Capítulo 1: Mi día sobrio (Parte 3)

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Decidí ir por la siguiente habitación. En aquel lugar se encontraban dos puertas que estaban abiertas y una niña que estaba apoyada en la pared, me acerqué a ella.

- Hola, ¿estás bien?

- ¿Qué se supone que quiere decir eso?

- ¡Solo quería saber si te encontrabas bien!

- ¡No quiero decírtelo! El doctor te abrirá la cabeza de un corte si no te vas. Le gusta comer cerebros. Ya se ha llevado el mío. ¡Se comió mis pensamientos!

- ¿Se comió tu cerebro?

- ¡Se comerá el tuyo también! Te vi en el despacho del doctor. ¡Estabas muerta!

- Bueno, entonces debo irme. Espero que encuentres nuevos pensamientos. Adiós.

Entré por una de las puertas y en ella se encontraba la habitación de un niño el cual estaba viendo televisión, pero esta no transmitía nada, y en el sofá estaba una niña durmiendo. Me acerqué al niño a hablarle.

- Hola ¿qué estás haciendo?

- ¡No funciona! ¡El papel no está funcionando!

- ¿A qué te refieres?

- ¡El papel debería funcionar tal como me dijeron!

- ¿Pero qué es lo que tiene que hacer el papel?

- ¡Necesito que el papel me muestre lo que hay en la televisión!

- Oh, ya veo, ¿pero por qué no está funcionando?

- ¡Las ondas deben de ser muy fuertes! ¡Cambia de canal, por favor!

Cambié de canal a cualquiera que estuviera transmitiendo algo, me aparté y entonces el niño exclamó:

- ¡Funciona, Funciona! ¡Milagro! ¡Gracias! ¡Papelvisión positivo!

- ¡Genial! ¿Puedo ver?

- ¡No! ¡Esto es mío! Si quieres, puedes llevarte los papeles que no funcionan.

- Oh, gracias... Supongo que puedo usar el papel para escribir o dibujar en él...

- ¡Estoy ocupado! ¡Revisión de Papelvisión en acción!

Salí de la habitación y había una verja que estaba cerrada, así que decidí entrar por la otra puerta que estaba abierta. Allí estaba el comedor, había una mesa con varios platos y comida, a un lado de ella estaba una enfermera, en el piso había un niño sentado y en el sofá una niña sentada. Primero decidí hablar con aquel niño, así que me acerqué.

- ¡Hola! ¿Eres nuevo aquí? No te había visto antes.

- No...

- ¿Tú eres de la planta de abajo?

- Ajá. Ellos piensan que estoy mejor ahora.

- ¿Cómo te llamas?

- ¿Podrías por favor matarme? ¡Por favor!

- ¡Claro! ¡Bang! ¡Estás muerto!

- Gracias. No puedo hablar ahora. Estoy muerto.

Observé los alimentos de la mesa, se veían apetecibles. Me acerqué a hablarle a la enfermera.

- Hola.

- ¡Oh, hola, Fran! ¿Cómo te encuentras hoy?

- Veo animales muertos, señorita.

- ¿Te refieres a la televisión?

- No... Digo de verdad... Olvídelo...

Preferí dirigirme a hablarle a la niña que estaba sentada en aquel sofá.

Fran BowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora