Nota de la autora:
Hemos llegado al final de esta historia, siempre me da pena terminar historias, pero es lo que toca. Aquí os dejo el epílogo, espero que os guste. ¡Muchos besos! Nos seguimos leyendo en el resto de mis historias
Iba agarrada de su mano, era un día cualquiera, soleado, en Madrid.
Teníamos que evitar a la gente porque las aceras estaban repletas.
Los turistas venían buscando el sol y nosotros intentábamos huir de él poniéndonos a la sombra y comiéndonos un buen helado.
Yo le miraba completamente embelesada como siempre había hecho y como había hecho desde aquel día en Brasil en el que todo se arregló.
Mis pensamientos divagaban en busca de todos los buenos recuerdos vividos con él, eran demasiados y mientras que intentaba averiguar cuál era el mejor de todos, estaba agarrada de su mano y su mirada me trasmitía calor y cariño, su mirada hacía que me ruborizase porque me miraba como si el mundo entero estuviera en mí, pero es que era cierto, yo era su mundo y él era el mío.
-Dime por qué eres tan maravillosa.
-Y tú dime por qué eres tan increíble.
Los dos reímos.
Nuestra relación se basaba en mirarnos como si nada existiera a parte de nosotros y de querernos hasta matar.
Él era mío y yo era suya, pero no en un tono posesivo. Éramos libres, cada cual tenía su camino y su destino, pero éramos nuestros, yo era suya, él era mío. Éramos dos pájaros libres que al final deciden volar juntos uno al lado del otro y son suyos. Éramos dos hojas arrastradas por el viento que acaban agarradas de manera inesperada. Éramos, éramos y somos. Y seremos. Porque si no somos, qué será de nosotros. Porque si no seremos, no vale nada la pena. Porque somos nuestros, porque juntos todo es mejor, porque vale la pena si es contigo y porque te vale la pena si es conmigo. Pero quien realmente vale la pena eres tú, solamente tú, querido Marcus.
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Eras tú
RomanceHistoria sobre Marcus y Ella. Era necesario escribir una historia así.