«La belleza de las voces es inmensa y reside esencialmente en su abismal espectro de colores; cada una de ellas carga con las tonalidades que la vida le ha ido regalando, sean frías o cálidas»
—Yuuri.
«La voz finalmente es un haz de luz que logra escapar de nuestros mundos interiores, revelando todo lo que cargamos como seres»
— ¡Yuuri!
Se precipitó a encarar aquel agresivo estímulo que lo había arrancado de sus pensamientos. Era Pichit quien bastante molesto le observaba desde el marco de su puerta— ¿Sucedió algo Pichit?
— ¡Es muy tarde! Yuuri tiene que levantarse ahora y apresurarse o llegaremos tarde a ensayo.
Aún sin agarrarle la nota a la situación, torpemente se dedicó a buscar con su mano las gafas sobre la mesa de noche a ciegas. Pichit, quien encontró en una escena tan estúpida y adorable la simpleza que sólo Yuuri podría darle, se precipitó a entregarle las gafas que yacían en el suelo junto a la bendita mesa—Será mejor que te duches pronto, no querrás darle mala impresión al nuevo director.
Tomó su celular y su rostro se tiñó de horror al leer la hora que marcaba el reloj digital que proyectaba la pantalla del aparato. Arrojó las sábanas hacia el lado y dirigió su aún adormecido cuerpo hacia el baño en tanto su compañero de departamento sólo reía por sus chillidos desesperados.
— ¡Cómo no pensaste en despertarme antes!
Yuuri corría por la extensión de Columbus Avenue con un bolso marrón colgando desprolijamente del hombro y Pichit pisándole los talones; a veces maldecía que el edificio reservado para coro y orquesta estuviese en dirección contraria a su departamento y que la extensión del Lincoln center le pareciera tan demencial justo en ese preciso momento.
Ya volando por las escaleras, lograron llegar a la puerta del Merrill. Podría jurar que su ducha no había valido para nada la pena, ya que de tanto correr ahora sentía su cuerpo ligeramente sudado debajo de su enorme chaqueta azul. Le tomó un par de segundos acompasar un poco su respiración para así abrir la puerta lo más meticulosamente posible y entrar en silencio.
Claro que era ridículo esperar pasar inadvertido, todos volvieron la cabeza al escuchar el chillido de la maldita puerta.
—Pasen rápido, no hay que encontrar nuevos motivos para retrasar aún más el ensayo de los que ya hay— Una voz ajena al conjunto hizo que Yuuri se ruborizara hasta las orejas. Afirmó a Pichit del brazo y lo arrastró bruscamente hasta las filas de tenores, siendo observado por todos los demás durante unos segundos más.
Ahí adelante, sobre el escenario se encontraba el dios de cabello plateado con su azul mirada atenta y una camisa blanca que se ceñía a su silueta armónica, dándole bastantes pistas a la imaginación para que se largara a divertirse con el estilizado cuerpo que se terminaba de cubrir por unos jeans negros que recorrían ajustados la extensión de sus largas piernas; Viktor Nikiforov era en verdad un sueño.
Avergonzado tuvo que darse una bofetada mental por fijarse demás en su director.
Viktor mientras tanto, observaba todo el auditorio perceptivamente; parecía un niño curioso descubriendo algún lugar nuevo, sentado ahí en el borde del escenario—Este lugar ha cambiado bastante.
— ¿Ahora está más moderno?—Se jactó burlesco el jefe de los tenores.
—No me refería a la estructura del Merrill, sigue igual que en los tiempos de mi estadía aquí— Viktor con su sonrisa infantil bajó de pronto del escenario, impulsándose con sus manos desde el borde—Yo me refería a lo mediocre que se ha vuelto el nivel del coro.
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Vivace Passionato #RisingAuthorsAwards2017 #ViktuuriAwards
FanfictionEl renombrado coro sinfónico de Nueva York se encuentra en el gran Lincoln Center, establecimiento reconocido por ser el corazón del arte en la cuidad más grandiosa del mundo. Dentro de los integrantes del coro está Yuuri Katsuki, quien a través de...