Capitulo 1: Sam Caulfield

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Ya ni se donde estoy ahora, pero lo que si sé es en donde estaba aquel otoño de 2017. Mi nombre es Sam, soy un chico de 17 años que, aunque muy inteligente, soy demasiado bobo. Y hoy les voy a contar una historia muy entretenida sobre como un pensamiento fugaz se volvió un caotico desastre.

Ahí estaba yo, acostado y pensando y acostado y seguía pensando (no podía pensar en otra cosa y quería seguir acostado y pensando tal vez(? ). Me costaba mucho pensar con tanto ruido, discusiones y peleas, todo se había ido a la mierda tan gradualmente que ni me había dado cuenta, pero es algo que viene de hace muchisimos años. Hubo demasiadas discusiones sobre como arruiné la vida de todos al nacer y sobre como no merezco algún respeto por el simple hecho de ser yo y no ser ellos.
Pero antes de contarles la historia de mi vida, les voy a hacer un resumen de porque me llevo mal con toda mi familia...
Mi papá: nunca está, siempre esta trabajando, y le encanta discutir con todos por razones desconocidas hasta por el, cree que se la sabe todas, y hay varias cosas que todo el mundo sabe y el no.
Mi mamá: Una zorra con todas las letras, se lo coje al vecino y luego hace como si no hubiese pasado nada. No trabaja porque esta esperando a cobrarle un accidente a la empresa para la que trabajaba, como si eso nos fuera a salvar de la situación de mierda en la que estamos.
Mi hermana: No tiene opinión propia, que opine la tele. Esta obsesionada con la limpieza, pero a pesar de todo, es la única que terminó la secundaria.
Mi hermano: Un tipo que no se preocupa por nadie. Nunca fue a la escuela, aunque siempre trabajó. Siempre tuvo el autoestima demasiado alta (Típica característica de las personas halagadas por sus ojos claros), una vez dejó embarazada a una chica y no hizo más que dejarla tirada y desaparecer (apareció en mi casa al mes de que nazca el bebé).
Y por ultimo yo: Una cosa rara, inseguro, quiero terminar la escuela e irme de una vez, ya no me banco a nadie y siento que envejecí sin siquiera madurar.

Así que ahí estaba yo, intentando dormir. Los gritos histericos de mi papá, el llanto victimista de mi mamá, mi hermana viendo Showmatch a todo volumen y mi hermano haciendo ruido con sus amigos motorizados, hizo que me diera cuenta que ese lugar me hacía mal, -Solo quiero dormir.- decía una voz en mi cabeza. Todo cambiaría si me dejaran irme de este lugar de mierda por al menos 5 minutos, pero como no consigo trabajo, tampoco tengo los derechos suficientes como para salir hasta que se calmen. Asi que tomé la que sería la peor y la mejor decisión de mi vida...

Empaqué un poco de ropa, mi guitarra y un cuadernito donde escribir canciones, poemas, historias o lo que sea. Iba a irme sin importar sus reglas, quería encontrar algún lugar más.
Ya estaba listo - Y si me extrañan?- pensé en voz alta. Pero no tenía tiempo para pensar en que sentirán los demás, ahora es mi turno, yo ya creo que este es mi tiempo de elegir. Así que me dije a mi mismo -Solo respira y dejalo salir-.- ya estoy hasta la puta madre de que anden rompiendo las bolas a las 3 de la maldita madrugada. Vos sos una puta, todo el mundo sabe que el vecino tiene una copia de la llave y que viene todos los días quien sabe a que. Vos comenza a dedicar un poco mas de tiempo a la familia y menos al trabajo, y ya no discutas por gusto, te vas a morir solo como un perro callejero. Vos deja de ser tan despreocupado y encargate de ese bebé que ya debe tener 3 años, y deja de joder con esa moto que vas a matar a una persona inocente, estúpido de mierda, ya te secuestraron 3 motos y te rompiste una pierna. Y por ultimo, vos deja de mirar esa mierda, y hacete respetar, estas todo el tiempo limpiando mientras mamá hace "trámites", cuando sabemos que no es así, yo se que no tenes nada que ver en esto, pero se que podes pensar por vos misma, hacete valer.-
Entonces me fui pegando un portazo tan fuerte que vibró lo que quedó de la ventana que se rompió en la discusión anterior. No tenía un duro, pero me sentía mucho mejor. Sentía una gran adrenalina, mi corazón sentía que iba a estallar, Tenía miedo (o excitado, me costaba identificar tal sensación).

Al pasar el momento de emoción, me puse a pensar en lo esencial: la comida, la ropa, el sueño. Que mierda voy a hacer? Volví a empezar y me falta hasta lo mas básico. Me encantaría ir a lo de mi abuela, pero no puedo, no desde aquel día.

...

Tenia 13 años y mi abuela siempre me daba plata para ahorrar, pero el problema es que yo usaba esa plata para comprarme cuchillos coleccionables. Para comprarlos le pedía al padre de una amiga mía llamada Sofi que los compre por mi, de otra forma no se podía ya que te pedían identificación y debías ser mayor de 21 años.
Era genial esa colección de cuchillos, pero en cuanto se enteró mi papá tuve que vender la mitad de los cuchillos para ayudarlo a pagar cuentas y la otra mitad enterrarlos en el patio de Sofi sin que el supiera.

Mientras recordaba esto estuve caminando por todos lados, Mierda, como la extraño. Caminé hasta que se me cansaron los pies, no sabía que hacer, no sabía a donde ir, no sabía como esto iba a terminar. Fue entonces cuando me topé con la estación de trenes, el centro de los pubertos alternitos que sufren de depresión. Trepé el puente peatonal (Porque su entrada estaba bloqueada) y me quedé mirando por todos lados.
Había un nombre bastante extraño, escrito con una letra que se me hacía muy familiar.

Sengdam.

Sam CaulfieldDonde viven las historias. Descúbrelo ahora