Capítulo 2: Parte 1 Síntomas de curiosidad (parte 2)

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Mientras caminaba tuve que cruzar un lago en donde justo había un trozo de madera que me permitía cruzarlo. Sin el efecto de las pastillas, todo era normal; pero con el efecto de ellas, pude ver que el muñeco del Sr. Medianoche cruzaba aquel río, pero este caía al agua, una vez que me acercaba él repetía: "Encuéntrame vivo, encuéntrame muerto. ¡Bip, bip!". Seguí caminando en ese estado hasta que al final del lago se encontraba un montón de paja amontonada, de seguro esa era la casa del señor hormiga, así que esperé a que el efecto de las pastillas se me pasara. Cuando la puerta de ese hormiguero apareció, quise abrirla; esta parecía abierta, pero muy atascada, así que tome el hacha nuevamente y la rompí para poder ingresar. De todas formas decidí quedarme con el pomo de la puerta, este podía servirme para algo.

Una vez dentro de la casa, me puse a investigar algunas cosas buscando aquellos arándanos, entre los objetos, decidí quedarme con un trozo de carne que de seguro me sería útil más adelante. Cuando revisé una pequeña casita para ver si allí estaban, me encontré con una familia de piñas dentro, los cuales tenían los dichos arándanos. Cuando quise tomarlos, el papá piña se enfadó y me pinchó la mano con un palo, tenía que encontrar una manera de conseguirlos, pero no encontré ningún objeto en la casa que pudiese serme útil. Me tomé una pastilla y esta vez estaba dentro de un hormiguero común y corriente, con la diferencia de que ahora había un exterminador muerto rodeado de hormigas; para distraerlas, usé el trozo de carne y ellas fueron a comérselo, entonces aproveché de quitarle el bolso al exterminador el cual tenía dentro una trampa para ratones y una tarjeta.

Esperé a que el efecto de las pastillas bajara, y entonces decidí usar la trampa de ratones contra papá piña, esto funcionó, pero ahora mi obstáculo era la mamá piña que tampoco dejaba que tomara esos arándanos. Tuve que botar al bebé piña de su mesita para que la mamá se distrajera y fuese a verlo, fue entones cuando aproveché la oportunidad de tomar los arándanos.

Me fui de la casa regresando a donde estaban los animales y le di los arándanos al escaracerdo, este se los comió a gusto y como estaba distraído le pegué un hachazo al pobre animal, y dentro de él estaba aquella rata ladrona.

- ¿Qué? ¡Tú no eres mi gato!

- ¡Oh, señorita! ¡Me has salvado de la miseria!

- ¿Pero dónde está el Sr. Medianoche?

- Supongo que estás un poco decepcionada. ¿A quién estás buscando?

- ¡Mi gato! Mi adorable gato, el señor Medianoche.

- ¡Oh, señorita! No le tengo mucho aprecio a los gatos, ya sabes... ¡Uno negro de grandes ojos amarillos intentó capturarme!

- ¿En serio? Pareces tener problemas a menudo... ¡Espera! ¡Quizá sea mi gato!

- ¡Oh, señorita! ¡Si es el mismo, él es el que tiene problemas ahora!

- ¿Por qué? ¿Qué pasó?

- Puedo mostrártelo. Sígueme, por favor. No está lejos de aquí.

Me llevó hacia donde se encontraba el pozo antes con los efectos de las pastillas.

- Ya estamos. Alguien se lo llevó, señorita... ¡Pero han desaparecido!

- Oh, cielos... ¿Podrías ser más específico?

- Ojalá pudiese. Parece como si la tierra se los hubiese tragado... Si hay algo más que pueda hacer por ti, házmelo saber. Estaré por aquí.

- Disculpa, ¿haz robado tú un peine?

- Oh, el peine... ¡el brillante y precioso peine!

- ¿Puedes dármelo, por favor?

- Vale, entonces... ¿podrías primero peinar mi pelo?

- ¡Sí, puedo peinar tu pelo!

- Gracias, mi señorita, ¡eres muy amable!

Primero que nada, necesitaba recuperar la llave antes de ingresar al pozo, por lo que me tomé otra vez una pastilla y caminé a donde estaban las cabezas para poder entregarles el peine.

- ¡Aquí está su bonito peine, señores!

Peiné cuidadosamente cada uno de sus cabellos hasta que pude desatarlos.

- ¡Oh tú, Fran la persona! ¡Finalmente lo hiciste! ¡Ojalá la llave habrá la puerta que tu desees! ¡Y ahora volaremos al sur! ¡Adiós!

Todas las cabezas se convirtieron en luciérnagas y se fueron volando de allí, pudiendo así tomar aquella llave.

- ¡Oh! ¡Hermoso! Adiós, señores brillantes, ¡que tengan un buen viaje!

Creí que la llave me serviría para poder entrar al pozo, pero eso no fue así, así que esperé a que el efecto de las pastillas pasara y decidí volver a hablarle a la rata.

- ¿Tienes alguna idea sobre cómo encontrar a mi gatito?

- ¡Depende, mi señorita! ¿Has buscado lo suficiente como para encontrarle?

- ¡Por supuesto! Pero parece que, haga lo que haga, ¡sale mal!

- Oh querida, mi señorita, ojalá pudiese ayudarte. ¡Pero los que se llevaron a tu gato parecían de otro mundo! ¡Quizá tengan un portal que nadie más pueda ver! ¿Quién sabe?

- ¿Un portal? ¿Qué es un portal?

- Un portal, señorita, ¡es como una puerta! Creo...

- Ya veo... ¡Gracias, rata! ¡Adiós!

Sin una respuesta certera, decidí ir a hablar con el señor hormiga.

- El escaracerdo ya está muerto, señor.

- ¡Gracias! ¡Y ahora a comer!

- No puedo. Y para que lo sepa, no había ningún gato dentro, ¡sino una rata!

- ¿Una rata? ¡Oh, lo siento! Ya lo vez, ¡mis ojos están demasiado viejos! También tengo problemas de corazón y la espalda muy fastidiada. También sufro de narcolepsia, y a veces no... Zzzz...

Decidí ir a investigar por el bosque buscando alguna respuesta, hasta que en la pila de basura que había antes encontré un trozo de madera que parecía una puerta, pegué el pomo en la madera y en efecto creé una puerta. Me dirigí a donde estaba el pozo con el efecto de las pastillas, y puse la puerta en él, luego introduje la llave que antes tenía y esta se abrió.

- Que puertecita tan curiosa... Me pregunto a donde conducirá – Decía entre pensamientos.

Iba bajando las escaleras hasta que me encontré con una entrada que tenía un telón.

- ¿Sr. Medianoche? ¿Estás ahí...?

De pronto sentí que alguien estaba bajando las escaleras detrás de mí, cuando me volteé a ver, una mano se puso delante de mí y de ella salió algo extraño haciendo que cayera desmayada...

Fran BowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora