Capitulo Xll

1K 44 7
                                    

Después de que Peeta se fue no salí del baño en el resto de la madrugada. Desperté en el frío piso del baño y con las mejillas medio húmedas, me había quedado dormida llorando, esperando que Peeta llegara a consolarme porque él era el único que me podía consolar, pero no lo hizo.

Bajé con la cara aún tirante, el rastro de las lágrimas y con los ojos hinchados de tanto llorar. Sin darme cuenta estaba en la cocina y caminé por ella con la mirada pérdida buscando algo que comer.

Cuando estaba pasando por la mesa de diario, lo vi, había un pastel con los colores favoritos de Peeta y míos que tenía escrito con cuidado “Te amo Katniss”. El mundo se me cayó a los pies en sólo ver el mensaje que había dejado Peeta, no podía con eso y simplemente me dejé caer en una silla que estaba cerca de la mesa y lloré de nuevo.

-Peeta, yo…yo también te amo, te amo… tanto.- Era un dolor insoportable en el pecho que solo me permitía hablar entre sollozos.

Encerrada en mi mundo, pensando que Peeta a tan sólo metros, estaba tan lejos de mí, dejándome indefensa. Después de la vuelta al doce, la Katniss fuerte, la que lideró su familia desde los doce años, la que salió viva dos veces de la arena de los juegos del hambre, se había escondido y rendido, y sólo se sentía completa con una persona y esa persona, seguramente no la volvería a complementar jamás.

Entonces la puerta principal se abrió. Claramente Peeta no se había tomado la molestia de echarle seguro a la puerta y la verdad, ya no me importaba lo que pudiera entrar, ya no.

Desde la cocina vi una cabellera pelirroja asomarse por la puerta. Dio vuelta la cabeza y me vio. Era Annie con su pequeño hijo en brazos y una maleta bastante grande a sus pies. Su mirada se tornó de curiosa a preocupada.

-Kat…Katniss ¿Qué te pasó? ¿Estás bien?

Se me acercó dejando la maleta afuera pero con su hijo aún en brazos.

-Nada Annie, tranquila, yo sólo… estuve picando cebolla antes, eso es todo.- Le mentí ofreciéndole una sonrisa forzada.

Claro que no me creyó ya que no había ninguna cebolla o algún cuchillo cerca como para probarlo, pero lo dejó pasar.

-Enserio, sólo que ya lo guardé todo.-En eso, me fijé en el pequeño bebé en sus brazos.

-¿Es tu hijo?- ¡Estúpida!¡Claro que es su hijo!

-Sí, se llama Finnick, Finnick Odair Cresta.-Dijo con orgullo y algo de nostalgia.

-¿Puedo?- Dije haciendo ademán de tomar a Finnick.

-Claro, mira Finnick, ella es Katniss, nuestra amiga…Anda, salúdala.-Le dijo Annie a su hijo.

Cuando lo tomé, él se acomodó en mis brazos y abrió sus ojos color esmeralda. Era impresionante que para ser tan pequeño, fuera una copia idéntica de Finnick.

-Es adorable, es muy parecido a Finnick.

-Sí, lo es. Y dime ¿Cómo estás con Peeta?

Se me apretó el corazón y desvié la mirada de Annie para concentrarme en las manos de Finnick.

-Emm, Annie, la verdad no quiero hablar de eso.- Dije aún con la mirada gacha.

-Oh claro, comprendo. Bueno, cambiando de tema, ¿Supongo te preguntas que hago aquí y por qué llegué tan repentinamente?- Dijo claramente incómoda.

-De hecho, sí.

-Bueno, yo quería pasear por Panem con Finnick y decidí empezar con los distritos de nuestros amigos más cercanos y así aprovecharan de conocer a Finn.

-Ah, claro. Annie, ¿Se te antoja algo? ¿Un té o un café?

-Claro, gracias, ¿Un té quizás?

-Como gustes.- Le dije con mi mejor sonrisa (o la que podía gesticular al momento)

Le entregué a Finnick con cuidado y me dirigí a la cocina dándole la espalda. Recordar a Finnick, mi amigo, me hizo pensar en los juegos y en la rebelión y todos los que murieron por mí culpa. Me aguanté lo mejor que pude las lágrimas, ya había llorado mucho últimamente y no tenía ganas de parecer una niñita llorona, yo no era así, o al menos no solía serlo.

Preparé la bandeja con dos tazas de té y un tarrito con azúcar. Cuando fui a la alacena me di cuenta que no tenía ni una migaja de pan que darle de comer a Annie, ni galletas, ni pan, ni nada. Peeta me tenía acostumbrada a despertarme con un desayuno recién hecho y hecho por él. Tomé la bandeja y me dirigí al comedor.

-Annie, tengo un problemilla.- Dije dejando la bandeja a su izquierda.

-Oh Katniss, no te preocupes, puedes contármelo. Somos amigas y las amigas se ayudan.- Dijo apoyando su mano en la mía como para transmitir paz y protección.

Amigas, nunca había tenido verdaderas amigas ya que no era muy buena socializando. Bueno, tenía a Madge pero ella ya no estaba, otra persona que no estaba por mi culpa.

-Gracias y tranquila que no es grave. Sólo que no tengo nada para darte de comer y yo no soy la cocinera, Peeta lo es.- Dije algo avergonzada por tomar eso como un problema.

-¿Ese es el problema? Ay Katniss, no importa, juro que el té ya me es suficiente. Pero si insistes, puedo preparar una tarta muy típica en el distrito cuatro.

Le di una sonrisa de agradecimiento, pero seguro que por todo ese tema de Peeta y todo lo que había llorado, pareció una mueca insegura más que una sonrisa.

-¡Hey! No me pongas esa cara, no soy mala cocinera y no tiene pescado. A Finnick le encanta, ¿No cierto cariño?- Le dijo a su hijo dándole besitos en las mejillas.

 La tierna escena me hizo borrar la mueca de mi cara, luego Annie subió la mirada ya que yo me la había quedado mirando. Para evitar más contacto visual, me paré y la dirigí a la cocina para que ella hiciera su tarta. Yo fui la primera en entrar y Annie entró con Finnick pisándome los talones.

-Bueno Annie, aquí hay de todo para que hagas tu tarta.

-Gracias Katniss, verás que no me demoro nada.

De repente, Finn comenzó a moverse descontroladamente en los brazos de Annie, como tratando de alcanzar algo.

-Cariño, ¿Estás bien?

Miré detrás de Annie para ver que tanto le llamaba la atención a Finn. Me encontré con el pastel de Peeta que antes había estado evitando para no echarme a llorar.

-¿Con que no cocinas Katniss?

-No lo hice yo, o sea, lo hicimos ambos pero él me ayudó mucho.

Parecía realmente estar impresionada y Finn también al parecer porque no le quitaba los ojos de encima.

-Peeta jamás perderá su talento, ¿Recuerdas el pastel de mi boda? Era sencillamente impresionante.- Dijo recordando ese momento.

Algo se movió en mí al recordar aquel momento. Yo estaba feliz por Finnick y por Annie pero también deprimida por el estado de Peeta, que debía de estar lejos de mí para no hacerme daño. Clasifiqué el momento como un recuerdo agridulce.

-Sí, era realmente precioso. Hey Finn, qué buena idea.- Dije dirigiéndome al pequeño.

-¿Qué idea?

-Finnick encontró algo que podamos comer.

Para ser tan pequeño, igual se veía emocionado por la idea del pastel. Traté de parecer “feliz”  elresto de la tarde, comiendo pastel y jugando con Finnick pero la verdad, por dentro me estaba rompiendo a pedazos.

Cambiando Página (Katniss & Peeta) [CANCELADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora