Piangevole

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Da capo* Yuuri, una vez más.

«Los días pasaban rápidos y todo se movía en colores tan brillantes que me sofocaba. Mi trabajo de noche había aumentado junto al piano y mientras Viktor más descubría en mí, más dudaba yo de su propia cordura»

—Antes de eso repasemos el compás quince, por favor — añadió volteando la página y buscando entre los sistemas aquella horrible nota en falso* que tanto lo condenaba—, no me siento seguro con esas notas.

—Según yo está perfecto, Yuuri —respondió dudoso con una ceja arriba—. No tienes que desconfiar de notas ya estudiadas porque...

—Una vez... —le interrumpió—. Una vez más.

—Muy bien —contestó, mirando como Yuuri parecía debatir consigo mismo.

«La felicidad suele ser como una montaña rusa: mientras más subes y más maravillosas son las situaciones que vives, más grande es la caída y más profundo es el hoyo en el que te sumerges»

El director tocaba el piano y Yuuri miraba la partitura sin realmente estar mirándola. Se sentía frustrado y el entusiasmo de Viktor le parecía fingido. Había pasado la tarde junto a él y todavía no era capaz de sentirse cómodo con su propia voz.

«Finalmente, la felicidad pareciera sólo un escondite al cual te aferras para alejar tus miedos»

Había fallado otra vez.

Se apoyó sobre el final del piano y cerró sus ojos con fuerza. Viktor detuvo el piano y Yuuri sabía que lo estaba mirando con lástima. Le enfermaba sentirse tan inútil. Las expectativas que Viktor tenía sobre él eran ridículas y con cada falla sabía que sólo le demostraba lo equivocado que estaba al poner su confianza sobre él.

—Yuuri... —sabía que diría algo para animarlo, pero no quería escucharlo.

—¡Yuuri! —la voz risueña de Mila interrumpió en el salón—. Sé que hoy tienes ensayo con Viktor pero, ¿qué te parece si tú y yo vamos a...?

—Me parece perfecto, Mila —le interrumpió, sabiendo que los ojos del director seguían sobre él—. Yo y el director ya terminamos nuestro ensayo.

Mila miró de uno a otro y se sintió un tanto culpable sin saber realmente por qué. La intensidad con que Viktor miraba a Yuuri y la clara evasiva de éste a mirarlo de vuelta le ponía nerviosa.

—Claro, yo... te espero afuera.

—No recuerdo haber dicho que terminamos el ensayo —comentó el director desde atrás al cerrarse la puerta.

—No recuerdo haber fijado esa regla en primer lugar, señor director —A Viktor le contrarió enormemente que Yuuri le hablara tan lejano; como si todos sus intentos de suavizar su formalidad se hubieran esfumado—. Si me lo permite y no le molesta, me retiro.

No supo realmente que responder frente a la conducta de Yuuri, lo tenía totalmente aplacado.

—Cl-claro...

Así sin más, Yuuri recogió sus cosas y se colocó el abrigo en silencio, con el semblante totalmente serio. Viktor lo miraba sentado sobre el banquillo sin ser capaz de decir una sola palabra.

—Buena tarde, director.

—Yuuri...

Cerró la enorme puerta del auditorio detrás de sí y saludó a Mila, tratando de tener la mejor cara posible.

—¿Todo bien? —preguntó dudosa.

—¿Por qué no ha de estarlo? —añadió con una sonrisa suave—. Ahora cuéntame a dónde querías llevarme.

Vivace Passionato #RisingAuthorsAwards2017 #ViktuuriAwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora