Lontano

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—Hoy no hará buen tiempo.

—Según las noticias se viene un pequeño temporal, ¿acaso no oíste?

—Nunca sucede nada bueno con los temporales aquí en Nueva York.

«¿Es capaz el clima de influir en nosotros tanto como nosotros influimos en él?»

«¿Es capaz el clima de influir en nosotros tanto como nosotros influimos en él?»

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—Gracias por la asistencia, el ensayo ha terminado.

El Merrill se adornaba con los coloridos abrigos, diversas parkas y chaquetas que todos los coristas usaban para aislarse del calante frío. Esa había sido una de las más frías mañanas que había visto aquel otoño gélido en Nueva York, no ajeno a todos quienes salían riendo o conversando del salón.

Para ellos el frío era sólo un compañero silente más.

—Yuuri, sube al escenario, por favor.

Allí estaban esos dos, director y corista, como siempre sus prácticas personales luego de ensayo.

—Sí.

«Ya habían pasado casi dos meses de la llegada de Viktor, las cosas de a poco se amoldaban al oscilante ritmo que llevaba, siendo el cambio y la sorpresa las únicas constantes de todo el asunto»

—Vocalicemos brevemente, ya tienes un ensayo entero en el cuerpo —dijo, ordenando las partituras sobre el atril del piano.

—Sí.

«Yo por supuesto no me quejaba, ponía mi mayor esfuerzo en seguirle la pista al coro y a mi excéntrico director. Había comenzado a reducir mis horas trabajando de pianista en clubes o eventos para concentrarme en el pesado cronograma que se me venía y la verdad de las cosas, estaba comenzando a disfrutar mis propias decisiones»

—No tenses tanto tu mandíbula Yuuri, sabes que es una mala costumbre que tienes que modificar —comentó mientras armaba la escala en el piano.

—Sí.

«Finalmente, estaba entendiendo que quizás estaba dejando atrás muchas de mis cargas y la suerte quizás estaba comenzando a acercarse a mi lado»

Viktor se levantó del banquillo negro del piano y se dirigió hacia Yuuri, quien lo seguía con la mirada, esperando obediente una indicación.

Posó sus dedos fríos en el borde de la quijada de Yuuri, un poco más abajo del inicio de sus orejas, y comenzó a trazar profundos pero suaves círculos diciéndole: —No tienes por qué estar tan nervioso siempre, esto es simple, soltarse y sonreír.

—Sí... —Yuuri sintió su rostro ruborizar, las palabras tan aterciopeladas y amables de Viktor solían provocar esas reacciones en él—. Viktor.

—Yuuri —Allí iban otra vez, esa forma de alargar la "u" en su nombre, como saboreando cada consonante—, tienes que sonreír para cantar, supongo que lo sabes ¿verdad? —le dijo con esa sonrisa tan juguetona y tan increíblemente adorable que tenía.

Vivace Passionato #RisingAuthorsAwards2017 #ViktuuriAwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora