Fran Bow

Capítulo 4: Parte I Mi amigo imaginario (Parte 1)

- ¡Oh, cielos! ¡La puerta se ha abierto! Guau... ¡Interesante! Vamos, Sr. Medianoche, ¡descubramos dónde estamos!

La puerta desapareció detrás de nosotros.

- ¡Oh, Fran! Espero que pronto encontremos nuestra casa. ¡Estoy hambriento! – Mencionó gatito.

- ¡Sr. Medianoche, mira! ¡Creo que estamos al otro lado del puente! ¿Recuerdas? ¡Aquel que intentamos cruzar antes de caer en Ithersta!

- ¡Sí! ¡Lo recuerdo!

- ¡Genial! ¡Sigamos adelante, gatito! ¡Ahora debemos ir con cuidado!

Al avanzar, me percato que en el suelo había un frasco con contenido dentro, el cual parecían ser mis pastillas; me incliné para tomarlas, pero estas se fueron... ¿caminando?

- ¡Gatito! ¿Has visto eso? ¡Las pastillas se han movido solas! – Comenté sorprendida.

- ¡Sí! ¡Creo que es bastante extraño! – Respondió.

Seguimos avanzando y más allá había un letrero que ponía "casa", supuse que mi hogar estaría en esa dirección. Nuevamente el frasco con las pastillas se encontraba en el suelo; al intentar tomarlo, estas fueron arrastradas por un cordel. ¿Acaso querían enseñarme el camino a casa?

Avanzamos aún más y llegamos a un lugar donde habían muchas hojas en el suelo, junto a ellas estaban las pastillas otra vez. Sr. Medianoche pasó sus patas sobre ellas y me miró indicando que estas no se moverían, así que me acerqué a tomarlas y una red oculta salió del suelo quedando ambos atrapados en ella.

- ¡Oh, no! ¡No debería haber tocado las pastillas! ¡Fran mala! ¡Mala, mala! – Exclamé preocupada. - ¡Argh! ¡¿Qué debería hacer ahora, gatito?! ¡Estamos atrapados para siempre!

Revisé mis cosas para ver si tenía algo que nos pudiera ayudar a escapar y vi que traía junto a mí un cuchillo. Lo usé para cortar la red y ambos caímos de golpe al suelo. Al levantarnos, una especie de esqueleto con traje y sombrero se asomó de entre los arbustos diciendo:

- ¿Fran? ¡Ya estás aquí! Bueno... ¡No te esperaba hasta las 2:35! Y como veo, ¡ya no estás atrapada! ¡Interesante! – Decía ese extraño hombre mientras ambos lo observábamos totalmente extrañados. – De todas formas... - continuó. - ¡Deja que me presente! ¡Soy Itward! ¡Tu amigo fiel!

- ¿Itward? ¿Nos hemos visto en alguna parte? ¡Me resulta familiar! – Respondí aún sorprendida.

- Sí. ¡Soy la criatura de la noche! ¡Hemos estado jugando juntos! ¡Te ayudé a recuperar al Sr. Medianoche! ¿Ves?

- ¿En serio? ¡Oh! ¡Creo que las arreglé muy bien yo sola encontrando a mi gatito! – Dije dudosamente. - ¡Ey! ¿No es usted el que volvió locas a las hermanas? – Recordé repentinamente.

- No, ¡yo no volví locas a las hermanas! ¡Ellas creían que era yo! ¿Ves? ¡Pero eso es porque ellas nunca analizaron su interior!

- ¿Qué quieres decir con que "ella nunca analizaron su interior"? – Pregunté inocentemente.

- Ellas me culparon, ¡por no enfrentarse al hecho de que sus padres no las amaban! Pero dejemos de hablar de las hermanas, ¿de acuerdo? – Dijo cambiando el tema. - ¿No me reconoces, querida Fran? ¿El hombre alto con el sombrero de copa? ¡Siempre venía por las noches a contarte cuentos cuando tan solo eras un bebé! ¡Vine a ti después de que me imaginaras! Pero no soy imaginario... ¿Lo ves? ¡Soy parte de tu realidad!

- ¿Le habré imaginado? Me resulta muy familiar, sí... ¡Eso no puedo negarlo!

- ¡Existo porque tú existes! Esa es la verdad... Fuiste capaz de imaginarme... ¡porque yo ya existía! De todas formas... ¡no tenemos mucho tiempo para hablar de esto ahora! En realidad estoy aquí para llevarte a casa. ¡Sígueme!