VI

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Este sería otro día fabuloso en la fabulosa vida de Dipper. Sería, pero desde la llegada de ese roto ordinario picante no ha podido vivir en paz. Es desconocido porque aún no se ha suicidado.

Y también el por qué aún va a esa plaza.

Tenía algo de miedo, ya llevaba trece minutos ahí sentando en la misma silla de siempre y no ha aparecido ese extraño chico rubio, quien antes no demoraba ni cinco segundos en ir a wearle. Pero bueno, así podría seguir leyendo su nuevo libro favorito: Ciudades de papel *brillos here*.

—¡OE WEAAA! –Oh no...– Te andaba buscándote weón, ¿por qué no me veniai' a visitar? ¡Me rompe el corasooooom!

Mason suspiró, manteniendo su mirada sin ningún tipo de sentimiento como máscara para ocultar sus lágrimas. Quería morir ahora y ya.

...

Eh...

¿Dónde era que vendían cintas...?

—¡OE PO CULIAO TE ESTOY HABLANDOTE! ¡PÉSCAME POOOOOO! –El grito en su oído hizo que saltara así tipo sapito ahqe. Ya, pero la weá es que se asustó la maraca—. Puta la weá, Mason culiao yeta

El cuico se puso más pálido de lo que ya era al escuchar lo que dijo el aún desconocido.

—¿C-Cómo su-...

—Ah, es que mi amorsh, cuando comenzó nuestra historia de amor te dejaste una de esos vasos con la sirena verde, y tenía escrita esa weá po'. Ta entero de gringo tu nombre ziiii

Ese golpe que acaban de escuchar fue Dipper dándose un gran golpe con el libro que tenía en manos, en busca de así morir como mínimo. Él tenía razón, era más yeta que la chucha, porque weón se nace no se hace. (??)

Entonces, después de eso se la metieron rico en medio de la plaza. Ah no, aún no *luna*, ok seria yo.

Bill miraba como weón como su amor platónico aún se daba librazos en su frente, y también sonrió como weón. Es que ay, era muy tierno el pendejo de mierda.

Y, para demostrar amor, le tiró tierra pa' que lo mirara.

—¿¡QUÉ TE PASA ESTÚPIDO!? ¡ES NUEVO! –Chilló cuando vio que su ropa de Falabella estaba sucia, se muere.

No se dio cuenta que Bill sacó su parlante nuevo, y tampoco que el rubio puso una supuestamente buena canción.

—Deeeeeeeeeees...

—... Oh dios.

—... Paaaaaacito. qUIERO RESPIRAR TU CUELLO DESPACITO, DEJA QUE TE DIGA COSAS AL OÍDO.

Ahora sí se puso a llorar, mientras que Bill hacia como un tipo de ritual alrededor suyo mientras que aún cantaba como weón. No valía la pena correr, el reggaetonero lo había seguido hasta su casa y sabía dónde vivía, no tenía dónde ir. Ya cagó.

Reggeaton.♪BillDip♪Donde viven las historias. Descúbrelo ahora