas antes y sintió como si él estuviera a su lado apoyándola y animandola para que aceptará.

~¿Qué me dices? ¿Te gustaría ser la reina de Encantia?

~¡Pero por supuesto Rolly! ¡Claro que me casare contigo!

Miranda saltó a los brazos de Roland y él comenzó a darle vueltas alrededor de la habitación.

Sofía caminó lentamente hasta la cocina y se alteró por la conmoción.

~Sofia cariño, ¡Nos casaremos!

~¡Felicidades mamá!, ¡Felicidades rey Roland!, Estoy muy feliz por ustedes.

~Gracias Sofía, ahora solo les daré la noticia a mis hijos. ¡Sé que te llevarás bien con ellos!

~¡Muero por conocer a la princesa Amber!, Es tan hermosa y educada.

Roland sonrió nervioso y acarició los cabellos de Sofía.

~La fecha de la boda será en dos semanas. ¿Qué te parece Miranda?

~Demasiado pronto, no tendría tiempo para confeccionar mi vestido, además debo planear todo.

~No te preocupes por eso, nuestra modista real se encargará. Tu solo disfruta el momento.

Miranda salió hasta la puerta con Roland y este volvió a besarla apasionadamente.
Hubieran permanecido así para siempre si las obligaciones como rey no lo mantuvieran tan ocupado.

~Vendré por ti mañana. Habló guiñándole el ojo.

~Te esperaré. Contaré cada minuto que me encuentre lejos de ti.

Sofía salió para abrazarse de la cintura de su madre.
Juntas vieron como el rey Roland se alejaba rápidamente en su carruaje.

~Mamá ¿Qué me pasó?

~Tenías fiebre, pero el hechicero real “El señor Cedric" fue hasta un lugar muy peligroso para traerte una poción que te ayudó a mejorar.

~Mmm el señor Cidric....

Amber seguía dando vueltas en el palacio. Había pensado toda la noche en lo que le diría a su padre por descuidarla.
Pero al llegar vió su rostro tan iluminado que solo pudo callarse para escuchar una explicación.
El rey corrió hacia ella y la cargó para girar danzando alrededor del salón. La rubia sacó su abanico y comenzó a bailar con su papá ¡Se sentía feliz de recibir su atención y sus cariños!

La historia no contada de Roland y MirandaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora