Parte 10: Punto de Quiebre

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Al día siguiente, Farid volvió a verse embargado por la profunda preocupación que le había quitado el sueño la noche anterior. Despertó agotado, con el cuerpo agarrotado y sin ganas de poner un pie fuera de la cama. Sin embargo, era día de semana y tenía la obligación de levantarse temprano para asistir a clases.

Tras unos arduos minutos luchando contra la somnolencia, se obligó a sí mismo a desprenderse de sus sábanas. Lanzó un gran bostezo y se dirigió al baño de su cuarto para mojarse la cara, y así poder despertar por completo. Tras secarse el rostro, se observó en el espejo. Unas horrorosas ojeras se habían formado alrededor de sus ojos color ébano. Se echó un poco más de agua e intentó peinar su cabello castaño oscuro sin mucho éxito. Normalmente, no le preocupaba mucho su apariencia personal, pero tampoco deseaba llamar mucho la atención debido a características inusuales producidas por el insomnio que había sufrido.

Luego de tomar una ducha rápida y colocarse ropa casual, bajó al primer piso para desayunar. Su padre se encontraba leyendo el periódico, mientras tomaba un café acompañado por un par de tostadas. Su madre, al ver a Farid, se apresuró a indicarle que se sentara y le sirvió una taza de leche chocolatada. Farid se sentó junto a Alexia y la saludó. Ella respondió con un movimiento de cabeza, mientras se sonrojaba sin disimulo.

Desayunar con su familia hizo que el ánimo de Farid creciera un poco. Al fin y al cabo, esas eran las personas que más le importaban en esta vida; era ilógico preocuparse mientras los tuviera cerca. Al terminar el desayuno, Alexia y él se despidieron de sus padres y salieron juntos, con dirección a la escuela y a la preparatoria, respectivamente. En el camino conversaron animadamente de diversos temas, cosa que, según recordaba Farid, no habían hecho desde que él estaba en primaria. Gracias a esto, Farid pudo olvidarse por completo de la preocupación que lo albergaba, y se centró en escuchar a su hermana. Ella le narraba diversas ocasiones de su vida, con intención de sorprenderlo, y lo escuchaba atentamente cuando él tomaba la palabra.

Tras un buen tramo, sus caminos tomaban rumbos distintos. Farid se despidió de Alexia con un gesto de mano, pero antes de que pudiese irse, ella se acercó y le dio un beso en la mejilla. La chica murmuró un adiós, y se alejó corriendo, con el rostro completamente rojo. Farid también se había sonrojado levemente, y estaba más que sorprendido por lo ocurrido. Estuvo unos momentos petrificado, hasta que reanudó su marcha con dirección a la preparatoria.

La sorpresa por la inusual despedida de su hermana desapareció tras unos segundos, ya que la preocupación volvió a tomar la mente de Farid por completo. Sacó de uno de sus bolsillos la tarjeta que Sophie le había entregado la tarde anterior. No confiaba en ella. Al fin y al cabo, Eriziel le había advertido que Ethereal Corp no poseía buenas intenciones, de forma que no podía esperar nada bueno de sus integrantes. Aun así, el reconocía que podría conseguir mucha información si buscaba a Sophie y le hacía las preguntas correctas. Siendo sincero con él mismo, no tenía necesidad de conseguir dicha información, pero una parte de su mente tenía una curiosidad magistral por saber que estaba sucediendo exactamente. Además, Sophie parecía tener una versión completamente distinta de la que Eri le había narrado.

Perdido en sus pensamientos, llegó a la preparatoria sin percatarse en lo que le rodeaba. Estuvo ensimismado en su dilema durante todo el recorrido a su salón de clases, y continuó en las nubes incluso después de sentarse en su pupitre. Finalmente, luego de que el timbre que anunciaba las clases emitiera su característico pitido, Farid volvió al mundo real. Sin embargo, notaba algo muy raro a su alrededor. No solo era que el ambiente se sentía pesado y sombrío, sino que también sus compañeros de clases, normalmente bulliciosos y activos, estaban ahora sentados en perfecto orden y en completo silencio.

Farid observó con atención la escena, sorprendido del rostro inexpresivo que tenía cada uno de sus compañeros. Pasados unos segundos, se levantó lentamente de su asiento y se dirigió a donde estaban Rick y Frank.

—Oigan, ¿ha sucedido algo antes de que sonara en timbre? —preguntó, tomando a sus amigos del hombro de cada uno.

Ellos no respondieron. Al igual que los demás, estaban decaídos, con la mirada perdida y no parecían escuchar ninguna de sus palabras. Farid iba a decir algo más, pero, en eso, el profesor del curso que les tocaba ingresó al salón de forma exageradamente lenta. Cada paso que daba parecía costarle un esfuerzo excesivo, y emitía la misma aura depresiva que los alumnos. El hombre, tras unos minutos, llegó hasta su escritorio, se sentó pesadamente, y se quedó completamente inmóvil.

Farid soportó dicha situación una hora más, durante la cual estuvo intentado hacer de todo para que, al menos uno de sus compañeros reaccionara. Los empujaba, les abría los ojos, les lanzaba cosas, pero absolutamente nadie expresaba algún tipo de reacción. Cuando se convenció de que no había nada que hacer, Farid estalló en frustración, golpeando sillas y mesas. Su desesperación aumento luego de que, a pesar del destrozo que había causado, sus compañeros se limitaran a recoger algunas sillas para sentarse y volver a quedar inmóviles.

Farid salió de su salón, aún muy frustrado. Revisó las demás clases, y su desesperación dio paso al temor al percatarse de que todo el lugar estaba invadido por la misma situación depresiva. Cuando llegó a la salida de la preparatoria, la única emoción que embargaba a Farid era la ira. Un pensamiento había germinado en su mente: Eriziel debía ser la causa de aquella bizarra situación.

Nazo no Gaikeisunbō | Arco 1: Noche EternaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora