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El día pasó tranquilo, para suerte del joven fantasma no hubo más incidentes, cosa que agradecía infinitamente, sin embargo, comenzaba a sospechar que, de un momento a otro aparecieran y desaparecieran fantasmas a diestra y siniestra, eso no era particularmente normal por lo que debía estar alerta y prestar la debida atención a su entorno para poder averiguar el por qué de ese repentino ataque a Amaty Park y por supuesto, el repentino cese de los mismos, claro que no por ahora pues debía descansar sus heridas, a pesar del factor de curación que funcionaba aun estando en su forma humana tardaría en curarse, al menos el dolor disminuía mientras menos caso le hacía.

Debía admitir que Vlad Masters no era tan desagradable como creía, o quizá era por qué el hombre no estaba siendo quién realmente era aunque para se honestos, tampoco lo sabía con exactitud, cambiaba drásticamente su forma de ser que fácilmente podía confundirse, ahora mismo estaba en su cama recostado leyendo una historieta por que sí, no quería hacer sus deberes y tenía un buen pretexto para no hacerlo, olvidaba que el y sus amigos eran los únicos que lo sabían. 

En un instante algo hizo click en su cerebro y se levantó rápidamente sin importarle el dolor para tomar su laptop y contactar a sus amigos a los cuales no había avisado que estaba bien y probablemente estarían muy preocupados, pero eso no fue necesario, el timbre de la puerta se dejó escuchar y supo que se trataba de ellos, dejó el aparato en la mesita de noche y como un resorte salió disparado escaleras abajo, en su carrera notó a Masters dirigiéndose a la puerta y abriéndola antes de que el mismo pudiera hacerlo.

—Oh, son ustedes—dijo el mayor alzando ligeramente las cejas—ciertamente se me hacía extraño no verlos por aquí.

— ¿Dónde está Danny? —cuestionó de forma altanera la pelinegra con el ceño ligeramente fruncido

—Aquí estoy...—jadeó el mencionado una vez hubo terminado de bajar las escaleras, sonriendo de medio lado al verles

— ¡Danny! —ambos chicos exclamaron preocupados

Sam permitiéndose entrar sin ser invitada, aunque no necesitaba el permiso del hombre mayor, no era su casa,  siendo seguida por el moreno.

—Danny, ¿te encuentras bien? —cuestionó yendo directamente a él, observándolo con suma preocupación

—Viejo, ¿qué pasó con Skulker? —y pese al tono de voz que el moreno tenía con esa ligereza al hablar, también se le notaba preocupado

—Claro, adelante—el peliplata rodó los ojos cerrando la puerta (vaya que puerta) de un portazo

—Vamos a mi cuarto, chicos—pidió el menor caminando una vez más escaleras arriba

El trío ignoró concienzudamente al hombre, no es como si esperara respuesta tampoco.

Ambos adolescentes le siguieron caminado detrás suyo como cuidándole la espalda, Sam le miró de reojo con desconfianza y Vlad sólo le regresó el gesto con una sonrisa ladina, manos tras su espalda, una vez estuvieron arriba con puerta cerrada, Danny se permitió suspirar cansado sentándose en la cama con sus amigos frente a él mirándolo expectantes, la única chica presente rompió el silencio.

— ¿Qué pasó? ¿Por qué no nos llamaste? 

—Lo siento tanto chicos, la pelea se salió de control y terminé cayendo en casa, herido y agotado—dijo cansado

—Eso explica por que no contestaste nuestras llamadas, estábamos muy preocupados—exclamó Tucker un poco más relajado

—Lo siento en verdad, me quedé dormido todo el día—explicó avergonzado

—Suerte que hoy es sábado—restó importancia Foley tratando de animarlo, lo cual funcionó sacando una risilla suave

—No te preocupes Danny, ¿Masters ha hecho algo? —cuestionó sin preámbulos

Daños colaterales o cómo Vlad obtiene lo que quiereDonde viven las historias. Descúbrelo ahora