Han pasado diez años y nuestros chicos han dejado atrás sus años locos de adolescencia para convertirse en adultos...Bueno, niños en cuerpo de adultos.
Más dramas, risas y malentendidos. ¿Seguirán las mismas parejas? ¿Habrá una cuarta generació...
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Iris entró en la cocina, aún no me hacía a la idea de que fuese a cumplir dieciséis años, ¡por dios! Hace nada solo era una niña...
—¿Sigo soñando?—pregunté en tono de burla—¿Que haces tú despierta antes de las doce de la mañana?
—¡Pero cuánto me río contigo!—dijo de manera sarcástica mientras se sentaba en el taburete.
Puse su taza favorita delante de ella y la llené con café y un poco de leche. Añadí la cantidad que sabía que le gustaba de azúcar y un poco de canela. Ella sonrió.
—No sé cómo puedo sobrevivir en Hogwarts sin tus cafés, papi—reconoció antes de darle un buche a la taza.
—Bueno, podrías estudiar en casa—dije. Ella sonrió—Cuando terminen las vacaciones, te quedas aquí en vez de volver a Hogwarts. Así, te prepararé todos los cafés que quieras.
—Es una propuesta muy apetecible—dijo—Pero, quizás deberíamos comentárselo a mamá.
—O podemos esconderte en el sótano.
Iris soltó una carcajada antes de clavar su mirada en la mía. Elevé una ceja, creo que no me iba a gustar lo que me iba a preguntar.
—Papi—comenzó—¿Como supiste que estabas enamorado de mamá?
Noté mis mejillas encenderse pero, no pude evitar sonreír pese a que tenía mi taza de café muy cerca de mis labios.
—Sinceramente, no lo sé—reconocí. Me miró con una ceja alzada—Quiero decir, sé que amo a tu madre más que a nada en este mundo.
>>Pero, no recuerdo exactamente en qué momento me enamoré—seguí contando— Fue la única mujer que llegó a cautivarme. Hasta que llegaste tú, claro.
Eso la hizo sonreír.
—¿Crees que algún hombre llegará a quererme del mismo modo que tú quieres a mamá?—me preguntó. Suspiré.
—Estoy seguro de que si. Solo tienes quince años, disfruta de la vida y recuerda, los príncipes de cuento de hadas no existen...
—Nadie es perfecto por eso hay que aprender a amar tanto los defectos como las virtudes—completó ella.
Asentí y me alcé para besar su frente. Retiré el plato y el vaso que había usado para desayunar y los puse en el fregadero.
