Jenna Mordog es una joven empresaria que está comprometida con Denzo Zuazua, quien solo la quiere como a un trofeo.
Su camino se cruza con el de Ted Colton, su enemigo de negocios quien está en problemas financieros y una asesina quiere matarlo.
J...
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YO VEO EN TI, LO QUE NI SIQUIERA TÚ CONOCES DE TI. PUEDES SER MEJOR, INTÉNTALO JENNA.
TED.
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—¡No vuelvo a tomar así! —Ted recién había salido de bañarse y estaba en el sillón de la sala de estar, culpándose del embrollo en el que se había metido— ¡Me voy a morir! —Exclamó de viva voz, ya que su amigo Corbin había ido a comprar el desayuno tanto de ellos como para Jenna.
Respiró profundamente y contuvo las ganas de gritar y romper un par de cosas.
—Jenna me va a meter a la cárcel, ¡¿Qué voy a hacer?! —Apoyó sus codos sobre sus rodillas lamentándose— Molly me encontrará y estaré muerto, ¿dónde me voy a esconder?
Sintió la boca seca y muchas náuseas, quería vomitar, así que apretando su estómago con la mano, se puso de pie y caminó hacia la cocina para servirse un vaso de agua.
Escuchó un grito de Jenna y luego vidrio rompiéndose, rápidamente dejó el vaso sobre la tarja y salió a toda prisa de ahí.
La puerta estaba abierta y por un momento no supo qué hacer.
Se quedó mirando sorprendido de pie en la entrada, Jenna sostenía su mejilla con su mano derecha, estaba tirada en el suelo, frente a ella estaba un chico, de la misma complexión delgada de Ted, era castaño y muy atractivo, sus ojos grises irradiaban ira y coraje.
—¡Te lo advertí Jenna, conmigo no se juega!
—¡Hijo de perra! —Gritó ella sin soltarse la mejilla, los ojos de la chica estaban llorosos— ¡Esta me la vas a pagar te lo juro! ¡Te vas a arrepentir, me voy a desquitar con creces!
—¡Jenna! —Ted corrió hacia ella y la ayudó a ponerse de pie, al verla sus ojos se posaron en su mejilla, estaba completamente roja, se notaba mucho el golpe pues ella era de piel blanca y suave, sus ojos estaban llorosos y estaba furiosa, si le temía al hombre frente a ella, no lo demostraba.
—¡No te vas a salir con la tuya, Denzo! ¡Te aplastaré como a un miserable gusano! —Gritó sin detenerse en decir nada a Ted; tomó otro jarrón a su alcance y se lo lanzó al hombre frente a ella, de nuevo falló y el jarrón se hizo añicos estrellándose contra la pared, haciendo un estruendoso ruido.