Regresar|Libro II #Wattys2018

7.

-¿Segura que no quieres bailar?

Erin negó con una sonrisa por milésima vez. Lena asintió derrotada y se unió a la muchedumbre en la pista. El ambiente estaba de lo mejor, nada que se le pareciera al baile que tanto se proyectaba una y otra vez en su cabeza.

-Ese desastroso baile -susurró para si misma.

Estaba en aquel baile, en aquella mesa completamente sola. Y mientras veía a las parejas ir y venir se dio cuenta de algo, de una verdad dolorosa: así sera el resto de mi vida. Se quitó el molesto antifaz por milésima vez y se talló los ojos cuidando no parecer un mapache. Salió del salón y fue a un lugar más tranquilo, sacó el móvil de la bolsa y marcó el número de su abuela.

Espero unos segundos en la línea.

-¿Diga?

La voz de su abuela le reconfortó de inmediato.

-¿Abuela? Soy Erin. ¿Mamá esta cerca?

-No, se ha ido a dormir -respondió tranquilamente-. ¿Cómo estas, mi niña?

-Fue bueno volver a verlos, ha sido maravilloso. De verdad.

-¿Pero..?

Erin hizo una pausa tratando de contener el llanto. Respiró hondo.

-Es muy difícil. Nadie me recuerda, y eso mismo ha lastimado a Erik de una manera desconcertante. El esta muy mal, aún más que yo.No... no puedo quedarme.

-¿Estás completamente segura?

Negó con la cabeza aprovechando que no podía ser vista por su abuela, le mintió así porque si estuviera frente a ella habría sido descubierta.

-Completamente -respondió-. Mañana tomaré el primer autobús de la tarde.

-No se lo diré a tu madre,sólo por si cambias de parecer.

-Gracias, abuela.

-De nada, duerme bien mi niña.

Y cortó la llamada. Se reflejó en su móvil, tenía los ojos tristes, llorosos. Respiró hondo una vez más tratando de calmarse,pero cuando se dio la vuelta para volver, se quedó sin aíre nuevamente.

-¿Estás bien?

Erik estaba delante de ella, inspeccionándola con la mirada. Curioso. Le cuestionó una vez más con los ojos y ella asintió. Se aclaró a garganta y dijo:

-Lo estoy.

-Hmm -Erik asintió no muy convencido-. ¿Puedo hablarte de algo un momento? ¿Afuera?

Erin asintió lentamente y lo siguió por el pasillo hasta el recibidor. Y así mismo, del recibidor hasta la salida. Se sentaron en una de las banquitas del jardín, ahí no había nadie más que los guardias de seguridad, allá a lo lejos en la entrada. No hacía frío, el aíre era cálido así que ninguno sintió escalofríos debido a ello.

Pero si por algo más.

-He recordado algo -dijo armándose de valor-. Escucha, te lo digo a ti porque pareces entender mi situación, no quiero decírselo a Caitlin porque Estefa y Eizabeth dicen que la estoy volviendo paranoica. ¿Puedo contártelo?

-Aja -asintió nerviosa.

-Ella... -hizo una pausa-, la chica de la que te hablé...

Hizo otra larga pausa, jugueteó con sus manos nervioso y después los ojos se le humedecieron. Erin comenzó a asustarse, las extremidades se le congelaron y no pudo hacer ni un sólo movimiento.