MUY PROFUNDO II
«Liam y Kya han logrado pasar obstáculos que los definieron y lastimaron mucho, ahora gozan de una vida tal como imaginaron, quizá mejor, lo cierto es que él aún tiene un pasado que solucionar, dolor en su corazón y si desea seguir c...
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Llegué a casa de Kellan deseando desaparecer de la mía. En cuanto me vio y mencioné a mi madre, sonrió negando, dándome el control del video juego. Nos perdimos allí sin hablar, sin mirarnos, sin decir nada. Kellan es y era como mi hermano, me conocía tanto como ella. Sabía que en ese momento, todo sobraba y que si no me fui a refugiar a la playa, como ya era costumbre, fue tan solo porque no deseaba pensar. Así que jugar con la consola, era algo que lograba mantenerme neutral, aunque no tan efectivo como nadar o jugar americano.
Entonces llegó el momento de irnos al partido. Emma ya le había marcado, pero supuse que cuando se enteró de que me encontraba con él; comprendió que lo vería más tarde.
En medio de los gritos y el ruido yo me sentía enterrado en un absoluto y sordo silencio. Jugué concentrándome al máximo, regañándome más de una vez por girar a las gradas, esperanzado por ver su cándido rostro sonriéndome para infundirme ánimos. Jamás sospechó que no necesitaba hacer nada para alegrarme, su existencia cumplía esa función.
Ganamos.
Festejos y más gritos nos rodearon. Sin que lo pudiera evitar me arrastraron a la fiesta que se organizó en la casa de Luck. Fui, pero no duré más de diez minutos. Cate y Jane de inmediato se colgaron de mi cuello, al igual que otras chicas que buscaban pegarse asquerosamente a mi pecho, para abrazarme por el supuesto «triunfo» y yo lo único que podía pensar era que se asemejaban a unas garrapatas, no las toleraba. Me las quité sin miramientos ni ocultando mi repulsión.
—Asombroso que William Russell se encuentre así por una chica... —musitó molesta Cate. La observé indolentemente, dejando mi vaso aún lleno sobre una mesa.
—Si fueras una cuarta parte de lo que ella es, probablemente no te encontrarías aquí envenenando el ambiente y a alguien... le interesaría algo más que tu trasero —la chica abrió los ojos atónita. Está bien, me pasé, pero es que no soportaba que hablaran de ella como si fueran mejores, como si no valiera nada.
—Eres un imbécil... En serio que esa mojigata te cambió, pareces un pelele —sonreí con sarcasmo, acercándome peligrosamente a su rostro.
—¿Tanto te arde no parecerte ni un poco?... Porque espero que estés consciente de que esa cabeza hueca que cargas a diario, necesita estar igual de ejercitada que tu cuerpo...
—Eres un patán.
—Y tú una arrastrada, y si no deseas seguir escuchándome déjame de una maldita vez en paz, no soy ningún chico que pretende agradarte.
—De eso ya me di cuenta... Solo con ella eras dócil... Mentiras, eres lo que eres, Liam, siempre lo serás.
—Rodeado de gente como tú hasta en rata me hubiera convertido. Y no me interesa lo que opines, tú jamás despertarás en nadie lo que ella despertó en mí... Así que ve a derramar tu veneno a otro sitio, yo ya me enfadé de escucharte y de ver tus capas de maquillaje corriéndose con este jodido calor —sí, así podía llegar a ser. La dejé ahí sin decir más y me largué. Simplemente me sentía fuera de lugar.