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La bebida helada pasa por mi garganta y parezco resurgir. Después de aceptar la propuesta de Coel que consiste en vivir un año en Grecia para luego volver y asentarnos definitivamente en New York. Cabía la posibilidad de que algunas veces debería viajar a ciertos lugares por negocios pero ocurriría sólo en ocasiones de extrema necesidad.

Mi mente da vueltas en muchas direcciones, en muchos escenarios y todavía me invade la incertidumbre de saber qué ocurre con Liam.

—Nef, debo atender estas llamadas, son de mi padre. –Coel me mira con una sonrisa, se pone de pie y se dirige a varios metros de donde se encuentra nuestra mesa.

El pequeño bar está iluminado y la noche es preciosa, descanso mi cabeza sobre mi mano y observo la gente pasar por la acera cerca de mí. Veo a lo lejos una pareja sonriendo y besándose, se ven muy enamorados y eso me causa cierto malestar; volteo entonces hacia la derecha y lo veo, es Liam.

Estoy en shock, ¿puede ser posible que el maldito bastardo esté aquí y ni siquiera me lo haya dicho? No lo pienso demasiado, siento un resorte en mi trasero que me obliga a ponerme de pie mientras corro en su dirección, dispuesta a obtener respuestas.

Pongo el primer pie en la acera, lo tomo del brazo con brusquedad y lo volteo. Su rostro es de total sorpresa, abre su boca un par de veces como queriendo decir algo pero no sale nada.

—¡Maldito infeliz! ¿Tienes idea de lo preocupada que estuve por ti? ¡No respondiste mis llamadas! ¡Eres un imbécil! ¡Creí que te ocurrió algo! ¡Qué moriste! ¡Oh por Dios! ¡Voy a matarte! —Me abalanzo para tomarlo del cuello y él me detiene en un movimiento ágil. Me rodea con sus brazos y puedo sentir su respiración agitada sobre mi cuello, mis vellos se erizan ante tal contacto.

—Cálmate, princesa. Voy a soltarte pero necesito que recuperes la cordura, ¿podrás? —gruño ante su petición—. Ese sonido de animal salvaje no me reconforta.

—Suéltame —ordeno molesta.

—Como diga, su majestad —Sus brazos alivianan la presión y volteo para enfrentarlo. Observo con más detenimiento su aspecto; su barba está más crecida, sus ojos parecen cansados y su cabello se encuentra despeinado.

—¿Y bien? —Frunzo el ceño esperando una explicación y cruzo mis brazos sobre mi pecho.

—Volví hace un par de días, he estado muy ocupado, muchas cosas han invadido mi mente esta semana y realmente no quería involucrarte Neferet.

—¿Por eso no me has respondido? Demonios Liam, pudiste decirme que necesitabas espacio.

—Lo hice.

—Eso no es verdad. —Su móvil comienza a sonar, lo toma y lee el mensaje mientras espero.

—Mira Nef, en este momento no puedo hablar contigo, pero prometo hacerlo. —Toma mi brazo y en su mirada puedo ver súplica.

—¡Cariño! –Y entonces Coel hace acto de presencia. Lo observo con una sonrisa, la cual se borra de manera inmediata al reconocer a Liam—. Carpenter, que bueno verte.

Ambos se sonríen y la plasticidad de sus sonrisas me hace voltear los ojos. Se pasan las manos y Liam se separa de mí como si le quemase.

—Bueno verte De Luca —Nuevamente me mira-. Debo irme Nef, prometo que hablaremos pronto. Cuídate.

Un sutil y furtivo beso se instaura en mi mejilla junto con una leve sonrisa; mi rostro se sonroja porque siento el ardor y me quiero morir. Ojalá Coel no se haya dado cuenta.

—Cariño, es hora de irnos. Tu mamá está esperándonos —asiento en silencio y le sonrío sintiéndome nuevamente extraña.

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—¡Llegarás tarde! —Corro a buscar su bolso mientras me coloco el zapato.

