Capítulo 2

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Luego de ser aventado en su isla, el cabeza de mantarraya se quedó observando un rato la cárcel a unos cuantos kilómetros

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Luego de ser aventado en su isla, el cabeza de mantarraya se quedó observando un rato la cárcel a unos cuantos kilómetros. Aún no se adaptaba a la idea de que Warden lo había vencido. Quién diría que sus presos lo ayudarían a recuperar la cárcel y no aprovecharían la situación para matarlo o violarlo. Quizás ellos eran más estúpidos que él. Como sea, se levantó, limpiándose la arena del traje, comenzando a inspeccionar su playa.

Caminó por la orilla, mientras la brisa del mar le pegaba en la cara. Contemplaba con tristeza su imperio destruído, maldiciéndose por no haber estado ahí cuando lo necesitaron. Aunque no se arrepentía ni cambiaría nada, las cosas pasaban por alguna extraña razón. Tal vez era su oportunidad de conseguir súbditos más confiables. Siguió el rastro de los escombros, encontrándose con restos de armas regadas por doquier, muchas balas sin pólvora, vidrios filosos, pedazos completos de paredes, palmeras quemadas, arena pintada de sangre, común en los campos de batalla. Ahora tendría que comenzar de cero, volver a construir su base en el Acapilico, conseguir un nuevo ejército. Nada de qué preocuparse. Año tras año miles de jóvenes solicitaban unirse a su armada, incluso estudiantes becados. Lo que le resultaba de gran utilidad, pues aprovechaba esas habilidades para su grupo de hackers, arquitectos, ingenieros o verdugos, si lo deseaban. Stingray contaba con estos y más grupos que le ayudaban a organizar las conquistas a otros imperios y así, evitar derrotas innecesarias. Lástima que los redujeron a cenizas.

Su mayor preocupación era cómo sustentar a las nuevas tropas si ni siquiera podía hacerlo por sí mismo. Habían quemado la mayoría de los cultivos, no contaba con suficiente combustible para ir a comprar suministros y no creía que alguien quisiera ayudarlo en su patética posición. Fue ahí cuando recordó la gran bodega de reserva. Claro, eso le alcanzaría al menos 60 años, en ese entonces ya debería haber reunido todo su poder otra vez. Hubiera ido en busca de dicha bodega, sino fuera porque...

- Ayuda..

Escuchó un llamado de auxilio. ¿De dónde diablos provenía? Se preguntó. No creía que hubiera más sobrevivientes. Siguió la voz, que sonaba como si la persona estuviera herida o algo le impidiera hablar. Llegó a un tumulto de concreto, divisando a un muchacho debajo de este. Rápidamente se acercó, retirando los pesados escombros encima suyo. En cuestión de minutos, lo sacó de ahí, arrodillándose en el suelo y zarandeándolo por los hombros.

- Oye, ¿estás bien?
- ¿Qué pasó...?

Preguntó adolorido, abriendo los ojos débilmente. Su cabello era morado, su tez blanca y llevaba puesto un traje militar color negro. Al darse cuenta con quién estaba hablando, miró al otro atónito.

- U-Usted es...¿Lord Stingray?

- Por supuesto, quién más iba a ser

- No puedo creerlo, ¡por fin lo conozco en persona!

A pesar de que le dolía todo el cuerpo, se incorporó con facilidad y le estrechó la mano.

- Mi nombre es Canterbury, y estaba en la división D a cargo del teniente Struker.

In a certain wayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora