Capítulo 13

5.3K 440 38
                                    

×     ×      ×


El sonido taladrante de unos constantes y agudos pitidos fue lo primero que pude percibir al despertar; lo segundo fue la superficie en la que me encontraba, blanda, suave y cálida.

Lo tercero fue el intenso olor a desinfectante y químicos.

Y lo cuarto, que por mucho que quisiera abrir mis ojos, no podía, me sentía jodida y malditamente cansada como para incluso hacer eso, cada centímetro, cada poro e incluso el vello de mi cuerpo dolía.

—¿Elisse? —El alivio se implantó en mi sistema al escuchar la voz de mi padre.

—Papá —Lo llamé con dificultad, mi garganta dolía y un persistente sabor a sangre era casi todo lo que podía notar.

Me forcé a abrir los ojos, y poco a poco pude lograrlo.

Ahí estaba él, con sendas ojeras bajo sus ojos, y el cabello despeinado pero con una sonrisa tranquilizadora bañando su rostro a la vez que besaba mi frente y acariciaba mi cabello.

—Gracias a Dios. Estaba aterrorizado —Su voz rozaba el llanto.

Traté de mirar mi cuerpo, pero algo sujetando mi cuello me lo impedía y rápidamente ignorando el dolor, llevé allí mi mano.

—Tranquila, es por tu bien. Aquel animal rasguño tu cuello muy seriamente, además tiene una fisura en una de las vértebras y esto ayudará a que tu espalda duela menos —Miré a mi alrededor, tratando de recordar cómo es que había acabado aquí.

¿Por qué no recordaba nada sobre el animal del que papá hablaba? Una sensación que no sabría calificar si como miedo o incertidumbre, o quizás un poco de las dos, se arraigó en mi estómago, creando un tenso nudo nada confortable.

—No, no me acuerdo —Rápidamente su rostro volvió a tornarse serio y tomó una de las sillas que decoraban el cuarto, la arrastró hasta dejarla junto a la cama en la que me encontraba.

—¿Qué no recuerdas cariño? —Preguntó mientras de su bata de doctor sacó un bolígrafo, y con un simple "click" encendió una luz en la parte del lado opuesto.

Papá lo posicionó frente a mi y me indicó que lo siguiera, acate su orden mientras escarbaba en mi memoria tratando de recordar que es lo que me había ocurrido.

—Yo, estaba en la fiesta, y una chica apareció. Ella estaba mal, luego, no lo recuerdo, no sé qué pasó —Papá dio un suspiro algo más relajado.

—Esta bien Ely, todo está bien. Iré a por Rick, él está llevando tu caso y el de tu amiga, volveré en poco tiempo. Descansa —Dejó otro beso sobre mi frente antes de salir de la habitación cerrando la puerta a un paso.

Busqué a los lados algo que pudiera indicarme la hora que era, no sabía cuánto tiempo había estado inconsciente.

Por suerte mi teléfono y algunas de mis pertenencias estaban en la mesilla junto a mi, con esfuerzo estiré mi brazo y lo tomé, no sin soltar uno o dos improperios por el dolor.

Agradecí eternamente que estuviera cargado, al desbloquearlo observé que había recibido un millar de mensajes durante la fiesta, tanto de Kenya como de Andrew preguntándome donde estaba.

Incluso había uno de Brenda, la chica con la que me sentaba en física.

Bajé la barra de notificaciones para entonces percatarme de que hoy eran las tres de la mañana del veintitrés de Noviembre, es decir, habían pasado dos días desde la fiesta.

La puerta volvió a abrirse y por ella apareció Richard Evans, una sonrisa encantadora pintada en su rostro y de manera innegable yo le devolví lo mejor que pude dar.

Llamas #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora