Cinco.

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Gracias, Kiyoshi.

#5
Confianza y Preliminares.

Mayuzumi soltó un gran suspiro una vez que logró sentarse y depositar su bandeja con su almuerzo frente a él. Se encontraba mentalmente agotado y ansiaba un descanso y comida en su estomago. Examinó el plato de ensalada junto al vaso de agua y la manzana que pidió pensando en lo delicioso que se veía pero que prefería otras cosas que llenaran más. Encogiendose de hombros, tomó un poco de la ensalada y se la llevó a la boca rápidamente.

Su familia hablaba y reía de cosas que no lograba escuchar debido a los incesantes y ruidosos pensamientos en su cabeza. Últimamente odiaba tanto pensar, le provocaba confusión y frustración al ser tan contradictorios y no llegar a algo concreto sino continuar enredandose una y otra vez. Cada día era igual. Y eso no le gustaba para nada.

La posibilidad de arrojarse de un puente y sufrir un colapso se asomaba cada tanto como la opción más efectiva para acabar con todo eso. Y en más de una ocasión estuvo a punto de escogerla.

Pero vamos, era razonable.

Además, junto a ese pensamiento llegaba la imagen de un par de preciosos ojos miel que lo observaban con diversión y un toque muy dulce propio de la misma miel. Suspiró sonoramente porque ya no estaba seguro de si los amaba o los detestaba.

--¿Mayuzumi-san?

Salió de su ensoñación para poner su atención en Akashi, quien fue el que lo llamó. También observó a los demás en la mesa y al notar sus expresiones un tanto preocupadas y curiosas supo que hace rato que le estaban hablando y no respondía. Eso no era bueno si quería seguir fingiendo que en realidad nada le ocurría.

--¿Estás bien? --volvió a decir Akashi inclinandose un poco sobre la mesa --Kouki te ha notado distraído últimamente, y no pude evitar darme cuenta de que es verdad. ¿Pasa algo?

Miró a Furihata un momento antes de formular una respuesta. El castaño se veía realmente preocupado e intrigado, sus ojitos color chocolate mostraban la intención de querer ayudar. Podía apostar a que incluso tenía los puños apretados bajo la mesa.

Suspiró. --No me pasa nada.

Llevándose más trozos de comida a la boca, trataba de volver a su máscara de indiferencia y neutralidad; intentaba ocultar la explosión de sentimientos que se llevaba a cabo en su interior y que, sin su consentimiento, le estaba afectando bastante.

--Mayu-chan... --intentó decir Reo pero el ojigris lo ignoró como si su voz no hubiera sido más que una ligera brisa. El pelinegro se sintió mal por eso pero intentó no darle importancia, pues algo debía pasarle para que se comportara así.

--Mayuzumi-san... --intentó Kotaro corriendo con la misma suerte. Nebuya ni siquiera se molestó. Los dos chicos restantes se miraron entre sí con una mueca de preocupación y extrañeza.

--Mayuzumi-san, dime qué te ocurre. --habló Akashi tratando de no enfadarse por el olímpico rechazo del mayor --¿Acaso tienes problemas en tu casa? ¿Te pasó algo volviendo del instituto? ¿Te hirieron de alguna forma? ¿O te hemos hecho algo?

Mayuzumi no dejaba de mirar su bandeja con el plato vacío frente a él junto a la manzana que no se atrevía a tomar, pues de repente su apetito había sido saceado. No quería preocupar a ninguno de los chicos, mucho menos molestarlos con su problema de inseguridad y confusión.

La verdad era que no se entendía a sí mismo, por lo que se creía incapaz de expresar algo a los demás.

--Estoy bien, ¿sí? --habló un poco irritado por el dolor de cabeza --No los necesito.

ɢʀᴀᴄɪᴀꜱ, ᴋɪʏᴏꜱʜɪDonde viven las historias. Descúbrelo ahora