11. ¿TÚ?

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No la busqué

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No la busqué. Esa noche me di cuenta de que sí, no tenía derecho a hacerlo. Por otro lado, era bastante probable que saliera corriendo, así huyó de aquí, y que por si fuera poco... no estuviera sola. Si lo que no quería era estar conmigo eso no la convertía en una monja, al contrario, con esa carita, esa mirada y esa cabeza asombrosa, era consciente de que debía haber tenido a quien deseara y eso me ponía celoso, increíblemente.

Ella terminó conmigo y ahora que sé que la enfermedad era mutua, por supuesto me siento menos mal. Amar así a alguien a pesar de la ausencia, de la distancia, de los años, sentirla, incluso olerla a través de la memoria, de los recuerdos, es algo que jamás podré comprender. Algo mágico y demasiado doloroso, pero que de alguna forma me ayudó a sobrellevar el día a día.

Conseguí comprar ese gran terreno. El dinero en mi vida no era un problema; aunque juro que lo hubiese cambiado todo con tal de que no hubiese ocurrido aquello, por no saber lo que ella tuvo que vivir, por no saber que sus lágrimas eran debido a ese asqueroso motivo.

Robert hizo los planos incluso antes de que lograra ser el dueño. Los acepté solicitando algunos cambios mínimos. Ese nuevo proyecto me entusiasmó más de lo que llegaba a imaginar, por lo mismo me encontré hablando con René para poder manejar casi todo desde ahí. Necesitaba que ese sitio fuera mi base, el lugar donde llegara cada noche, mi hogar, mi mundo y... bueno, sabía que Boston era vital, pero mantenerlo como un sitio al que tenía que ir cada cierto tiempo, no al revés. Mi tío estuvo de acuerdo, después de todo mientras tuviera la movilidad, la seguridad y toda la infraestructura para dirigir la empresa, podía hacerlo donde me placiera.

Esos meses estuvieron llenos de pendientes y metas, que poco a poco, logré. Si bien una vez al mes debía viajar, durante una semana, el resto del tiempo podía vivir ahí, en mi playa, en mi casa, con mi gente, con su recuerdo, con su esencia impregnada en aquel lugar...

Trabajaba como un loco. Lo que hago me fascina y aunque ahora no es lo único, ni lo más importante, pues mi familia es la dueña de mi vida, sigo disfrutándolo. René, al ver que lo lograba, en diciembre decidió soltar por completo la autoridad y se jubiló, deslindándose por completo. Él ya solo deseaba viajar, ir y venir sin tener preocupaciones sobre su dinero o sus empresas. Lo cierto es que me las arreglaba sin problema, tenía a los accionistas en los bolsillos, tal como aún sucede. En el medio me respetan y somos líderes en lo que hacemos.

De pie, en la terraza que quedó justo como la pedí, con los muebles que decidí, observaba el mar con una taza de café entre las manos y... de nuevo la frustración llegó, tenía todo, absolutamente todo lo que cualquiera podría desear, no obstante, no encontraba con quien compartirlo. No lograba dar con una persona que me hiciera sentir algo comparado con lo que ella me producía. Observé la casa comprendiendo que debía asumirlo, necesitaba aceptarlo de una vez... Hablaba español, construí ese lugar, regresé a aquella universidad, mantuve su foto congelada en mi habitación y pensaba en ella cada noche y cada mañana. Si a meses de que se cumplieran nueve años nada había cambiado, era porque ya nada lo lograría y si mi destino era estar solo, así, como en ese momento, lo aceptaría. No quería sentir menos de lo que había llegado a experimentar, tampoco me negaría, pero no iba a dar nuevamente falsas esperanzas, ya no.

Eterno, Muy profundo II © ¡A LA VENTA!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora