12. RABIA.

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My heart is open - Maroon 5 ft. Gwen Stefani

Aún sudando frío regresé hasta el auto, no lograba hilar una idea con otra, incluso, no asimilaba lo que hacía unos segundos había sucedido

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Aún sudando frío regresé hasta el auto, no lograba hilar una idea con otra, incluso, no asimilaba lo que hacía unos segundos había sucedido. Era demasiado real, demasiado doloroso, demasiado... asombroso. Bajé las compras y con una lentitud poco usual en mí, lo acomodé todo. Al terminar me recargué en la barra con un vaso entre las manos observando mi «hogar».

Esto tenía que terminar, necesitaba darle punto final. ¿Cuánto más soportaría que me rechazara? Por lo mismo no la busqué, esa hubiese sido su actitud, lo sabía y prefería vivir con la ilusión que con su repulsión. No obstante, era momento de detener todo aquello, de... emprender otro camino. Se casaría. ¿Qué esperaba para dejarla atrás como evidentemente hizo ella? Tanto tiempo, tantos años, alimentando algo que no tenía sentido, algo que ocurrió en mi adolescencia, algo que... me cambió por completo. ¿Por qué era tan difícil darle la vuelta a la hoja? ¿Por qué simplemente no la olvidaba y seguía mi vida? ¡¿Por qué?! Apreté los dientes con rabia, con coraje. Ese era el momento, necesitaba abrir mi corazón y permitirle que se marchara, que me dejara y aunque crearía un hueco de enormes proporciones, no era sano seguir así, ya no.

Por la tarde hablé con Kellan, se verían en casa de Robert, una reunión como las que solíamos tener, nada formal, solo conversar y hacer unas hamburguesas al carbón, Luck estaba en el condado, así que ahí lo vería.

Pasé la mañana con la ansiedad ahogándome. Deseaba ir a su casa, verla por última vez. Me contuve. A mediodía decidí enfrascarme en el trabajo, era lo mejor.

Llegué a casa de Robert. Kellan me observó de manera extraña, sin embargo, no dijo nada, mi humor no era el mejor, al contrario. Lo cierto era que sopesé quedarme en casa recluido y oculto, pero unos minutos antes decidí que ese día específicamente enloquecería si permanecía en ese lugar atiborrado de recuerdos, así que compré un vuelo a Boston para la mañana siguiente y... no regresaría ahí en un tiempo. Ya me sentía agotado, harto, herido y vencido.

-¿Qué te sucede? -Quiso saber mi mejor amigo mientras volteaba la carne en el asador. Bebí de la cerveza negando.

-Nada... -desvié la mirada intentando hacer a un lado el revoltijo de sentimientos que nuevamente me invadía, era como si el tiempo no hubiese pasado, como si tuviese casi diecinueve y sintiera el dolor de su presencia, de su rechazo, del fin de lo nuestro. Mierda. Le di otro gran trago molesto. Kellan negó cambiándome el tema.

El timbre sonó. Robert fue a abrir, yo seguí discutiendo con mi amigo acerca de estupideces sobre el fútbol americano, típico en nosotros. No era muy tarde, podía ser cualquiera.

Unos minutos después el bullicio de los demás se detuvo, pero lo que realmente me alertó fue el rostro de Kellan, parecía haber visto un fantasma. Cerré los ojos comprendiendo de inmediato qué sucedía y en ese momento mis pulmones se contrajeron dolorosamente.

Eterno, Muy profundo II © ¡A LA VENTA!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora