CAPÍTULO 2.- SIN NADA

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PORQUE TODA HISTORIA TIENE UN COMIENZO:

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PORQUE TODA HISTORIA TIENE UN COMIENZO:

3 MESES ANTES

—Me duele la cabeza —Ted deslizó sus dedos por el puente de su nariz hasta llegar a sus ojos color miel y tallarlos un poco—, ha sido un día terrible.

—Lo sé hijo, para mí ha sido igual —su padre Tristan se sentó a su lado, en el sillón en el que su hijo estaba— tu madre está muy afectada.

—¿Cómo no estarlo papá? —Ted se quitó sus gafas y suspiró cansado— lo hemos perdido todo de la noche a la mañana.

—No está perdido hijo —replicó su padre— todo estará bien cuando esta situación se aclare.

—¿Y cuánto tardará en arreglarse? —preguntó el joven musculoso que recién entraba a la sala de estar, con un par de maletas en las manos—. Discúlpeme señor, prácticamente tuve que robar un poco de las cosas personales de su casa. Los policías han puesto las cintas de seguridad y hay vigilancia. Tienen prohibida la entrada a todo el mundo.

—Muchas gracias Corbin, en efecto, todas nuestras propiedades están en la misma situación, ni siquiera podemos ingresar a nuestra propia empresa. Incluso todas nuestras cuentas bancarias han sido congeladas hasta nuevo aviso —el padre de Ted pasó sus manos entre su rubia cabellera tratando de ajustar sus ideas.

Un silbido que provenía de Corbin les llamó la atención.

—Esto quiere decir, que ayer eran millonarios y hoy no tienen nada. Están en un gran problema.

—En resumen, eso es lo que significa —respondió Ted.

—Hijo, ¿No crees que deberíamos platicar en privado?

—Para nada papá, podemos confiar en Corbin; él ha sido mi guardaespaldas por cinco años y se ha convertido en un fiel amigo; además, estamos en su departamento, gracias a él, hoy no hemos tenido que pasar la noche en la calle —Ted se puso de pie— iré a ver cómo está mamá, ya vuelvo.

Su padre asintió y Ted desapareció entrando en la habitación de la izquierda.

—No tengo cómo pagarte por tu apoyo, Corbin.

—No se preocupe señor Tristan, cuentan con mi apoyo para lo que sea necesario.

—¿En verdad puedo contar contigo, Corbin? —Tristan se veía cansado y nostálgico—, porque necesito un favor tuyo.

—Lo que sea señor, dígame.

Corbin tomó asiento en una silla de madera vieja.

—El pasaporte de Ted estaba en trámite porque se le había vencido, no hay forma de conseguirlo ahora —Tristan mordió su labio nerviosamente— tengo una prima que vive en Italia y podrá apoyarme. Pero la única forma de llegar a ella, es si nos vamos esta misma noche, antes que nos bloqueen la salida del país.

Corbin asintió asimilando la información y se tomó un momento más para responder.

—Eso quiere decir que Ted, no podrá acompañarles.

—Exactamente.

—¿Quiere que hable con él?

—No. Yo lo haré, él tendrá que entender. Mi hijo es un joven inteligente y fuerte, sobrevivirá. En cambio su madre no soportará todo lo que nos viene encima si nos quedamos aquí.

—Entonces...

Corbin dejó su frase incompleta esperando la decisión de Tristan.

—Quiero que lo cuides por mí. La verdad, es que no tengo idea en cuanto se tarde la aclaración de esta situación y mi hijo tendrá que valerse por sí mismo mientras que yo cuide de su madre. Necesitará un trabajo y un techo donde quedarse.

Corbin asintió de inmediato y se puso de pie. Tristan lo imitó.

—No se preocupe, señor —el chico extendió su mano para estrecharla con el hombre— a su hijo no le faltará techo, ni comida.

—Si se queda contigo me iré más tranquilo.

—Pierda temor, cuidaré de él y también le ayudaré a buscar trabajo, después de todo, ambos estamos desempleados —Corbin sonrió dando ánimos al padre de Ted.

—No sabes cómo te lo agradezco Corbin.

—No hay nada que agradecer, señor Tristan.

—No hay nada que agradecer, señor Tristan

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Bajo los tacones de JennaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora