—Abre la puerta, Yuuri.
Por un momento la voz detrás de la puerta le paralizó. Si bien era extraño que alguien tocara a su puerta a las casi cuatro de la madrugada, más raro era que su director se hubiera devuelto después de haberse despedido.
—¿Viktor? —preguntó mientras destrababa torpe el pestillo de la puerta.
Todo fue tan rápido que no logró sintonizar con el momento. De un segundo a otro estaba siendo rodeado por los fuertes brazos de su director, aún helados por la baja temperatura de aquella madrugada. Le sostenía como si aquel abrazo fuera el último que daría en años; Yuuri estuvo a punto de preguntar, ya que la situación en sí era extraña, pero los ojos tan intensos de Viktor —esos que reflejaba sus propia mirada nerviosa— le dejaron más que helado.
El director posó su pulgar en su labio inferior acariciándolo suavemente con la yema; sentía como delineaba la curva de su boca. Aquel toque frío y húmedo lo tenía paralizado.
De pronto, se aferró a su cadera con aquellas grandes y delgadas manos.
—Yuuri, esta noche no pude dejar de mirarte. ¿Acaso tu intención era provocarme?
Viktor caminaba por el salón a oscuras dando grandes y lentos pasos con Yuuri siguiéndole de espalda el juego sin dejar nunca de ser sujetado por él, totalmente confundido.
—Vi-Viktor...
—Lograste tu cometido, mira como me tienes —le respondió ronco, con una mirada de lobo que a Yuuri le subió los colores a la cara—. ¿Acaso sabes que está mal no hacerse cargo de lo que uno provoca? —susurró a su oído, erizándole la piel con su tibio aliento—. Yuuri, sí que eres perverso.
Sintió su cuerpo topar con la pared más cercana, Yuuri sólo atinó a gemir despacio cuando sintió una intromisión en su espalda. Las manos frías de Viktor se habían colado a su ropa y el contacto con su tibia piel le provocaba escalofríos.
—Viktor no...
—Esta noche no hay un "no" por respuesta —dijo y sin más espacio para charlar, juntó sus labios rosados y delgados con los de un muy confuso Yuuri, quien se quedó estático al sentir la humedad de la boca de Viktor entrar en contacto con la suya.
Le empujaba con ambos brazos pero no oponía resistencia alguna al contacto con sus labios; se sentía totalmente inmune a su moral, pero hacía su mejor esfuerzo. En el fondo sabía que no deseaba que se detuviera pero aún le quedaban rezagados esbozos de cordura.
De a poco comenzaba a dejarse llevar, llegando a resignarse y rodear el cuello ajeno con sus brazos. Los labios de Viktor eran tan diestros al moverse sobre los suyos; sentía un danzar que —inexperto y muy excitado— trataba de seguir sin perder el control de su cabeza; el ritmo que llevaban era demencialmente lento y eso sólo le llevaba a desesperarse, anhelaba sentir con más intensidad aquella nueva experiencia que encerraba la boca ajena: había caído en un pozo sin fondo.
Al separarse por una fatigante falta de aire, un pequeño hilo transparente unía sus labios con los de él.
—Vi-viktor... ese fue...
—¿Acaso acabo de robar tu primer beso, Yuuri? —dijo, relamiéndose los labios—. Déjame decirte que es sólo el comienzo.
Volvió a juntar sus labios, esta vez de una forma más hambrienta, alzándolo por las caderas; Yuuri inconscientemente se aferró con las piernas alrededor del cuerpo de Viktor, quien después de unos apresurados y furtivos pasos le arrojó sobre su propia cama.
—¡Viktor! —le reclamó.
—Voy a enseñarte lo que sigue —dijo antes de posicionarse sobre su cuerpo, acorralándolo con sus fornidas piernas. Yuuri se estremeció al sentir ágiles las manos de Viktor desabrochar su camisa, acariciando demás ciertas áreas al recorrer con la yema de sus índices el camino de botón en botón.
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Vivace Passionato #RisingAuthorsAwards2017 #ViktuuriAwards
FanfictionEl renombrado coro sinfónico de Nueva York se encuentra en el gran Lincoln Center, establecimiento reconocido por ser el corazón del arte en la cuidad más grandiosa del mundo. Dentro de los integrantes del coro está Yuuri Katsuki, quien a través de...