8. OBJETIVOS.

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Big Deal - Dream Machines

Llevaba dos años en la universidad, tres de no saber nada de Kya

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Llevaba dos años en la universidad, tres de no saber nada de Kya. Sí, tres de los cuales los 1,095 días pensé en ella, evoqué sus ojos miel, su piel suave y esa boca que me mantenía bajo un hechizo interminable. Sin embargo, era un chico ya como cualquier otro... O lo más similar a eso. Iba a fiestas, bares, tenía amigos, salía con chicas e incluso ya había besado a un par con las que intenté emprender una relación. Sí, así fue... y no diré que casi vomito en el acto, ambas eran bonitas, amables, sonrientes y agradables, pero... no eran ella, así de simple, así de complejo. Cuando me abrazaban deseaba quitarlas pues no lo hacían con esa vehemencia que añoraba. Cuando me sonreían, no tenían sus dientes, su preciosa y carnosa boca. Cuando me miraban, no llegaba la tensión a mi alma, no generaban un electroshock a mi corazón, no sentía cómo mis neuronas me ordenaban frenéticas que la aferrara y no soltara jamás, no, nada de eso. Por lo mismo no duraba más de unas cuantas semanas en las que yo terminaba pidiéndoles ser tan solo amigos.

No, aún no estaba preparado y comenzaba a temer que eso durara mucho más, y no por el hecho en sí, sino por lo que implicaba. Yo guardaba una especie de fidelidad al recuerdo de una chica que me dejó, que me rompió en miles de pedazos el corazón, y de la cual no sabía absolutamente nada.

En cuanto mis padres retiraron su apoyo, decidí, por obvias razones, buscar trabajo. Ahí fue cuando René me pidió que le ayudase en cosas referentes a sus negocios y que, a cambio, me daría un sueldo. Me pareció justo, aunque ya me sentía en deuda con él por la universidad. No obstante, con el promedio que llevaba, solicité beca académica al terminar el primer año; iba decidido a conseguir lo que pretendía, nada me detendría de lograr mis objetivos, los que por lo menos sí podía tener en la vida.

La conseguí.

Mi tío se mostró admirado y orgulloso de mi proceder. Reconocimiento, y que alguien, que no fuera ella, creyera en mí, eran cosas que me hacían sentir fuerte.

De manera similar fue como logré llegar al último semestre. Primavera, verano, otoño e invierno fueron sucediendo sin poder evitarlo, sin prestarles mucha atención.

Un sábado por la tarde, justo un par de semanas de comenzar la recta final de la carrera, revisaba unos documentos en mi ordenador en el estudio de casa de René, que se situaba a unos kilómetros de la ciudad, en el campo. Ahí solía pasar los fines de semana cuando no tenía algo que hacer, y las vacaciones si es que no decidía que lo acompañara a algún lugar debido a los negocios, donde terminábamos divirtiéndonos como dos niños. Mi vida era normal, más que eso, poco a poco se iba convirtiendo en lo que deseaba... aunque el vacío continuaba, asombrosamente intacto, después de casi cinco años.

No había intentado nada más con nadie, pues odiaba pensar que jugaba con sus sentimientos, pero por mucho que intentaba ir más allá, algo, que no comprendía qué era, me frenaba. Las comparaba una y otra vez hasta el punto de evocar más a Kya cuando estaba con alguien, que olvidarla.

Eterno, Muy profundo II © ¡A LA VENTA!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora