La brisa de ese otoño gélido golpeaba sus cuerpos al salir del departamento que compartían en plena Columbus Avenue, como siempre caminaban justos de tiempo para llegar a ensayar al gran Lincoln Center como hacían cada semana, exactamente a la misma hora.
Pero esa vez era diferente.
Si bien la conversación era siempre amena con su compañero Pichit y con su café (ahora amargo y sin leche) que sabía exactamente igual a todos los cafés de esa hora de la mañana, había algo distinto, ese día parecía un calco mal hecho de su rutina y eso lo tenía intranquilo, pero todavía no era capaz de decir con certeza qué era aquello que no calzaba en el puzle.
«Nos guste o no, el pasado es la construcción de lo que somos. Todo lo que fuimos es una pequeña parte de lo que es»
Sin estar conectado con la realidad lo suficiente, la sorpresa de una bocina retumbando en sus oídos y el agarre de su compañero lo descolocó.
Un auto, estuvo a punto de cruzar con luz roja.
«Cada segundo, cada decisión que tomamos, todo es determinante para el ahora»
—Yuuri, no me estás escuchando —le recriminaba Pichit, quien le miraba preocupado —, ¡ni siquiera estás mirando a dónde vas por Dios!
—Lo siento Pichit.
Sin ser capaz de mantener una actitud seria frente a Yuuri, se limitó a refunfuñar un poco antes de recuperar esa sonrisa tan blanca y amplia que lo caracterizaba: —Yuuri, sé que Viktor Nikiforov está bueno, pero tienes que dejar de pensar en él tanto o vas a morirte uno de estos días por despistado.
— ¡No digas esas cosas! — Enseguida sintió como la sangre se acumulaba en sus mejillas de la pura vergüenza que le daba pensar en Viktor —, ¡no estaba pensando en Viktor Nikiforov, deja de inventar tonterías!
—Viktor Nikiforov — escucharon tras de sí —, ¿Fue acaso eso lo que dijiste?
Ambos quedaron en silencio, analizando al dueño de las palabras que se habían insertado en su conversación casi como en una mala película de comedia.
Alto, moreno y cabello negro, esos fueron los rasgos con los que Yuuri definiría al tipo que tenía ahora frente a sí.
— ¿Y tú eres? — Añadió Pichit con voz de pocos amigos.
—Jean Jacques Leroy— Dijo galante, al parecer ignorando por completo las malas pulgas de Pichit—, un viejo amigo de Viktor.
—Un amigo de Viktor...
«Incluso todas las personas que fueron alguna vez parte de nuestras vidas son vitales, todas ellas son parte de nosotros en cierto punto»
Yuuri jamás se había detenido a pensar sobre el pasado de Viktor más allá de la conversación que habían tenido en el balcón de Chris. Él era ya todo un hombre, claro que tenía amigos y vivencias entre el relato del pequeño niño huérfano y la actualidad del gran rey.
Incluso sabiendo que eso era bastante obvio le chocaba pensar en la vida de Viktor, nunca se lo había cuestionado realmente ¿Qué hacía en su tiempo libre? ¿Qué le gustaba hacer los fines de semana? Ni siquiera sabía que esa persona era su amigo, ¿Tenía amigos que no conocía?
¿Amigos? ¿Viktor podía tener ese tipo de amigos?
«Aquello que llamamos pasado, que lo vemos como algo tan ajeno, está más conectado a nuestro presente de lo que nos gustaría»
Entonces comenzó a observar al hombre que tenía frente a sí disimuladamente.
Su bronceado parecía natural, pero muy parejo para ser una simple quemada de verano, su rostro se notaba perfectamente afeitado y la piel lucía totalmente hidratada; cejas perfectamente peinadas y perfiladas, rasgos masculinos pero estilizados, incluso su cabello lucía perfectamente cuidado.
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Vivace Passionato #RisingAuthorsAwards2017 #ViktuuriAwards
Fiksi PenggemarEl renombrado coro sinfónico de Nueva York se encuentra en el gran Lincoln Center, establecimiento reconocido por ser el corazón del arte en la cuidad más grandiosa del mundo. Dentro de los integrantes del coro está Yuuri Katsuki, quien a través de...