—¡Lo sé! ¡No es necesario que me lo estés repitiendo a cada momento! —Agnes suena nerviosa. Hoy es el último día de su ensayo de piano y el profesor le ha dicho que no aceptará retrasos de nadie o quedará fuera.

—¡El taxi está aquí! ¡Vámonos! —Tomo su chaqueta y bajamos a toda velocidad.

—¡Espera! ¡Olvidé mis dulces! —Veo como se voltea y la tomo de su camisa.

—No tenemos tiempo para tus estúpidos dulces Agnes, si llegas tarde olvídate de la actuación, ¡ahora vamos! —gruño y la tiro hacia mí.

Una vez dentro del taxi observamos como una gran tormenta se desata.

—¿Nunca has pensado formar parte del ejército? Das miedo cuando te lo propones. —Río antes su comentario.

—No es lo mío, pero supongo que gracias por decir que parezco un ogro.

—Ogro no, mejor tirana. —La codeo mientras una carcajada sale de su garganta.

—Señoritas hemos llegado —El conductor llama nuestra atención, pago y bajamos.

Llegamos con diez minutos a nuestro favor lo cual agradecí enteramente, si Agnes hubiera subido por sus dulces no lo habríamos logrado. El profesor Smith, un hombre de entre veinticinco y treinta años de porte elegante comienza a llamar a los músicos. Puedo ver como su mirada se enciende una vez se posa en mi amiga, lo trae loco aunque no lo quiera admitir y creo que a ella le parece alguien... interesante.

—Ve, estaré esperándote. —le doy un beso en la mejilla y la veo alejarse.

—¡No te pongas tan cursi! —Le regalo una amplia visión de mi dedo del medio y ella no hace más que carcajear.

Me dispongo a jugar al Tetris a través de mi móvil cuando este empieza a sonar, observo el nombre en la pantalla y mi corazón da un vuelto.

—¿Liam? ¿Qué ocurre? —Ha pasado otra semana desde que lo vi frente aquel bar.

—Hola Neferet, ¿cómo estás? —¿Cómo estás? ¿Desde cuándo hace esas preguntas tan triviales?

—Bien, ¿tú? —Me siento estúpida en este momento, está ganando tiempo.

—También. Oye, lamento no haberte llamado en esta semana, sé que te lo prometí pero tuve algunos inconvenientes y creo que podemos hablar pero más adelante.

—No —respondo tajante.

—¿Qué? —Puedo identificar su tono de sorpresa.

—No hablaremos más adelante, iré a tu departamento en este mismo instante y vas a darme explicaciones. Me importa un comino si te enfadas, no soy una extraña para que me mantengas al margen de tu vida. —Sin esperar respuesta alguna corto, coloco mi móvil en la chaqueta y salgo de allí a toda velocidad.

La lluvia sigue cayendo sin intenciones de detenerse, tomo el primer taxi que pasa por allí tratando de no empaparme y me dirijo hacia el departamento de Liam. Luego de unos veinte minutos escucho al taxista hablar.

—Señorita, lo lamento, no podremos avanzar más, ha ocurrido un accidente y debo desviarme –suspiro ante la frustración. ¡Genial! Ahora debo caminar dos malditas cuadras bajo la lluvia.

—No se preocupe, me bajo aquí, tome. Muchas gracias. —Pongo un pie en la calle y mi cuerpo se empapa a los pocos segundos.

Comienzo a correr entre los autos, cruzo la calle y para mi entera suerte resbalo con algo y caigo de bruces al suelo.

—¡Esto debe ser una broma! –exclamo enojada y con mi camisa blanca complemente arruinada.

No me detengo y sigo corriendo hasta llegar a la puerta de Liam, toco el timbre y cierro los ojos esperando las burlas por parte de mi amigo.

—¿Neferet? —Abro los ojos y me encuentro con Tiffany, la hermana de Liam. 

La Boda de Neferet Donde viven las historias. Descúbrelo ahora