Martes 20 de Mayo del 2014

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Y de la nada los minutos se convierten horas, sabes que hay color en el mundo, sabes que no eres gris, sabes que tu corazón siente y eres feliz por ello.

Ayer durmío al arrrullo de un suave violín que hasta altas horas de la madrugada sonaba en alguna parte de la calle, sonaba alegre pero algo dentro de ella le decía que era todo lo contrario, por alguna razón le parecío la tonada mas triste del mundo, a pesar de eso, era la sinfonía mas bella que había escuchado.

La mañana dictaba fria, más no muy nublada, salío de casa temprano como simepre; ahora caminaba con una sonrisa en la boca, le había sonreído,¡Le había sonreído! , fue toda una perfecta sincronía, como un suave bals, como tocar un arpa, como andar sobre nubes de algodón; suave y lentamente como si con la mirada se conocieran instantaneamente. Sabía que era algo más que una simple casualidad y a pesar de eso no lo quería creer.

Llegó al ya usual lugar, y había ahí una frase, sabía que era para ella, y se limitaba a mirar. La mayoría de las personas pasaban y la veían, pero como si el universo quisiera que solo ella la tomará, todos pasaban de largo sin siquiera molestarse en darle una segunda mirada.  Usualmente cuando son cosas extraordinarias todo el mundo las nota, todo el mundo se arremolina y lucha por apenas ver aquella cosa tan extraordinaria, sin embargo para ella...para ella era un pequeño detalle.

Pero no la mal entiendan, al final cuando uno ve hacia atrás se da cuenta que los pequeños detalles son enormes en realidad y cada uno se encuentra en un lugar especial en el fondo del alma, sabemos su duración exacta, las personas presentes, las tonterías hechas, las risas, el viento, la felicidad, inclusive hasta las palabras más relevantes dichas. Es por eso que para ella es un pequeño detalle...porque los grandes, esos se pierden debajo de la cuidad estrellada, junto con los de las demás personas.

Ahí justo en la entrada del parque sobre la avenida se encontraba un cartel, podría pasar desapercibido de lo pequeño que era, pero la frase era lo que llamaba la atención, una frase que llenaba el alma, decía así:

"Debí de huir a la primera mirada, pero quise quedarme a ver esa sonrisa que me llena de vida"

Sus mejillas se volvieron rojas de nuevo, eso le provocaba el recordar sus ojos conectados, durante ese instante, tan solo uno y el mundo se paro.

Tomó el cartel entre sus manos y miró alrededor...y justo como a unos cinco metros estaba él, viéndola, sonriendo de nuevo. Los autos se fueron, las personas desaparecieron, el bullicio de la cuidad de había esfumado, solo estaban esos ojos verdes y ella, no supó si abrazarlo o salir corriendo, por lo tanto apenas alcanzó a permanecer ahí, de pie.

Se acerco a ella, no se movío, nunca supó si fue porque de verdad no sabía que hacer o porque de verdad quería quedarse ahí. Le dió un pequeño paquete, de esos envueltos con papel café y un cordón, después se dio media vuelta y desaparecío por la avenida. El mundo volvío tan de repente como esa sensación que tienes cuando te cae un balde de agua fría.

Se quedó un rato más, tampoco supó si reir o llorar, si correr o gritar...probablemente terminaría haciendo todas, sin embargo solo miró el paquete y fue directo a casa.

Eran las tres de la mañana y aún no sabía si abrir el paquete, dieron las cuatro y su curiosidad ganó, desató el pequeño nudo que tenía, el papel se desplomó a los costados...ahogó una expresión de sorpresa. Era un libro.

No cualquier libro, era aquel que tanto quería, el que había visto en la venta de garage, lo hojeó, un par de lágrimas salieron, era increíble, y ya cuando llegó hasta atrás...otro mensaje:

"Mañana, Cafeteria "What If" a las 8:30, por favor...no falte"

Viola

Y esa mañana antes de salir tomó el libro, lo miró y supó que era el indicado. Una edición ya vieja con las páginas amarillentas y un olor peculiar dentro de sus páginas, tomó un bolígrafo, escribío algo en la parte posterior y lo envolvío con sumo cuidado.

Tomó la nota que había preparado la noche anterior y salío, la mañana estaba helada. Caminó por la misma calle de siempre y a pesar de eso la gente lo veía diferente, le sonreía y lo comprendío inmediatamente. Cuando uno esta enamorado irradia amor por todas partes y eso las personas lo notaban y se les contagiaba tal sentimiento. Cuando uno esta enamorado sonríe diferente, ríe diferente, inclusive dureme diferente o quizá hasta ya no duerme y el café es ahora más amigo que nunca. El día, el día era hermoso. Llegó al lugar de siempre y manos a la obra su plan.

Tardó más en llegar de lo que esperó, pero eso no importaba por ella era capaz de esperar cien vidas para caminar apenas una a su lado.

Vio el cartel, y supo que era para ella, lo vío a él y supo que también era suyo, miró sus ojos cafés. Dicen que cuando estas enamorado es capaz de ver el mar en un par de ojos marrones. Él  en sus ojos ve el mar, el cielo, la tierra, las estrellas. Puede ver el universo entero.

Sus pies parecían de plomo, a cada paso tenía ganas de rendirse, pero siguío hasta ella. Miles de pensamientos lo atacaron, algunos buenos, otros malos, ya no importaba, la suerte estaba echada. Tomó con aún más firmeza el libro como si le diera seguridad. A cada paso que daba las personas desaparecían, la cuidad se iba desvaneciendo, no sabía el porque ni como, pero al parecer al estar junto a ella el mundo se iba, sólo éran dos y el universo en sus ojos. Con eso podía vivir él; a cada paso que daba los autos se apagaban, las personas se difuminaban a tal punto que ya solo eran dos. Podía oir el palpitar de su corazón, cada vez más y más rápido, al igual que su respiaración.

Ella tenia una cara de sorpresa, no salieron palabras de su boca, no fue necesario, no había porque hablar, con eso les bastaba para entenderse, el silencio. Le tendío el paquete esperando que no lo rechazara subitamente y que todas sus ilusiones cayeran al piso. Lo tomó, algo insegura pero lo hizo. Se limitó a dar media vuelta y regresar al ruido incesante de la cuidad. 

Caminó lento a casa aún tenía en mente su perfume que alcanzó a percibir, olía a vainilla y a café. Del último era obvio que no venia embotellado, de seguro bebió una taza o dos antes de venir lo cual solo hacia más que emocionarlo más por aquella chica. Aún más porque mañana por fin sabría su nombre, porque ella merecía eso, sus insomnios, sus sueños, el vértigo que ocasionaba verle a los ojos, el cosquilleo que sentía al tenerla cerca, esa chica merecía la vida.

Llegó a casa, y ahora la vió diferente, no sabía si entraba más luz, o si simplemente ahora el ambiente era menos denso; de lo único que estaba totalmente seguro era de que mañana podría ser el chico mas feliz sobre la tierra. Tomó su violín y lo tocó hasta que se hartó, vió las estrellas y una fugaz surcó el cielo, no es de los que cree en los milagros, ni en los deseos de cumpleaños mucho menos en una estrella fugaz. "Pero después de perderse en la inmensidad de esos ojos pones en duda tus conocimientos y creencias...no tengo nada que perder"-dijo, cerró los ojos y pidió un deseo,

Derek

De amor y otros sentimientosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora