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Daniel estaba cohibido y sin comprender absolutamente nada de nada, sentía las manos de Vlad moverse por su espalda con sumo cuidado, un cuidado que nunca antes había experimentado, se parecía al de su madre cuando se hería jugando, había cariño, pero era distinto, muy distinto, de hecho, las manos ajenas temblaban sutilmente, lo que tal vez quiere decir que ni el contrario lo notaba y era evidente también que estaba nervioso, ni siquiera sabía por que le había pedido aquello, aunque la crema funcionaba, las heridas escocían un poco, pero lentamente el ardor mermaba hasta no ser más que una picazón que podría controlar con facilidad, no se dio cuenta de cuando había cerrado los ojos, solo lo supo cuando los abrió después de que Vlad dejara de untar la crema, este se levantaba de la cama y lo miraba con curiosidad.

—Realmente deberías descansar...—se encontró diciendo el mayor

—No puedo... Los fantasmas no tienen descanso, pueden atacar en cualquier momento y debo estar alerta—suspiró cansado―y la escuela...

—Entonces... deberías aprender nuevas técnicas, así dejarían de venir tan seguido... Mejorar tus habilidades—dijo con calma, con los brazos tras la espalda

"Por supuesto que no iba a dejar pasar la oportunidad", pensó Daniel, al menos la curiosa sensación en el aire pasó a segundo plano y fácilmente se volvió olvidable.

—Quizá...

Se quedaron en silencio un buen rato, Danny pensando en lo que el mayor decía, pero no quería pedirle nada más al mayor, mucho menos que lo entrenara por que eso era lo que el otro quería y no le daría el gusto de hacerlo, por su parte Vlad esperaba que el más joven cediera pronto, por su bien, no quería tener que explicarle a sus padres el por qué su hijo estaba en el hospital, ellos ni siquiera sabían que su hijo era una especie de héroe fantasma, lo peor es que estaba seguro que así terminaría si seguía de necio, esos niños de hoy eran tan tontos, y con poderes fantasma eran mucho peor, lo decía el que están viviéndolo en carne propia.

— ¿Y por qué sonríes de esa forma? Es perturbador—hizo un movimiento de cabeza extrañado

— ¿Qué? —el peliplata negó con la cabeza—oh no es nada, no es nada... Recordé un chiste—esa era la mentira más vieja que todo mundo decía, sí el joven le creía, era un buen mentiroso, o Danny demasiado ingenuo

— ¿Enserio? —lo vio escéptico

—Por supuesto, ¿Qué otra cosa podía ser? —dijo con inocencia, alzando los brazos a modo de no saber nada

—No lo sé, aunque no es como si fueras demasiado normal después de todo—encogiéndose de hombros—de todas formas, estas actuando demasiado extraño para mi gusto, te mantendré vigilado... Masters

Sintió algo raro al escucharlo llamarle por su apellido, pero eso era lo normal, no tenían la familiaridad como para llamarse directamente por su nombre, al menos no como humanos, el podía decirle así por ser mayor que él, por ser adulto, seguían siendo cosas distintas, se quedaron en silencio por varios minutos, mirándose atentamente, al final el mayor decidió que ya no era necesario seguir ahí, por lo que se dio media vuelta para salir de la habitación, en silencio.

Danny solo se quedó mirando la puerta ya cerrada por donde el mayor había salido, con el entrecejo fruncido, sin entender, solo pudo suspirar, el dolor había cesado, solo tenía algo de comezón que podía controlar, sus huesos dolían un poco también y le costaba trabajo al intentar levantarse de la cama pero al final lo hizo, sobó su hombro con una mano y fue a buscar nueva ropa para cambiarse aunque fuera la misma de siempre, en la noche tomaría baño para relajarse, ahora con el ungüento no sería conveniente y tendría que pedirle a Vlad que lo ayudara... Cosa que no quería, por nada del mundo.

El peliplata había hecho unas cuantas "llamadas" para que ese día Daniel no tuviera que lidiar con sus responsabilidades de "héroe local no reconocido todavía", ni siquiera estaba seguro de por qué tenía tantas consideraciones para con él, es decir, quería que no tuviera descanso alguno para que el mismo le pidiera entrenarlo, y él en su infinita misericordia no se haría del rogar y aceptaría entrenarlo para volverse el mejor mitad fantasma así como él, después ambos conquistarían el mundo y la Zona Fantasma, le ayudaría a conseguir el Anillo de la Ira y la Corona de Fuego para convertirse en el rey fantasma...

Quizá era un plan muy ambicioso, y quizá lo era más sabiendo que el chico era lo suficientemente orgulloso y terco como para no pedirle ayuda y preferir dejar que lo maten de cansancio extremo y desnutrición, había otra cosa que ignoraba de todo aquello que muy probablemente era la respuesta a su cuestionamiento anterior, pero realmente no podía ponerle un nombre a la "cosa" qué lo hacía sentir algo más por el muchachito, sí tan solo lo supiera.

Ahora estaba en la sala viendo los canales que cambiaba constantemente con el control remoto, bastante aburrido, los programas no ayudaban mucho, la gran mayoría eran shows de televisión con gente estúpida haciendo o preguntando cosas aun más estúpidas, para su mala suerte no había absolutamente nada de su interés.

Escuchó sonidos en la parte alta de la casa pero le restó importancia hasta que cierto topo tejón bajó de las escaleras dirigiéndose a la cocina, no hacía falta mirarlo para saber a qué iba teniendo en cuenta que había dejado la bandeja con el desayuno, incluso escuchó el agua correr y los trastes siendo lavados por el joven, ya le había dado seis vueltas a los canales sin éxito de encontrar nada más que basura televisiva, ¿desde cuándo la programación había cambiado tanto? No recordaba la última vez que había visto televisión, seguramente eso tenía mucho que ver.

Había escuchado la televisión de la sala encendida y sonidos distintos y entre cortados cada cierto determinado tiempo, se había cambiado y ahora bajaba para lavar los trastes en los que había comido, no podía usar el lava trastes por que su padre había experimentado recientemente con el y no sabía cuanto peligro habría en el aparato, no le molestaba tanto, su padre inventaba y mejoraba, tres de cada veinte inventos eran buenos, no era tan malo. 

Una vez hubo terminado sacó unas frituras de la alacena y las puso en un plato hondo grande para ser la botana y junto con un bote de salsa procesada fue a la sala, al parecer finalmente Masters había encontrado algo que ver, se oía como una película de acción y tenía un mejor humor pese a lo que creía.

Lo dejó en la mesa idéntica a la anterior que seguramente habría comprado e instalado el mayor ayer mismo y se sentó en el sillón a una distancia prudente del fantasma de Wisconsin, el plato era lo suficientemente grande como para poder tomar sin tener que estar demasiado cerca, aunque el silencio entre ambos era incómodo, sino fuera por el sonido del televisor estarían mucho peor, había acción desde el primer momento, la película era interesante.

— ¿Qué estamos viendo? —habló al fin, tomando unas papas

—Se llama Contracara—respondió fingiendo que no estaba sorprendido

—Qué nombre tan interesante...—apremió callando por unos segundos—puedes comer si quieres.

—Uh... ¿gracias? —no sabía como actuar ante eso

Danny se encogió de hombros restándole importancia al asunto, sin apartar la vista del televisor. 

En un momento dado, ambos metieron la mano en el tazón para agarrar frituras al mismo tiempo, haciendo que sus dedos accidentalmente se tocaran, el joven apartó la mano con rapidez, como disculpándose en silencio, ambos sorprendidos, no sabían que los dos habían sentido el mismo cosquilleo y qué notaron la suavidad de la piel aun esos simples segundos, una sensación extraña les había invadido, pero no dijeron nada, Vlad comió lo que había tomado mirándolo por el rabillo del ojo y después el pelinegro había tomado un poco para comerlo también, la tensión fue rota con las palabras del joven después de un rato.

—Gracias.

Sí el cerebro del mayor no fuera el de un genio, no habría estado consciente del por qué tales palabras y se habría mantenido en silencio por minutos tratando de hallar a que le agradecía, pero era Vlad Masters, sonrió ligeramente desviando la vista hasta él.

—De nada...

Un nuevo paso para lo inevitable.

Daños colaterales o cómo Vlad obtiene lo que quiereDonde viven las historias. Descúbrelo ahora