No todas las Ninfas son Sirenas.

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Cuando Chat Noir regresó a su cabina, era mediodía. Su sirena aún seguía en la cama, mientras su larga cola tomaba el lugar de sus piernas. Sin embargo, todavía estaba cubierta con su chaqueta, sosteniéndola como si fuera su posesión más preciada. Sus labios rosados estaban ligeramente separados, a la vez que sus largas y oscuras pestañas descansaban contra sus pálidas mejillas. Ella suspiró y Chat casi dejó caer la bandeja con su comida. Era, por lejos, uno de los sonidos más celestiales que jamás había escuchado.

Colocando la comida en su escritorio, volvió los ojos hacia ella. Ella estaba básicamente nadando en su chaqueta y Chat pudo darse cuenta en ese momento exacto de lo pequeña que era. Incluso con la cola, ella era tan pequeña y delicada. Y una sirena.

"¿Cómo diablos eres uno de los monstruos más temidos del mundo?" Murmuró mirándola.

"¿Cómo qué?" su voz era ronca debido a que acababa de despertar y sus ojos apenas se abrían, pero la gran curiosidad en su voz era fácil de detectar.

"¿Cómo estás tu, cariño, una de las criaturas más mortíferas del mundo?" Las siguientes palabras se deslizaron casi involuntariamente de su boca. "Eres tan delicada"

Ella le sonrió, una sonrisa divertida con un toque de algo más oscuro que la hizo parecer inocente y siniestra al mismo tiempo.

"Podría ser mortal, capitán. Simplemente no quiero." Con un bostezo, se levantó aún cubriéndose con la chaqueta. "Todas las sirenas son ninfas, pero no todas las ninfas son sirenas."

El Capitán la miró tratando de darle sentido a lo que acababa de decir.

"Soy una ninfa", comenzó a explicar. "Soy una ninfa con una colorida cola y la parte superior del cuerpo de un ser humano. Pero no soy una sirena. Fallé mi prueba para eso. Las sirenas son lo que podríamos llamar nuestras verdaderas formas y te lo prometo, no podríamos atraer a nadie con la piel verde y los colmillos."

Ella rió ante su expresión de sorpresa. "¿Por qué, capitán? ¿Creyó que destrozamos a nuestras víctimas con esto?" le lanzó una sonrisa brillante e inofensiva, mostrando sus dientes. ¿Se estaba burlando de él?

"¿Fallaste tu prueba?" preguntó sacudiendo la cabeza para hacer desaparecer la idea anterior.

"Para llegar a ser una sirena tienes que llevar un alma a la parte más profunda del mar."

¿Un alma? Supuso que había algo de magia involucrada, pero eso sonaba descabellado.

"Los ojos de alguien" añadió, probablemente por su ceño fruncido.

Los ojos de alguien. Interesante. Se preguntó qué habría ocurrido para evitar que pasara la prueba. Aguarden...

"¿Ese día, en el barco...?" Ella le dirigió una sonrisa inocente.

"¿Puedes culparme, capitán? Tienes los ojos más hermosos del mundo."

Chat podría discutir contra eso. Especialmente cuando ella lo miraba con aquellas maravillas que opacaban a todos los zafiros que había visto.

"¿Tienes hambre?" preguntó después de que hubieran transcurrido unos instantes de silencio. "Espero que no vuelvas a rechazarlo. Iván cocinó este pan especialmente para ti."

Sus ojos se iluminaron una vez que escuchó la palabra pan.

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Chat frunció el ceño por encima del mapa, rodeando un lugar con tinta roja. Suspiró cansadamente. Su sirena dormía otra vez cuando él regresó a primera hora de la tarde, con las piernas encrespadas bajo su chaqueta. Dado lo cansado que estaba, estaba a un paso de dejar caer los mapas, arrastrarse en la cama con ella y perderse para dormir rodeado de su calor. Pero, por desgracia, tenía trabajo de Capitán que terminar. Volvió a hacer sus marcas en el mapa. Realmente no le gustaba la idea de ir por la ruta más rápida, no cuando los trajo tan cerca de la Primera Isla. No tenía ganas de pelear con otro almirante mientras tenía un tesoro en su barco. Tal vez deberían...

"¿Qué estás haciendo?"

A pesar de ser llamado "El Gato Negro de los Siete Mares", Chat Noir no maúlla ni imita ningún sonido de gato. Excepto ahora. Porque el sonido que salía de su boca era muy parecido a un maullido. Casi se cayó de su silla mientras se volvía, con la mirada fija en el par de ojos azules.

"Maldita sea, ¿quieres darme un ataque al corazón, preciosa?"

Algo cambió en su expresión de curiosidad a... ¿eso era timidez? Sus mejillas tenían un par de sombras más rojas y ella era lejos la cosa más linda del mundo en este momento.

"Nunca lo haría." Murmuró finalmente y Chat sólo pudo sonreír.

"Por supuesto que no. Ya te lo dije, eres demasiado dulce para este mundo."

"¿Por qué me llamaste así?"

Chat se congeló ante su asombro. Se negó a creer que nadie nunca la llamara preciosa. Por otra parte, nadie va simplemente a hablar con criaturas marinas mortales todos los días. Se encogió de hombros.

"Es sólo la verdad."

Ella estaba evitando sus ojos. Chat se preguntó si él podría conseguir que se ruborizara así más seguido, porque se sintió muy tentado a volverlo a hacer. Era un rubor muy bonito, haciendo que las pecas de encima de su nariz sobresalgan, junto con las de sus hombros y las de sus... oh. Oh, bien necesitaba un segundo para recuperarse. Tal vez dos. Quizá cincuenta años siendo monje en una isla desierta. Sí, eso parecía estar bien.

"Mierda, cariño. ¿Puedes por favor cubrirte con la sábana otra vez? o juro por puto Neptuno que..."

"Pero la ropa es tan incómoda y molesta. Prefiero mucho más la sensación de libertad que obtengo al estar desnuda." Para enfatizar su punto, giró sobre sí misma.

"No tienes ni idea de lo difícil que estás haciendo mi vida por no usar ropa" gruñó en voz alta y cerró los ojos.

Muy bien, contrólate Noir, se dijo mientras masajeaba sus sienes. Actúas como si nunca hubieras visto a una mujer desnuda. Respiró hondo y abrió los ojos. Y casi gritó. La sirena estaba a un paso de su rostro.

Ella le dirigió una dulce sonrisa y luego suavemente, presionó los labios contra su nariz. "Ven a la cama, capitán. Estás demasiado cansado para esto" susurró contra su cara y eso fue todo. Chat estaba convencido de que era su perdición. Él no protestó cuando ella tomó sus manos y lo guió a la cama. Si ella estaba jugando con él, estaba jugando muy bien y él estaba cayendo como un tonto. Pero la perdición nunca había parecido tan tentadora.


------------ FIN DEL CAPÍTULO ------------

Nooooooooo

Con estos capítulos la soltería me pega re juertel

*crying intensifies*

Liberen a las sirenas [Bookskitten]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora