Capítulo 1

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Nota de la autora:

¡Buenas! Hoy os traigo el primer capítulo. ¡Espero que os guste! Fotito de Marcus en la multimedia.


Me encuentro sentada en la verde hierba, respirando el aroma de la sierra y contemplando el gran pantano que tengo ante mí. En Madrid hay muchísimos pantanos a los que puedo acudir, pero este tiene algo especial para mí. Tal vez sea porque está más cerca de mi casa y puedo venir andando por el pequeño bosque sin necesidad de coger el coche, tal vez sea porque pocas veces hay personas por aquí, solo un chico entrenando y su entrenador con él, él monta en piragua y no hacen demasiado ruido por lo que soy capaz de encontrar mi calma todas las mañanas antes de enfrentar un duro día en la universidad. Estudio psicología y es algo difícil tener que entrar todos los días en la facultad sabiendo que algún día alguien dependerá de ti y que tienes que intentar ser la mejor. Pero es lo que me gusta, es mi pasión y no voy a abandonarla, solo tengo que encontrar algo que me dé paz cuando estoy muy saturada y mis paseos mañaneros por este pantano son mi paz.

Comienzo a caminar, pateo algunas piedras y me agacho a recoger algunas flores que luego pondré en agua. Me encantan las plantas y las que hay por el pantano son todas preciosas. Pateo más piedras hasta que sin querer llego casi al lado del entrenador del chico que monta en su piragua, el chico de la piragua parece joven y entrena bastante duro, seguro que tiene alguna competición importante.

Decido finalmente acercarme al entrenador, tengo curiosidad por saber para lo que entrena, pero paso de largo porque mi timidez no me permite decir nada.

-Hola.- El entrenador se dirige a mí.

-Hola.- Susurro tontamente y continúo mi camino.

Él se queda extrañado. Si el piragüista es alguien importante, seguro que piensa que soy una fan loca que me he enterado donde entrena y he ido a verle, pero que luego no he sido capaz de decir nada, pero no conozco a ninguno de los dos de nada. Solo les suelo ver cada mañana cuando paseo por aquí y nunca me he acercado tanto como hoy.


-Ella.- Giselle, mi compañera de clase y también una de mis grandes amigas se dirigió hacia a mí cuando estaba sumida en mis pensamientos.

No voy a engañar a nadie, estaba pensando en que quizás debería hablar con el chico y su entrenador. Compartimos cada mañana el mismo pantano y parecen amables, al menos el entrenador.

-¿Estás ahí, Ella?- Pasó una mano por delante de mi cara.

-Sí, Giselle, solo estaba pensando.- Me mordí el labio inferior.

-¿En qué pensabas?

Llevé las manos a mi cara y apoyé mis codos en la mesa intentando sujetar mi cabeza porque esta mañana me había levantado muy pronto, solo por ir al pantano.

-Nada, en que ahora tenemos clases y solo quiero dormir.

Giselle pasó uno de sus brazos por mis hombros.

-¿Hoy también has ido al pantano?- Preguntó ella dulcemente.

Asentí sonriendo.

Aunque me tenía que levantar pronto y luego estaba algo cansada, era donde me gustaba estar, donde me encontraba tranquila y me relajaba, era mi sitio favorito.

-Tal vez debes de dejar de ir porque siempre vienes con sueño y cansada.

-No voy a dejar de ir y lo sabes.- Respondí.

-Bueno, solo lo decía porque necesitas descansar algo más.

-Estoy descansando, solo que no me gusta estar en clases tan temprano.

-Dormilona.- Rio Giselle.

-Fue a hablar quien se pasa la vida tumbada en la cama.- Reí y la empujé hacia la izquierda.

-¿Qué hacéis, chicas locas?- Martín, nuestro mejor amigo acababa de llegar.

Él siempre nos decía "chicas locas" porque nos gustaba siempre estar haciendo locuras, era algo que nos caracterizaba.

-Solo reír.- Contesté yo.

-Anda, vamos a clase.- Martín nos agarró a las dos del brazo y tiró de nosotras para que nos levantásemos del banco donde estábamos sentadas.

Durante las clases no hice mucho caso porque me pasé el día pensando en el chico del pantano. Le había visto desde lejos solo, pero parecía rubio, con musculosos brazos y siempre llevaba unas gafas cuando entrenaba por lo que no había visto bien su rostro.

Solo deseaba que llegase mañana para poder volver al pantano y verle, esta vez intentaría hablar con su entrenador.

Había algo en ese chico que me gustaba, me daba buenas sensaciones y que entrenase en el mismo lugar donde yo paseaba me hacía pensar que teníamos algo en común. Quizás la tranquilidad, tal vez la naturaleza o quien sabe, quizás las ganas de hacer un sueño realidad, un sueño por el que has luchado toda tu vida y no tienes otra meta planteada.

-Deberíamos ir a tomar algo antes de irnos a nuestras casas.- Sugirió Giselle.

-No, chicos, tengo cosas que hacer.

Quería irme a casa, estudiar y hacer todo cuanto antes para poder descansar y mañana levantarme temprano para ir al pantano, no quería perder tiempo esta tarde.

Eras túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora