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Erin abrió los ojos lentamente, sintió un dolor agudo en la cabeza y se quejó haciendo una mueca. Se encontraba sentada sobre el frío suelo, lo supo de inmediato. Cuando quiso mover las manos, se percató con horror de que estaban atadas hacia su espalda en alguna especie de tubo. Observó a su alrededor un sótano, apenas iluminado, el vestido tenía pequeñas manchas de sangre ya de color café y sus pies descalzos mostraban moretones verdes y morados.

Sabía que la sangre de su frente había escurrido hasta sus labios cuando al tragar saliva, sintió el sabor metálico que le resultaba tan conocido.

Forcejeó en vano tratando de liberarse, pero una voz detrás de ella la detuvo en seco.

-No luches, sólo lastimarás tus muñecas.

Reconoció la voz, pero esta vez con un matiz más femenino que todas aquellas ocasiones.

-Ya están lastimadas -respondió secamente sintiendo el dolor en ellas.

Pudo escuchar como se movía. Su respiración se agitó, esta vez no estaba en su cabeza, sino ahí, detrás de ella.

-Por fin tengo bajo mi poder a la reina de ojos azules -la voz se burló.

-Ya no soy la reina de ojos azules -contraatacó-. Perdí mis poderes gracias a ti. Y no sólo eso, también a la gente que amo.

-No fui yo, Erin -respondió. La chica notó el matiz de sinceridad en su voz.

-Mientes -respondió inmediatamente.

-Yo nunca miento.

-Dijiste que no poseías forma humana -gritó tratando de girarse a verla, el amarre era tan fuerte que no lo logró y en cambio sintió que la soga le quemaba las muñecas.

-Y no la poseía -dijo tranquilamente-. Pero me dejaron libre tanto tiempo, pensando que habían acabado conmigo, que tarde o temprano terminé tomando mi forma.

-¿Cómo eres? -preguntó la chica-. Quiero verte.

-Oh, no no no -negó riendo-. Esperaré a que sea la hora del show.

Erin no entendía que lograba con todo este espectáculo montado con gran precisión. Así que hizo la pregunta que tanto le atemorizaba:

-¿Vas a matarme?

La persona detrás de ella se rió.

-¿Tú que crees?

-Entonces, ¿por qué no me matas de una vez y acabamos con todo?

-No es tan fácil, mi reina. Primero tengo que deshacerme de alguien y obviamente atraer a todos tus amiguitos a tu rescate, para así deshacerme de todos de una vez por todas.

Erin se pegó en la cabeza con el tubo a sus espaldas y frunció el ceño.

-Ellos no vendrán -aseguró.

-No estés tan segura.

Hubo largos minutos en silencio, parecía estar sola en aquella habitación. Lo sentía así hasta que se movía o escuchaba su respirar y entonces la alarma mental se volvía a encender.

Debió de haberle hecho caso a su madre, no debía de haber vuelto a Bibury. Ella solo era capaz de ocasionar problemas. Incluso aquella tarde que su padre murió, él volvía del trabajo porque ella estaba enferma. Fue por la madrugada, cuando la carretera era más peligrosa y oscura. Debería haber vuelto por la mañana, sin embargo volvía antes porque su pequeña vomitaba sin parar y tenía fiebre, aparentemente de la nada. Incluso cuando avisaron sobre al accidente, ella ya se sentía mejor.

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