—No puede ser. —Quito la mirada de Tiffany y me encuentro con el rostro sorprendido de Liam.
—¿Qué no puedes creer? ¿Qué esté aquí? Me subestimas Carpenter —comento con las manos en la cadera y la mirada desafiante.
—No seas boba, hazme el favor y entra o vas a pegarte un buen resfriado. —Los truenos resuenan impasibles, brinco levemente por la sorpresa y escucho a ambos hermanos reír por lo bajo.
Pongo un pie dentro de la casa refunfuñando y recuerdo mi camisa embarrada. Trato de dirigirme a algún lugar del departamento que no se estropee con el torrente de agua que cae por todo mi cuerpo pero parece ser imposible.
—Creo que es momento de ir a casa, le dije a Griselda que no tardaría demasiado. —Tiff me mira con una leve sonrisa y en su rostro algo me resulta extraño. Baja la mirada y luego se despide en un susurro, reconozco esas acciones.
—Adiós Tiff, cuídate. —Le digo desde el otro lado de la sala mientras levanto mi mano y le sonrío de oreja a oreja, puedo ver su incomodidad para luego salir rápidamente bajo un paraguas.
—Vaya, eso fue extraño —escucho comentar a Liam por lo bajo—. Bien, es momento de que tomes una ducha caliente, iré a buscar tu ropa, te preparé un té y hablaremos.
Asiento de manera automática, comienzo a tiritar por el frío que y hace mella en mi piel. Me dirijo velozmente al cuarto de baño, tomo una toalla del pequeño clóset y comienzo a desvestirme. Abro la llave de la ducha y dejo que el agua tibia recorra mi piel, mis manos arden un poco al igual que mis rodillas por los raspones de la caída que no había sentido antes. Cierro la ducha y comienzo a envolverme en la gran toalla azul mientras me observo en el espejo.
—¡Toma! —escucho la voz de Liam por el otro lado de la puerta. Abro un cuarto de la misma y tomo la ropa que me trajo mientras la veo con curiosidad.
—Esto es una broma —digo con sorpresa y puedo ver como se muerde los labios para no reír.
—Es lo único que has dejado, jamás trajiste nada más "actual", es eso o quedarte desnuda, tú eliges —Cierro la puerta en su rostro increíblemente molesta y suspiro pesadamente—. ¡Yo también te quiero Nef!
—¡Púdrete Liam! —respondo.
—Eres tan dulce cariño, iré a preparar el té.
Luego de quince minutos en los cuales me miré al espejo y negué completamente mi apariencia decido salir de allí. Una vez en el umbral de la cocina puedo oír la carcajada monumental de mi amigo. Es un idiota.
—¿Qué hay? ¿Neferet Minnie de Saimandi? —Otra carcajada—. Oh lo siento, es inevitable.
—Recuérdame la próxima vez que decida dejar ropa "auxiliar" en tu departamento, que este no sea un estúpido pijama de Minnie completamente rosa y hasta con moñitos incluidos. ¡Dios santo!, parezco de doce —chillo.
—Solo de cara, porque de actitud... —voy directamente hacia él y lo golpeo en el hombro con fuerza. Para mi desgracia, un poco del agua del té cae en el suelo y mi pie va directamente a ello.
Resbalo como en las mejores películas de comedia y abro mis ojos así como mi boca en una enorme "O" y esperando lo peor, cierro ambos porque según mi gran cerebro eso hará que el impacto duela menos.
Sin embargo, unos fuertes brazos me sostienen y aún me niego a abrir los ojos. Mi respiración está levemente acelerada y puedo sentir lo mismo en la de él. No es la primera vez que resbalo y Liam me salva de una dolorosa caída, pero hoy, algo es diferente. No deseo ponerme de pie, no quiero abrir los ojos, no quiero separarme de su tacto.
—¿Te encuentras bien? ¿Acaso te has muerto del susto? —Su burlona voz me da la pauta de que es momento de moverme. Rápidamente me recompongo y plancho mi ropa en señal de nerviosismo lo cual causa una sonrisa en él—. Te he salvado la vida, me debes.
—Yo he salvado la tuya muchas veces y no te he cobrado. —Coloca sus manos en señal de rendición mientras silba y vuelve a tomar las tazas para dirigirse hacia la sala, lo sigo sin decir nada.
Una vez allí, ambos tomamos asiento en el gran sillón negro y comienzo a beber el té, está tibio y sabe delicioso pero eso no es suficiente para olvidarme del tema.
—¿Y bien? Te escucho. —digo con los ojos fijos en él. Se acomoda y desabotona la parte de arriba de su camisa, puedo suponer que no ha tenido tiempo de colocarse algo más cómodo desde que llegó del trabajo.
—¿Conoces la empresa JP International? —Lo veo extrañado y asiento en silencio—. No sé si lo sabes pero son una empresa que se jacta de conseguir terrenos o hectáreas "imposibles" para otras empresas y así crear casinos, hoteles, departamentos lujosos entre otros edificios.
—Sí, conocí a una compañera del trabajo que había formado parte de esa empresa.
—Son tiburones, muy peligrosos y han puesto sus ojos en el terreno de mi madre. Quieren construir una autopista junto con una enorme estación de servicio —Lo observo desconcertada—. Han intentado comprar a mi madre, sobornar a su abogado y conseguir que ella lo deje todo por una triste suma de dinero.
Puedo notar en sus ojos el cansancio y la irritación que le causa este tema. Ese terreno en Los Ángeles, es la historia de fuerza, valentía y prosperidad de su familia. Cuando sus padres se casaron, no tenían nada y su abuela materna les había heredado esa tierra que parecía estar más muerta que viva. Sin embargo, a pesar de todo pronóstico, la pareja salió adelante con sus dos hijos, creando una casa y un pequeño monopolio que los ayudo a subsistir.
—¿Y qué ocurrió? —pregunto inquieta, de repente la garganta se me ha secado.
—Nuestro abogado es un hombre leal, mi madre es un hueso demasiado duro de roer, por no decir imposible y he logrado contactar a ciertas personas de importancia que han retenido a los desgraciados. Al menos por un buen tiempo. —Toma un gran sobro del té y lleva su cabeza hacia atrás. Siento una tensión extraña sobre nosotros.
—Liam —Lo llamo y él me mira con curiosidad—, ¿qué es lo que no me estás contando?
Su boca se abre y se cierra un par de veces, me observa como escudriñándome y se da cuenta de que lo sé. Hay algo que no me está diciendo y debo saber qué es.
ESTÁS LEYENDO
La Boda de Neferet
RomanceNeferet, mujer de corazón noble y valeroso. La sangre egipcia corre por tus venas y el misterio que escondes en tus ojos te vuelve exótica y sagaz. El amor ha tocado a tu puerta pero tú aún no lo has notado. ¿Es que acaso tienes miedo? Las dudas s...