Otra vez me castigaron. Al parecer a los maestros no les gustan las mascotas. Viejos arrugados, amargados y faltos de vida.
A pesar de mis buenas notas creen que necesito una ayuda. Yo creo que solo quieren librarse de mi. De todas formas me gusta la persona con la que me mandaron a estudiar.
-entonces...-tomo uno de los lápices que hay sobre su mesa de estudio- ¿no tienes algo para decirme, para que yo le diga a alguien?- ella sonríe y niega con la cabeza. Me saca su lápiz y vuelve a acomodarlo en un bonito adorno de escritorio color lila-¿no vas a contestar a mi pregunta?- ella vuelve a negar y me fulmina con la mirada cuando tomo otra de las cosas sobre su bien ordenado escritorio. No tarda en quitármelo y ponerlo en su lugar. Con una sonrisa tomo otra de las cosas- puedo estar preguntando todo el día. Hay alguien desesperado por saber algo de ti.
-no tienes que ser tan evidente, no tengo nada que decirle a tu hermano. Se nota que no necesitas estas clases de apoyo, vete a tu casa antes de que rompas mi paciencia o uno de mis adornos- Sonriendo tomo asiento a su lado.
- no voy a irme a ningún lado. El amargado del profesor me mando a tener estas clases o reprobaría la materia.
- tú nunca repruebas, no importa cuán desastroso seas.
-que puedo decir, la mente más brillante de la familia. Pero parece que alcancé la línea de su paciencia y no le interesa la nota de mis exámenes.
-nos conocemos, no es como que si me sorprendiera.
-lose, pinche las ruedas de su auto y lo encerré en el salón de clases- ella me mira mal- luego de soltar a la mascota del salón- su ceño se frunce y me examina. Sé que tiene miedo de preguntar.
-no sabía que había una mascota.
-y no la había- me encojo de hombros- navegando por internet encontré una extraña araña gigante de nombre raro e impronunciable. Como no tenía nada que hace la compra, todos enloquecieron cuando la lleve a la escuela diciendo que sería la nueva mascota del aula.
-ni siquiera entiendo cómo te dejaron que lo sea.
-es que no me dejaron. Amenacé con soltarla si no la podía dejar en el aula. El director de desmayo y el profesor estaba tan petrificado que no me lo pudo negar.
-realmente eres increíble.
-bueno, eso ya lo sabía. Tu definitivamente te enamoraste del miembro de la familia equivocado- ella sonríe.
-mi error
-lose- la miro mientras vuelvo a tomar un lápiz- un momento... no has negado que estas enamorada del imbécil.
- no se niega lo innegable.
-bueno, ya lo sabía. Solo quiero saber que tienes para decirle.
-bueno, pues nada.
-¿nada?
-nada.
-¿nada de nada?
-absolutamente nada.
-¿segura?
-segurísima
- piénsalo de nuevo. ¿No quieres decirle algo?
-no.
-¿no?
- no. Ya te lo dije.
-¿Qué me dijiste?
- que no había nada que decir.
-¿a quién?
- a Dilan
-¿Dilan?
-¿no hablábamos de Dilan?
-¿lo hacíamos?
-creo que si
-¿lo crees?
-estoy casi segura.
-¿de qué?
-yo... ya no lo sé.
-¿entonces dices que si?
-¿a qué?
-¿Cómo a qué? Dijiste que comerías en casa el fin de semana.
-no es cierto.
-¿no?
-creo que no.
- eso no es algo bueno. Se dicen las cosas solo si estás segura. Yo estoy completamente seguro que lo dijiste- ella entrecierra los ojos y me señala.
- tú me confundiste. Tanto tiempo estando a tu lado y aun no puedo saber cómo hacer esa mierda-sonrío y cruzo los brazos.
-no digas groserías niña bonita- ella rueda los ojos.
-da igual. Vete a tu casa.
-claro que no- digo mientras me siento en la silla que me había asignado al inicio de la clase de apoyo, y la cual nunca use- tengo un rato antes de irme y tú tienes muchas cosas que decirme.
-ya te dije que no tengo nada que decirte.
-bueno, somos amigos. Hablas o comenzare a cambiar las cosas de lugar en tu bonito escritorio- ella toma asiento instantáneamente mientras me saca nuevamente un lápiz para ponerlo en su correspondiente lugar.
ESTÁS LEYENDO
Simón
Teen FictionHola, préstenme atención. Me llamo Simón López, tengo 18 años y soy el del medio de seis hermanos. Mi casa es algo catastrófica, algo. Una madre y ningún padre, aún así es curioso que tengamos diferentes apellidos. De todas formas no soy la primera...