- 9 -

37 5 8
                                    

Un suspiro pesado inunda el ambiente y sus ojos se cierran nuevamente. Siento una opresión en el pecho, lo que sea que me oculta es algo que no va a gustarme para nada.

—En mi viaje a LA—Su cuerpo se tensa y mi respiración se pausa por un momento—, vi a Cristal.

—¿De qué demonios hablas? —Me pongo de pie rápidamente y el brusco movimiento de mi cuerpo hace que el líquido caliente de la taza se derrame por mi ropa, quemándome— ¡Puta madre!

—¿Te encuentras bien? Te has quemado Nef —Intenta quitarme el recipiente de la mano y lo esquivo.

—¡No me importa! Liam, ¿acaso estás loco? —Lo miro con reproche— ¿Cristal? ¿De verdad? Maldita sea.

Puedo ver como su rostro se llena de angustia, vuelve a tomar asiento y coloca sus manos sobre sus rodillas suspirando. Esa es la manera que tiene de encontrar las palabras exactas para explicar algo que muchas veces no tiene explicación.

—¿Y bien? —Dejo el pocillo en la mesa, me cruzo de brazos y no dejo de mirarlo— ¿Vas a decirme que mierda hacías con la mujer que casi te llevó a convertirte en un alcohólico suicida?

—Nef... —Su voz se oye cansada.

—A la mierda. Si no me quieres explicar bien, pero cuando te des cuenta de lo que estás haciendo no quiero que vuelvas aquí completamente borracho, llorando y rogando morir —Camino veloz hacia el cuarto de baño, vuelvo a colocarme la ropa húmeda y me ato el cabello mientras siento mis entrañas arder. Salgo de allí y comienzo a buscar mi móvil frente a la atenta mirada de mi espectador.

—¿Puedes detenerte? —No encuentro el maldito aparato y comienzo a desesperarme— Quiero explicártelo, de verdad.

—Pues ya no quiero escucharte —respondo tajante.

—Ella quiso verme, necesitaba hablar conmigo. Ya sabes, pedir disculpas por el pasado y yo no tenía nada mejor que hacer y acepté.

—¿Te acostaste con ella? —De pronto lo enfrento con la mirada y él se congela. Veo como le cuesta tragar saliva e incluso podría jurar que sus manos sudan— Es todo lo que necesito saber.

Por fin encuentro mi móvil, lo tomo rápidamente colocando todos mis objetos valiosos en una bolsa hermética y salgo por la puerta sin esperar siquiera un "adiós" o alguna otra palabra. La lluvia sigue impasible pero no me importa, puedo sentir el frío sin sentirlo, el nudo en la garganta me lastima y mis ojos comienzan a picar.

Camino y camino hasta llegar a mi destino, abro la gran puerta y veo a mi amiga sentada en mi antiguo lugar con los brazos cruzados y una mirada que destila molestia. Me acerco a ella de manera sigilosa y mi móvil suena, lo que llama su atención. Me escudriña con la mirada sorprendida y frunce mucho más el ceño; se levanta sin dejarme decir una sola palabra y se dirige hacia la salida. La sigo en silencio mientras observo la pantalla; es Liam.

 La sigo en silencio mientras observo la pantalla; es Liam

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Ya han pasado dos días desde esa tarde lluviosa y Agnes aún no me perdona que la haya dejado sola sin siquiera avisar. He intentado todas las formas posibles para que me hable pero no hay caso, cuando la ley del hielo se desata no existe fórmula que la derrita.

—Cariño, ¿quieres un poco de chocolate caliente? —Mi madre cruza por el umbral de mi puerta y me observa con su típica mirada de "yo sé que no estás bien pero esto te hará sentir mejor".

—Está bien, solo porque es tu chocolate y sería una hereje si no lo acepto.

—¡Neferet de Saimandi! ¡No digas esas barbaridades! —Rio ante su cara de horror.

—Lo siento mamá —Sonrío un poco triste mientras sigo doblando ropa.

—Eres buena cocinera, eso lo sacaste de tu padre —Dejo mi pantalón a medio doblar y volteo a verla con extrañeza—. Siempre disfrutaba de sus platillos excéntricos, en su otra vida deseó ser chef.

—¿A qué va ese comentario mamá? —Digo con sorpresa.

—A nada en particular. Simplemente, existen personas que aman, sufren o perdonan a través del estómago —Puedo notar una leve sonrisa en sus finos labios y sus ojos verde oliva con un brillo particular—. Deberías hacer una carne asada con salsa champiñones y papas rellenas con queso para la cena de esta noche.

Y mi cerebro se iluminó; es la comida favorita de Agnes. Hice de todo para obtener su perdón, menos cocinar y la manera más fácil de llegar a mi amiga es a través de su estómago. Soy una idiota, ¿cómo no lo pensé antes?

Busco rápidamente mis zapatillas, me las calzo, tomo mi bolso y bajo de las escaleras como si me llevase el diablo. Debo apresurarme antes de que cierre la tienda.

—¡Yo saldré con unas amigas cariño, ya sabes las chicas de la textil! ¡Así que no me esperen! —Volteo a la velocidad de la luz, subo nuevamente las escaleras y abrazo a mi madre.

—Gracias, mamá —Escucho su risa por lo bajito y unas palmaditas en la espalda.

Vuelo a la tienda y en menos de lo que canta un gallo me encuentro en el umbral de la cocina preparando todo. El aroma que desprende la carne horneándose me abre el apetito. Termino de colocar los últimos detalles en la mesa y escucho la puerta principal abrirse; me siento nerviosa.

Frunzo el ceño al escuchar un par de voces desconocidas: un hombre y una mujer. No pasó mucho para que los mismos apareciesen junto a Agnes, quien queda estupefacta al ver todos los alimentos en la mesa.

—Oh, lo siento. ¿Esperas a alguien? —Habla con su típico tono indiferente y la detesto en este momento.

—No —respondo tajante.

—Bien, veo que hiciste mucho de cenar. No sabía que eras una persona de gran apetito —Escucho reír a los otros dos y los miro con molestia. El tipo es gay y por lo que puedo observar, la otra muchacha gastó todos sus ahorros en tatuajes. ¿Acaso estos son los nuevos amigos de Agnes?

—No tengo hambre, la mesa está servida si tú y tus amigos desean cenar —Tiro el repasador cerca de ella y me dirijo a las escaleras.

—Neferet, ¡espera! —Hago caso omiso a su llamada y sigo subiendo los escalones—. ¡Maldita seas! ¡Soy yo quien está enojada contigo y tú te ofendes más!

—¡Púdrete Agnes! ¡Hace una semana estoy intentando que me dirijas la palabra y lo único que haces es ignorarme! ¡Cociné tu maldita comida favorita para que entiendas que me arrepiento de haberme comportado como una maldita niña y traes a dos idiotas que se ríen de tus malditas contestaciones como si fuesen tus mejores amigos! —Veo como se congela al pie de las escaleras y entonces me doy cuenta de las cosas que dije.

—Bien —Es lo último que escucho antes de que voltee.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Apr 17, 2018 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

La Boda de Neferet Donde viven las historias. Descúbrelo ahora