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El bar se encuentra atestado de gente. Mujeres vestidas para matar, hombres con miradas libidinosas, cuerpos en la pista de baile pegados bailando mientras la temperatura sube sin cesar; el bar está en su máximo nivel. Decidimos tomar nuestro lugar habitual con Liam; la esquina de la derecha al lado del gran ventanal.

La noche es calurosa y promete mucha diversión. Pido un Sex on the beach mientras mi acompañante se decantaba por un Tom Collins, comenzamos a charlar y disfrutar tanto del ambiente como de nuestros tragos.

Las horas pasan con velocidad a tal punto que el alcohol comienza a hacer efecto en mi organismo. La timidez se ha extinguido, la música se cuela ahora por mis venas llevando así mi cuerpo a disfrutar de los movimientos de caderas, brazos, piernas y cabeza. Ambos coreamos las canciones a todo pulmón mientras el calor sigue subiendo; el sudor pega la delicada tela a mi piel y el cabello sobre mi cuello se siente asfixiante.

—Debo ir al baño —balbuceo en un tono bajo.

—¿Qué dices? No te escucho —señala sus oídos.

—¡Que debo ir al baño! —grito sobre su oído izquierdo, asiente y se vuelve a nuestro lugar.

El piso comienza a dar vueltas mientras mi cuerpo choca con algunas personas que se encuentran bailando entusiasmadas. Una vez llego a la puerta de los servicios, ingreso a un pequeño cubículo y en ese momento mi móvil comienza a timbrar. Sin prestar atención al remitente, presiono el botón de "responder" y coloco el auricular sobre mi oreja.

—¿Neferet? —una voz gruesa y cansada se escucha al otro lado de la línea.

—¿Si? —respondo alargando la "i" mucho más de lo que quiero, comienzo a reír por ello.

—¿Te encuentras bien? Soy Coel —en ese momento recuerdo a mi prometido y elevo mi mano derecha, observando con detenimiento el anillo mientras sigo riendo.

—¿Cómo estás, mi amor? —la lengua parece adormecerse lentamente y eso entorpece mis palabras.

—¿Estás ebria? —contesta en tono preocupado.

—¡Bingo! Qué comes que adivinas, ¿no? —suelto de repente una sonora carcajada por mi increíble chiste.

—¿Quién está contigo? ¿Dónde estás? ¿Agnes se encuentra allí? —sus preguntas comienzan a taladrar mi cabeza y eso me fastidia.

—Haces demasiadas preguntas De Luca, estoy con Liam; mi apuesto e increíble mejor amigo Liam Carpenter —recuesto mi espalda sobre la pared y sonrío recordando su tierno beso en mi mejilla—. ¿Ya te dije que estoy con el Liam?

—Tres veces —la molestia es palpable en su voz, lo cual me divierte aún más.

—Ay no Coel, ¿otra vez estás celoso? Ya te lo dije, él y yo sólo somos amigos —acoto muy segura de mis palabras.

—No es momento para hablar sobre eso, ¿ya te irás a casa?

—¡Claro que no! ¡La noche aún es joven y yo tengo mucho por bailar!

—Cuídate Nef... —de pronto la llamada es interrumpida y comienzo a tocar la pantalla de mi móvil, tratando de comprender lo que ocurre.

Me levanto con torpeza del retrete y abro la puerta con mucha fuerza, impactándola en el rostro de una mujer rubia que se encuentra en un estado peor que el mío. El golpe la hace sentarse nuevamente en el wáter quedando adolorida y más adormilada que antes.

Pido disculpas mientras me dirijo a los lavamanos y observo mi reflejo en el espejo. Los ojos me brillan de una manera especial, la sonrisa de mi rostro no se va y parece que todo el lugar da vueltas.

Camino dando tumbos nuevamente por la pista de baile y entonces siento como una gran mano se posa con fuerza sobre mi trasero, apretando sin pudor alguno. Mi rostro se comprime, volteo y me encuentro con el rostro de un sujeto que me sonríe de maneja asquerosa. Sus ojos están rojos y su sonrisa me resulta repulsiva.

No lo pienso demasiado e impacto mi mano por su mejilla, tiene la cara roja del coraje acercándose a mi cuerpo de manera peligrosa.

—¡Eres una maldita ramera! —espeta con desprecio.

Antes de que pudiese realizar cualquier movimiento, Liam aparece y se coloca delante de mí impactando su puño en la nariz del sujeto. Éste cae mientras me toma de la muñeca y nos saca del lugar a toda velocidad.

—¡Demonios! ¡Ya lo tenía! —exclamo molesta.

—Estás loca Nef —detiene el paso y me voltea—, ¿te encuentras bien? ¿No te hizo nada?

—¿Cómo crees? El imbécil apretujó mi trasero como si fuese una pelota anti estrés —su rostro se vuelve rojo y entonces baja la mirada.

—No debí dejarte sola ni siquiera un momento, lo lamento cariño —su voz denota lo apenado que se encuentra.

—¡Oh vamos! —rezongo— No es la primera vez que me aprietan el trasero en un bar, además con el golpe que se ganó, creo que no tendrá ganas de tocar otro trasero por lo que resta de la noche.

Ambos reímos y entonces conecto mi mirada con la suya. Observo sus profundos ojos turquesas y me siento embelesada por sus facciones, por su sonrisa, por él.

—Voy a extrañarte —murmullo con melancolía—. Ni siquiera me he casado y ya siento que extraño a todo el mundo.

—Es normal, los cambios serán un tanto bruscos para ti —toma mi mano con delicadeza y vuelve a fijar sus ojos en los míos—. Yo también voy a extrañarte mi querida princesa egipcia.

Un calor invado mi cuerpo en este preciso momento, siento mis piernas temblar, el ritmo cardíaco se acelera y su rostro me parece lo más bonito que alguna vez pude apreciar. Comienzo a reír y entonces corto la distancia que hay entre nuestros cuerpos.

 Comienzo a reír y entonces corto la distancia que hay entre nuestros cuerpos

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El sol impacta sobre mis ojos y frunzo el ceño molesta. Deslizo mi cuerpo sobre la cama y hago acopio de mi fuerza para poder tomar asiento. La cabeza me estalla y apenas puedo abrir mis ojos.

—Juro que nunca más volveré a tomar una sola gota de alcohol —murmuro con hastío.

—¡Gané! —sobre el umbral de la puerta de mi habitación, Agnes aparece muy feliz con el móvil en su mano.

—¿Qué haces? —cuestiono con muy mal humor.

—Gano dinero cariño, sabía que dirías eso. Ahora Liam me debe cien dólares —intento comprender lo que dice, pero en ese momento distintas imágenes de la noche anterior se atiborran en mi cabeza.

Recuerdo encontrarme bailando, luego en el baño de mujeres con mi móvil en mano, también recuerdo a un idiota que me había tocado el trasero y el rostro de Liam...

—¡Neferet! —abro los ojos con mucha sorpresa al reconocer esa voz familiar. Salto de la cama y camino rápidamente hacia la sala para encontrarme frente a frente con mi prometido, Coel De Luca.

La Boda de Neferet Donde viven las historias. Descúbrelo ahora