Cuatro.

670 84 11
                                    

Gracias, Kiyoshi.

#4
¿Cita?

—Chihiro, cariño.

—¿Sí, mamá?

—¿Puedo entrar?

Acomodó la ropa que acababa de ponerse y abrió un poco las cortinas de su ventana. Había veces en las que la luz del sol le molestaba mientras no estaba leyendo, estudiando o lo que fuere.

--Ahora sí.

La mujer se adentró en la habitación de su hijo echando un vistazo a su alrededor. Un suspiro salió de sus labios denotando nostalgia, recordando los cambios en aquella habitación a través de los años. No podía creer que su pequeño niño estaba a punto de entrar a la Universidad.

Mayuzumi suspiró. Sabía lo que su madre pensaba con tan sólo observar el brillo en sus ojos y la pequeña sonrisa que surcaba su rostro.

--¿A dónde vas tan arreglado? --se volteó a verlo la mujer.

El chico alzó una ceja para luego mirar su ropa. Es cierto que no acostumbraba a usar esas camisas con estampados casi invisibles que sus tías le regalaban por lo que fuere, pero no es como si la ocasión fuera especial. Él sólo...

Sólo iba a salir con Miyaji.

Nada serio. No era una cita en absoluto. El rubio le propuso pasar aquella soleada tarde de sábado juntos en el centro de la ciudad. No le dijo qué harían exactamente pero aún así estaba ansioso.

--Saldré con un amigo. --tomó su móvil de la cómoda para guardarlo en el bolsillo de sus pantalones --No tenía otra cosa que ponerme. Nada más.

La mujer soltó una risita por lo bajo. Conocía perfectamente a su hijo, toda su vida había detestado esas camisas a tal punto de ni siquiera sacarlas del armario, así que el hecho de que ahora quisiera utilizarlas le resultaba interesante. Algo ocultaba su niño, pero por el momento lo dejaría pasar.

--Ya veo. Entonces, diviértete y no llegues tarde a casa ¿de acuerdo? Lo sabré.

--Sí, mamá.

Chihiro besó la mejilla de su madre y se apresuró a salir de la casa en dirección al punto de encuentro que acordó con el otro chico. Mentiría si dijera que no estaba nervioso, es decir, el chico que lo traía todo tonto lo había invitado a salir. No oficialmente, o sea, se entiende a lo que se refiere.

El día se sentía cálido a pesar de encontrarse casi en invierno. Mientras caminaba su mente le jugaba malas pasadas imaginandose mil y un escenarios con el chico de preciosos ojos miel. No le gustaba pensar en cosas así porque inevitablemente se desanimaba un poco; Miyaji jamás lo vería de esa forma.

Finalmente llegó al lugar acordado, el cual se trataba de un parque enorme, y se sentó en una banca a esperar. Sacó su móvil para distraerse mientras que el tiempo pasaba demasiado lento provocándole impaciencia y colocandolo más nervioso. ¿Qué tan idiota se había vuelto para cambiar tan drásticamente?

--¡Hey, Mayuzumi!

Habían pasado diez minutos como mínimo cuando escuchó su voz. Volteó en dirección al sonido y vio al chico corriendo en su dirección con una sonrisa en el rostro y una de sus manos alzada, seguramente para llamar su atención. Él sólo se quedó ahí, impasible e indiferente por fuera, pero con miles de emociones dentro.

--Hola.

--¡Ah, lo siento! ¿Hace mucho estás aquí? --preguntó Miyaji intentando recuperar un poco de aire perdido en la carrera hasta ahí.

ɢʀᴀᴄɪᴀꜱ, ᴋɪʏᴏꜱʜɪDonde viven las historias. Descúbrelo ahora