Capítulo 10

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Un pequeño grito brotó de mi garganta al ver a una chica, casi desfallecida y cubierta de sangre, a mi espalda.

Toda su ropa que antes parecía ser de color claro, ahora esta cubierta de suciedad, su cabello de color dorado ahora es de color rojo en algunas zonas, y sus ojos lucían como el mar pues había tantas lágrimas que dudo que pudiera realemnte verme.

No soy capaz de moverme, estaba congelada ante el recuerdo que comienza a aparecer en mi cabeza, la sangre, el cabello rubio.

Era idéntica a Jessica, estaba de nuevo frente a mi pero con un rostro diferente.

La chica dio un paso antes de caer en mis temblorosos brazos.

—¡Oh Dios mío! ¿Qué ha pasado? ¿Qué te ha ocurrido? — Pregunté asustada mientras trataba de mantenerla despierta y retener mis propias lágrimas.

—Mi novio, mi amiga, ellos están, bosque...—Sin más la chica cayó sin conciencia en mis brazos. Me esforcé para no dejarla caer aun cuando apenas era capaz de sostenerme yo misma a causa del temblor que me asediaba.

—¿Elisse? —Asustada me giré para ver como Andrew miraba alarmado a la chica en mis brazos.

Dió un par de pasos más y la tomó entre los suyos, arrebatándome su cuerpo y dándose la vuelta mientras alarmaba a todo el mundo y pedía una ambulancia. Miré mis manos y como mi camiseta blanca hora estaban teñidas de espesa sangre de color rojo.

Quería gritar, todo había ido tan bien esta noche ¿Por qué? ¿Por qué tenía que pasar esto?

—Elisse ¿Me estás escuchando? —Andrew regresó, ya sin la chica en sus brazos y ahora también manchado de sangre como —Tienes que llamar a un ambulancia, ¡Ahora! —Asentí fijando mi vista en sus ojos y no en la sangre que nos cubría ambos.

—La fiesta se terminó —Afirmó y caminé rápido hacia donde todos rodeaban la hoguera, pronto se escucharon los gritos.

Aún con las manos temblorosas saqué mi teléfono y marqué el número de emergencias.

Observé el bosque, la chica había dicho que su novio y su amiga seguían allí, ¿Y si ellos también habían sido atacados? ¿Y si necesitaban ayuda?

—Servicio de emergencias, ¿En qué podemos ayudarlo? —Al hablar noté el sabor salado de mis lágrimas.

—Necesitamos una ambulancia, en el bosque, cerca del desvío hacia la frontera. Han atacado a una chica —Pronuncié con voz temblorosa.

Mis pies actuaron por sí solos y poco a poco comenzaron a adentrarse en el bosque, desobedeciendo los gritos de pavor que mi cerebro desprendía.

—¿Se sabe quién o qué la ha atacado? —Preguntó la voz masculina al otro lado de la línea.

Reprimí un grito al ver una prenda muy familiar tirada en el suelo, la bufanda de colores que hoy cargaba Molly estaba sucia y ensangrentada junto a mis pies, la tomé en mis manos.

—No, pero creo que ha sido un animal. No lo sé —Los nervios poco a poco comenzaban a adueñarse de cada parte de mi.

—Está bien señorita, ¿Sabe si hay otro herido? ¿Está usted con el herido?—Negué de manera estúpida pensando que el hombre podría verme.

— ¡No lo sé! ¡No! Creo que sí, dijo algo sobre su novio y su amiga, la chica está con el grupo, solo vengan deprisa —Él hombre me indicó que las patrullas y las ambulancias estaban en camino para después colgar la llamada.

No guardé mi teléfono, encendí la linterna y seguí adentrándome, siguiendo el rastro de ramas rotas y por tétrico que suene, los pequeños rastros de sangre.

—¡AYUDA! ¡POR FAVOR! —Apresuro mi paso apartando las ramas que cada vez se hacen más espesas, es la voz de Molly quien grita desesperada.

Molly.

Es mi amiga la que clama por ayuda, las lágrimas desbordan mis ojos y estoy asustada como jamás he estado en mi vida.

Mis manos tiemblan y siento mis piernas tan inestables que me da pánico seguir corriendo.

—¡MOLLY! ¿DÓNDE ESTÁS? ¡MOLLY! —Grito su nombre, pero no hay respuesta.

Me quejo cuando dejó que una rama sin querer golpee mi rostro, estoy segura que como mínimo ha dejado una marca, pero ese es el menor de mis problemas.

Me paro, pues no sé a dónde narices me dirijo y sin la voz de Molly no puedo orientarme.

—¿MOLLY? ¿DÓNDE ESTÁS? ¡MOLLY! —Otro grito se cuela entre los árboles, esta vez es un grito masculino.

El novio.

Sigo corriendo y aprieto con fuerza la bufanda de mi amiga entre mis dedos, y cuando menos lo espero los árboles desaparecen.

Un enorme claro se extiende ante mi, espesa hierba de un color verde oscuro y en su centro un árbol sin una sola hoja colgando de sus ramas muertas.

—¡ELY VETE, NO! ¡CORRE! —Mis ojos viajan a la velocidad de la luz hasta Molly.

Está en el suelo, sujeta su estómago con fuerza y su brazo tiene un ángulo demasiado extraño como para ser natural.

—¡Molly oh dios mío! —Trato de caminar hacia ella, pero la rubia me indica desesperada que no lo haga.

—¡TIENES QUE IRTE! ¡ÉL SIGUE AQUÍ! —Revisó el lugar con una pasada rápida y sigo acercándome a ella.

—No hay nada, el animal se fue. Vamos, tengo que ayudarte —El ceño en su frente se llena de arrugas y las lágrimas caen con más fuerza.

—No fue un animal, Elisse. Tenemos que irnos, Dios —Se queja tocando su brazo.

La ayudó a ponerse en pie pero su cara se llenó de horror cuando miró sobre mi hombro, rápidamente me giro.

—Veo que al final has venido, sabia que funcionaria —Un hombre, con cabellos plateados y ojos completamente rojos nos observaba a ambas.

Su ropa estaba hecha girones y inmensas manchas de sangre la bañaban casi por completo.

—¡NO TE ACERQUES A NOSOTRAS! —Grité mientras tomaba una gran rama entre mis manos y la alzaba frente a mí, dispuesta a golpearlo si era necesario.

—No creo que puedas hacer mucho con esa rama, después de todo él trato de hacer lo mismo —La vista de ese sujeto viaja a unos metros a su derecha y yo sigo la trayectoria. Ahí, a unos metros puedo ver un cuerpo bañando en sangre y que no se mueve, no respira, un cuerpo muerto.

—Molly, corre —Susurro solo para que ella pueda escucharme, sin embargo esta toma fuertemente mi brazo.

—No, las dos Ely, las dos vámonos —Ruega entre llantos.

—No os servirá correr, soy más rápido, más inteligente, soy más fuerte que vosotras. Hacerlo fácil y no debe derramar más sangre de la necesaria —Miro a los lados, no se podía ver ninguna huida, no había ningún camino por donde correr a algún sitio conocido, y no estaba segura en qué dirección quedaba la carretera.

—¿Qué quieres? ¡No te acerques! —Amenacé a la vez que él daba un paso en nuestra dirección.

—Es muy simple, te quiero a ti. 



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Llamas #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora