Han pasado diez años y nuestros chicos han dejado atrás sus años locos de adolescencia para convertirse en adultos...Bueno, niños en cuerpo de adultos.
Más dramas, risas y malentendidos. ¿Seguirán las mismas parejas? ¿Habrá una cuarta generació...
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Vi a Sophie jugar con Austin en nuestro salón, nada más que se habían conocido, habían congeniado pero, claro, ¿quien no amaría a Sophie? Estaban los dos sentados en el suelo, Sophie levantó la mirada y me sonrió pero Austin acarició su rodilla para que le devolviera su atención.
—Es una chica preciosa—dijo Laura mientras se ponía a mi lado.
—Y eso que aún no la conoces—dije mientras me giraba para mirarla—Es perfecta.
Asintió de manera distraída. Me hizo un gesto con su cabeza y la seguí a la cocina. Me miró mientras se mordía el labio inferior.
—En menos de una semana, Austin y yo volveremos a México—dijo, la mire con el ceño fruncido mientras me cruzaba de brazos.
—No puedes llevarte a mi hijo, Laura.
—Su vida no está aqui, Fred, necesita a su familia.
—Yo también soy su familia, soy su padre—suspiró mientras se masajeaba las sienes—Escúchame, pienso pagarte una manutención.
—No es solo por el dinero, aquí no tengo nada. Tendría que buscar un trabajo, alquilar un piso...
—Podéis quedaros aqui, tenemos una habitación libre—ofrecí—Al menos hasta que encontréis donde vivir.
—Deja que me lo piense, ¿vale?
Asentí y ella salió de la cocina.
—Austin, mi amor, tenemos que irnos—dijo, Austin hizo un puchero antes de aferrarse al cuello de Sophie.
—¿Puede venirse con nosotros, mami?—preguntó mi hijo, sonreí al mismo tiempo que Sophie. Laura hizo una mueca.
—Lo siento, campeón, pero ella tiene que quedarse—dije con una sonrisa, Sophie se puso de pie y lo tomó en brazos—Pero, mañana, si quieres puedes venir otra vez a jugar.
—¡Si!—gritó feliz Austin antes de besar la mejilla de Sophie. Laura lo tomó en brazos y los acompañé hasta la puerta.
—¿Nos vemos mañana?—pregunté
—No lo sé, yo te aviso—dijo—Dale un beso a papá, Austin.
El niño se aferró a mí cuello y besó mi mejilla de manera sonora. Sonreí
—Te veo mañana, campeón—dije mientras revolvía su pelo.
Laura y Austin se fueron. Entré de nuevo al salón, Sophie lo estaba recogiendo. Me acerqué y rodeé su cintura con mis brazos antes de besar su hombro.
—Gracias por ser tan perfecta—susurré, sonrió antes de darme un beso.
—Austin lo pone muy fácil, es un niño increíble—dijo mientras acariciaba mis brazos—Se parece tanto a ti
